TEMA: LOS AMIGOS DE LA REVOLUCIÓN
Por: Fabio Sánchez
Marzo 2019
Es imposible hablar de Cuba sin tener en cuenta la figura de Fidel Castro. Su tierra le permitió actuar y trascender en la política regional y mundial, pero es él quien ubica a la isla en el tablero de la geopolítica internacional desde la Revolución en 1959.
El legado de Fidel Castro en la política exterior latinoamericana y mundial es altamente controversial. Se trató de un actor importante antes, durante y después de la rígida Guerra Fría, provocando y desafiando a las diferentes Administraciones en Washington, bajo un escudo protector soviético que poco a poco se fue menguando. Algunos analistas se han centrado en su liderazgo entre las diferentes corrientes de izquierda latinoamericanas (ideología y equipamiento a diversos grupos insurgentes), en su limitada estrategia durante la Crisis de los Misiles (1962) y en éxitos en campañas militares en Angola y Etiopía.
Sin lugar a dudas, la expulsión de la OEA en 1962 dividió a América Latina, ya que no existió unanimidad plena frente al aislamiento al que se condenaba a la isla. Para muchos fue una estrategia más del poder “imperialista” estadounidense con la que se debilitaría a Castro para precipitar su salida, mientras que para otros era la excusa perfecta para consolidar la figura de Castro, Ché Guevara y su staff como héroes revolucionarios y resistentes a la potencia del norte. Lo anterior, llevó a un inconmensurable sacrificio del pueblo cubano sometido a un complicado embargo económico y aislamiento del sistema internacional, lo cual fue en parte el combustible para sostener al régimen durante décadas sumado al apoyo político y tecnológico de los soviéticos.
Durante la Guerra Fría el caso cubano fue un objeto de estudio obligado. La Crisis de los Misiles inspiró una de las obras más trascendentes en la disciplina de las Relaciones Internacionales: Essence of decisión (1971) de Graham Allison cuyos modelos de toma de decisión aún sirven para estudiar el comportamiento de los actores que intervienen en la política exterior de los estados. Otros estudios se enfocaron en las estrategias para resistir al bloqueo e influir en los movimientos revolucionarios de América Latina y África.
En el marco de la Guerra Fría la isla fue un comodín para la política exterior intervencionista de Washington y Moscú en América Latina. Las dos potencias utilizaron a la isla para proyectar sus intereses y la figura de Castro sirvió a unos para crear un enemigo próximo, y a los otros para mitificar un aliado lejano, ícono de la resistencia en medio de las grandes tensiones mundiales, pero lleno de contradicciones domésticas.
No obstante, pasando al plano doméstico se encuentran grandes contradicciones entre un proyecto social exitoso, graves violaciones a los DD.HH. y una perturbadora represión política. El proyecto político de Castro llevó a un pequeño Estado al más alto nivel deportivo, por ejemplo, en los juegos olímpicos han obtenido 226 medallas (78/oro, 68/plata y 80/bronce) toda una lección para el resto del continente, con récords como el de Javier Sotomayor que aún persiste (2.45 m, salto en altura). Asimismo, creó sólidos sistemas de salud y educación, en 2015 fue el primer país en eliminar la transmisión de VIH y sífilis de madre a hijo (avalado por la Organización Mundial de la Salud OMS, y la Organización Panamericana de la Salud, OPS).
Con el fin de la Guerra Fría en los 90’s todo había cambiado. Entre 1989 y 1993 el PIB se redujo un 35% trayendo consecuencias dramáticas para la población, mientras su líder, Fidel Castro, siguió su proyecto inspirando a la nueva izquierda de la región (marea rosa), especialmente a Hugo Chávez y en menor medida a Lula da Silva quien en 2004 hizo una visita corta a isla sin el espectáculo que Castro deseaba en la Plaza de la Revolución; en una época en la que el pueblo cubano reclamaba la libertad tan anhelada desde década atrás, y que lastimosamente nunca escuchó. De ese “período especial” quedan los recuerdos de la dramática diáspora de balseros, las jineteras, la crisis económica y social
Finalmente, en 2009 la OEA levantó la Resolución 7 de 1962 para permitir el reingreso de una Cuba “democrática”, algo que algunos analistas denominaron “corrección histórica”; pero con la muerte de Fidel (2016), la transición de poder a su hermano Raúl fue cerrada y con nepotismo, lo mismo que ocurrió con Miguel Díaz-Canel. Podemos hablar de una isla huérfana que debe buscar su propio camino hacia la libertad en medio una América Latina confundida entre virajes a la izquierda y derecha, que al final representan las mismas patologías corruptas y continuistas que hemos visto desde el siglo pasado.