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TEMA: LOS AMIGOS DE LA REVOLUCIÓN

Por: Felipe Jaramillo Ruiz         

Marzo 2019

Los orígenes y permanencia del régimen cubano se deben en gran parte a las dinámicas de la geopolítica mundial. Los inicios de la revolución se adhieren a la lógica de la estructura bipolar heterogénea que caracterizó la confrontación entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética encontró en Cuba un escenario propicio para propagar su política exterior y amenazar la hegemonía de Estados Unidos en América Latina. Cuba se tornó el teatro de confrontaciones proxy entre las dos superpotencias y, en octubre de 1962, la isla fue el epicentro de la contienda nuclear en lo que se conoció como la crisis de los misiles.

Para la izquierda de América Latina, la revolución cubana pasó a ser un símbolo de resistencia contra la incidencia de los Estados Unidos en la región. Figuras como el Che Guevara inspiraron discursos de liberación y cambio. El bloqueo económico-comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos contra Cuba no logró quitarle el aliento al régimen cubano. Por el contrario, se materializó como la bandera de la resistencia y, en 1997, Cuba impulsó la condena contra los Estados Unidos ante la Asamblea General de Naciones Unidas por el bloqueo económico-comercial y financiero de la isla.

Luego de la caída de la Unión Soviética, el régimen cubano encontró un nuevo aliado con la llegada de Hugo Chávez Frías a la presidencia de Venezuela. Chávez construyó la llamada Revolución Bolivariana sobre los alicientes del régimen cubano y utilizó el reposicionamiento de Rusia y China en el orden mundial para revivir la oposición en el continente latinoamericano contra los Estados Unidos.

Con la llegada del siglo XXI, el giro de América Latina hacia la izquierda consolidó la posición de Cuba en la región. Bajo los auspicios y financiamiento de Venezuela, Cuba se convirtió en un socio estratégico de la nueva era revolucionaria que se extendió en el continente latinoamericano. Por más de una década, el ajedrez geopolítico se inclinó a favor de Cuba. Con el apoyo Hugo Chávez y de los mandatarios de izquierda de Ecuador (Rafael Correa), Bolivia (Evo Morales), Brasil (Lula da Silva), Argentina (Néstor y Cristina Kirchner) y Nicaragua (Daniel Ortega), Cuba experimentó una etapa de bonanza diplomática y económica.

Ante la ola de izquierda en América Latina, el régimen cubano encontró nuevos espacios de influencia en el sistema internacional. En 2009, la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) revocó la resolución que había expulsado a la isla de este organismo en 1962. En 2011, entró en vigencia el tratado constitutivo de Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), lo que permitió que Cuba incursionara con más fuerza en el ámbito multilateral. En 2014, el gobierno de Barack Obama restableció las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

Con la muerte de Hugo Chávez en 2013, las relaciones diplomáticas con Cuba empezaron a cambiar. El régimen cubano perdió uno de sus mayores adeptos. Aunque Nicolás Maduro se convirtió en el albacea del proyecto bolivariano, no tuvo la capacidad de conservar las alianzas multilaterales que Chávez había cultivado. Ante la crisis petrolera y el regreso del péndulo hacia la derecha en América Latina, el apoyo hacia Cuba se volvió enclenque y rezagado.

En menos de diez años, el régimen cubano perdió la mayor parte de sus aliados. La destitución de Dilma Rousseff en Brasil, la salida de Rafael Correa de la presidencia de Ecuador, el fin de la administración de Barack Obama y la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en Estados Unidos, la victoria del candidato del Centro Democrático Iván Duque en Colombia y el cambio hacia la derecha en Brasil con el gobierno de Jair Bolsonaro fueron algunos de los eventos que desarticularon los lazos diplomáticos del régimen cubano en la región.

Además, la crisis de Venezuela ha agudizado el discurso en contra de Cuba. Desde Estados Unidos, se ha presionado por el aumento de sanciones multilaterales en contra de las “dictaduras socialistas y comunistas”. La influencia perniciosa del régimen cubano en el fortalecimiento de las acciones de control de Nicolás Maduro ha generado el rechazo por parte de los organismos multilaterales y algunos Estados. Por ejemplo, Luis Almagro, Secretario General de la OEA, describió el apoyo de Cuba al régimen de Nicolás Maduro como una ocupación militar de Venezuela.

Ante el reposicionamiento ideológico del continente, se recrudecen las relaciones de los Estados de la región con el régimen cubano. Sin embargo, este encuentra la protección de Rusia y China, potencias que buscan proteger uno de los principales bastiones geopolíticos en la región.

Por último, aunque la Unión Europea (EU) ha criticado la violación de derechos humanos por el régimen cubano, 29 miembros de la UE mantienen relaciones diplomáticas bilaterales con Cuba. Además, en noviembre de 2017, se firmó el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación (PDCA, por sus siglas en inglés), el cual derogó la Posición Común que limitaba las relaciones diplomáticas con Cuba y permitió impulsar medidas para promover el comercio y la cooperación con la isla.

Al momento de escribir este artículo, se debatía la posibilidad de oponerse a la participación de Cuba en la octava Cumbre de las Américas que se llevará a cabo en abril de este año en Lima, Perú. Además, desde el Grupo de Lima, se estudia la posibilidad de condenar el apoyo del régimen cubano a Nicolás Maduro. Ante el cambiante escenario internacional, Cuba tendrá que explotar las alianzas geopolíticas con China y Rusia para resguardar sus intereses en el sistema internacional.

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