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FORO CUBANO Vol 4, No. 29 – TEMA: EDUCACIÓN Y FORMACIÓN DE CAPIRTAL HUMANO–

Educación católica en Cuba: Sus posibilidades actuales

Por: Orlando Márquez

Febrero 2021

Vistas

El autor, aborda el surgimiento de espacios de educación en los que la Iglesia católica ha tenido especial participación, y pese a que su labor se ha visto limitada, esta ha buscado contribuir al bienestar y desarrollo del individuo y de la sociedad en Cuba.

En su larga conversación con el religioso dominico Frei Betto, publicada en el libro Fidel y la Religión en 1985, el difunto líder revolucionario cubano dijo que, en los planes iniciales del Gobierno revolucionario, no estaba previsto nacionalizar las escuelas católicas, ni el Estado revolucionario tenía necesidad de hacerlo, pero los conflictos iniciales con la Iglesia generaron las expropiaciones. Añadió, incluso, que “si hubiera escuelas privadas, religiosas, en un país que inicia la revolución, se pudiera considerar que están prestando un servicio a la educación del país y que están ayudando a costear los gastos de la educación”.

Pero hubo nacionalización de la enseñanza y expropiación no solo de escuelas católicas, sino también las de iglesias protestantes y toda academia e instituto privados, aunque no hubieran estado en conflicto con el nuevo Gobierno. La nacionalización de la educación era de vital importancia en el proceso de radicalización revolucionaria que se adelantaba en el país, para implementar después el programa totalitario y centralizado, según el modelo marxista-leninista.

Aunque la enseñanza en Cuba hoy sigue siendo estatal, la realidad económica y social ha provocado y permitido, el surgimiento de espacios paralelos de educación en los que la Iglesia católica, al igual que otras iglesias presentes en Cuba, participa activamente según sus posibilidades.

Realmente no es una idea a la cual la Iglesia hubiera renunciado definitivamente. Tal como afirmaron los obispos cubanos en la Instrucción Teológico Pastoral “La presencia social de la Iglesia” (8 de septiembre de 2003), “el respeto a la libertad religiosa implica, entre otros […] que la Iglesia pueda disponer del libre y normal acceso a los medios de comunicación y la natural presencia de la Iglesia en el campo educativo”.

Las guarderías

Fue una religiosa española, sor Victoria Beneitez RAD (fallecida), quien dio los primeros pasos para abrir una guardería infantil en La Habana. Las Religiosas del Amor de Dios (RAD) forman una congregación dedicada a la educación. Su fundador, Jerónimo Usera, fue deán de la catedral de La Habana a fines del siglo XIX. Varios de los colegios nacionalizados en 1961 eran de esta congregación religiosa.

En la última década del pasado siglo, en medio de una profunda crisis económica y social que azoló la Isla tras la desaparición del bloque soviético, del que Cuba dependía casi en un noventa por ciento, la hermana Victoria hacía grandes esfuerzos para prestar una mínima asistencia económica a un grupo de madres solteras que vivían cerca de la catedral. También las conminaba a trabajar, de lo cual solían excusarse muchas con el pretexto de no tener quien cuidara sus hijos. “Yo ayudo a cuidar tu hijo, pero tu trabajas”, fue la propuesta de la religiosa, una declaración entonces más sentimental que real.

Ella misma acudió a las instituciones estatales del municipio para que ofrecieran trabajo a estas mujeres. Todo un escándalo para los funcionarios estales ser desafiados por una monja de ese modo, pero dio resultado, y la primera guardería infantil fue abierta en 1997. Hoy son solo tres guarderías en La Habana, una de ellas llamada “Padre Usera” y ubicada en una antigua casa colonial del municipio Habana Vieja, cedida por gestión del difunto Historiador de la ciudad, doctor Eusebio Leal, en 2012, precisamente donde estuvo la primera casa cuna que acogía a los niños sin padres en la Habana colonial. La guardería presta servicio a los niños del municipio, pero de toda la ciudad vienen los padres que desean que sus hijos reciban su primera enseñanza con las religiosas.

Otras diócesis del país han logrado abrir guarderías. No todas, y son pocas. Demanda un gran esfuerzo humano y muchos recursos económicos, que no abundan en Cuba, por lo cual se sostienen con donaciones del exterior, aunque, en algunos casos, adquieren insumos mediante acuerdos con instituciones estatales. Es un servicio por el cual los padres no pagan absolutamente nada.

Así se reinició esta participación de la Iglesia en el ámbito educativo cubano, más diversificada con el tiempo. Debe aclararse que ninguno de los proyectos que a continuación se mencionan, se consideran educación formal, sino educación complementaria. Se trata de proyectos educativos que no pretenden, ni pueden, competir con el programa nacional de educación estatal, si bien tienen alta demanda. Buscan reforzar lo aprendido en clases regulares, pero también diversificar y ofrecer nuevos horizontes culturales y de formación.

 

Centro de Bioética

También en La Habana y en 1997, auspiciado por la arquidiócesis, se creó el Centro de Bioética Juan Pablo II, dirigido por el doctor René Zamora, médico católico y miembro de la Academia pontificia para la Vida de la Santa Sede. Fue la primera institución que promovió la bioética en Cuba y es un referente para el desarrollo de este campo en el país. Su objetivo es promover valores sociales; educar en la ética de la vida y promover una cultura del encuentro mediante el diálogo social. Ha ganado el aprecio de profesionales y otros trabajadores de la salud pública.

Avalado por la Universidad de Valencia, de España, el Centro ofrece desde 2006 una maestría en Bioética de la cual se han graduado unos cuatrocientos médicos cubanos, la mayoría no católicos. En 2013 organizó en La Habana el noveno congreso de la Federación Internacional de Bioética Personalista (FIBIP)[1]

 

Escuelas de verano para maestros y profesores

Con el mismo propósito de buscar una respuesta a la gran crisis de valores sociales resultante de la quiebra económica, en 1999 un grupo de educadores católicos que trabajaban en escuelas estatales organizan una Jornada Pedagógica con el propósito de promover la autoestima y la ética del educador. Contaron con el apoyo de varias instituciones religiosas de experiencia educativa presentes en el país, algunas de las que habían perdido sus escuelas durante la nacionalización revolucionaria.

En 2001 se organiza la primera Escuela de Verano para maestros y profesores católicos en La Habana, con 115 asistentes, pero en 2002 acuden 350. En 2007 comienza la expansión y hoy se desarrollan en todo el país. Su propósito sigue siendo promover una formación académica que conozca y cultive valores humanos al tiempo que genera comunidades educativas: trabajo en común, respeto a las diferencias, el diálogo y el encuentro en un clima de libertad.

En el año 2011, la Conferencia de obispos crea un Proyecto Educativo que coordina esta y otras experiencias para generar una formación permanente de los educadores interesados, y así generar cambios favorables en actitudes y comportamientos de profesores, alumnos, familias y la comunidad. Si bien surgió por iniciativa de algunos maestros católicos, no son “escuelas de verano católicas”, pues un alto porcentaje de los asistentes y beneficiarios de estos talleres no son católicos. La oferta formativa es variada, desde idiomas hasta entrenamiento en programas de computación, además de especificidades de tipo pedagógico. Para el año 2017, se habían beneficiado casi 8 mil profesores y maestros en 98 escuelas de verano abiertas precisamente en el verano, durante el tiempo vacacional, en las once diócesis del país.

 

Instituto Varela

“Algún día la Iglesia volverá a tener escuelas”, había dicho el ya fallecido cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, a un funcionario del Gobierno durante un encuentro. El representante gubernamental dijo que eso nunca sucedería en Cuba, pero el cardenal insistió en su afirmación. Y vivió para hacerlo realidad.

El 19 de septiembre de 2013, promovido por la arquidiócesis habanera y respaldado por decreto de la Congregación para la educación católica de la Santa Sede, abrió sus puertas el Instituto de Estudios Eclesiásticos “Padre Félix Varela”. Fue un proyecto meditado y madurado por el cardenal Ortega y motivado por el interés de superación y formación de los laicos. Téngase en cuenta que, en los institutos y universidades cubanas, los educandos reciben una formación exclusivamente marxista, acompañada por un brevísimo y poco afectuoso repaso de algunos de los clásicos, presentados todos como errados e inoperantes, por lo cual, inevitablemente habría de surgir la “filosofía marxista”. El desconocimiento de la evolución del pensamiento social y filosófico, y la capacidad de pensar la vida, es una carencia de muchos jóvenes cubanos, pero conveniente al sistema político de tipo soviético, cuya propuesta se presenta casi como un culto incuestionable.

Obviamente no todos los jóvenes se sienten atraídos por la filosofía. Pero fue esta insuficiencia en aquellos jóvenes, incapaces de responder a una oferta que no querían ni aceptaban para sus vidas al tiempo que no tenían respuestas racionales para su negativa, la que condujo a la necesidad de una formación distinta. Esa fue la semilla y el germen de lo que es hoy el Instituto Varela, como se le conoce. Su objetivo fundamental, según sus estatutos, es “cultivar y promover un auténtico humanismo en la perspectiva de la Revelación cristiana, mediante la investigación científica y la enseñanza. Formar estudiantes con el propósito de preparar profesionales capaces de realizar las responsabilidades de la vida eclesial y civil”.

Sus aspiraciones son muchas, pero las posibilidades y recursos son pocos. Su capacidad solo admite, de momento, unos 50 alumnos cada vez que inicia un ciclo académico, aunque suelen aplicar alrededor de 500 jóvenes cada año, la mayoría no católicos, algunos de ellos estudiantes de la Universidad de La Habana. El programa ofrece un bachillerato en humanidades de tres años de duración, el cual incluye un sólido programa filosófico y otras materias de humanidades, seguido por dos años optativos para lograr una laurea o licenciatura en humanidades. Tuve el privilegio de prestar servicios, por un año, en la secretaría académica del Instituto Varela e impartir clases de Comunicación social a estudiantes de quinto año, los primeros licenciados del instituto. Soy testigo del beneplácito de aquellos jóvenes por haber completado los cinco años de estudio.

 

Conclusión

Por esas circunstancias sociales extraordinarias, contradictorias y casi surrealistas que mencionaba antes, la Iglesia ha logrado participar, de modo limitado, en el ámbito educativo cubano. Son ofertas no reconocidas jurídicamente, pero tolerados como parte del accionar de la Iglesia. Como no es lucrativo, requiere ayuda de otras iglesias e instituciones internacionales que promueven proyectos de formación en bien de la sociedad.

Existen también propuestas de educación suplementaria en algunas parroquias para adolescentes y jóvenes; los centros Loyola de la Compañía de Jesús en La Habana y Santiago de Cuba; los centros Calazans de la congregación de san Vicente de Paúl, o el proyecto CubaEmprende para la formación de nuevos emprendedores económicos tras permitirse el trabajo individual y privado en el país, iniciado en La Habana y presente hoy en las diócesis de Cienfuegos y Camagüey.

En las últimas décadas, ha renacido en Cuba una antigua tradición de la Iglesia: la enseñanza. No es la mejor, tampoco tiene gran peso social y está al alcance de todos; su propósito es contribuir en la formación de las nuevas generaciones y contribuir al bienestar del individuo y la sociedad.

 

[1] Se puede ver más información en www.cbioetica.org.

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