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FORO CUBANO Vol 5, No. 47 – TEMA: 11J: "A UN AÑO DEL GRITO DE LIBERTAD" –

UNA CRÓNICA DEL 11 Y 12 DE JULIO QUE NO HABÍA CONTADO  

Por: Jorge

Agosto 2022

 Mucho se ha contado de lo transcurrido el histórico 11 de julio en Cuba, la primera protesta masiva  extendida a toda la isla donde los cubanos salieron a exigir libertad. Cuba no ha sido la misma  después de ese día, en cambio la situación ha empeorado aún más. Como valoro mucho la honestidad y la sinceridad, compartiré mi testimonio de lo acontecido tanto  el 11 como el 12 de julio en mi ciudad Cienfuegos, mis impresiones sobre ambos días no se han  borrado de mi mente, fueron días donde se respiró mucha tensión.   

 Al igual que muchos cubanos de mi ciudad el 11 de julio me encontraba en casa agobiado por un  interminable apagón, pero pude conocer lo que ocurría antes que cortaran el internet a través de  la llamada de un amigo, hoy exiliado en los Estados Unidos, que me llamó al mediodía para comunicarme lo que  estaba ocurriendo en San Antonio de los Baños y con tremenda emoción me decía, “¡Hermano, este  es el fin del régimen! Se ha producido el estallido social, en la capital se comenta que la gente ha  salido en otras provincias a protestar”. 

 Sin recuperarme de la emoción me sentía desconcertado, estaba en shock, no creía que fuera  cierto y pensé que se trataba de lo que en el argot cubano le llamamos una bola, un embuste, en  fin, los cubanos tenemos diferentes formas para referirnos a las falsas noticias. Pero después la  incertidumbre se apoderó de mí y cuando me percaté que habían cortado el internet y aun sin  corriente tenía la certeza que algo estaba ocurriendo, pero tuve miedo a salir a las calles, no lo  puedo negar.   

 Jamás olvidaré cuando llegó la corriente y encendí el televisor buscando información, sin importar  que proviniera de los medios oficiales, que suelen manipularla, pude ver parte de la alocución del presidente Díaz Canel incitando al enfrentamiento entre cubanos. En ese momento sentí una mezcla de rabia e impotencia, porque tenía la experiencia del Maleconazo, aunque en aquel entonces era apenas un  adolescente pero tenía referencias del método que ha utilizado siempre el régimen para reprimir al  pueblo con sus grupos paramilitares. Las Brigadas de Respuesta Rápida, conformadas por  simples cubanos que venden su alma al diablo para reprimir a su propio hermano, le sirven  a una ideología que sólo ha traído miseria a su pueblo.   

 Esa noche lloré de rabia y me odié a mí mismo porque tuve miedo. Durante tantos años nos han sembrado el miedo en las venas, ha sido un factor estratégico del régimen para prolongar su poder, porque sabe que el miedo paraliza, nos inmoviliza. Pero ese día el cubano rompió las  cadenas que lo han inmovilizado durante décadas y salió a reclamar sus derechos, motivado  por la consigna que ha devenido un símbolo de resistencia a la opresión, Patria y Vida.   

 Sin conocer los detalles de lo ocurrido, tenía la intuición de que también en mi ciudad habían ocurrido  protestas. Conociendo a mi gente suponía que eran de menor envergadura en comparación a lo ocurrido en otras provincias. Sentía preocupación por el destino de mis  coterráneos, la mayoría jóvenes sin conciencia política, sin una definición en ese sentido, movidos  por la asfixia y la desesperación, hastiados de no tener alimentos, corriente y medicinas. No podemos olvidar que, si un factor catalizó ese despertar del pueblo cubano el 11J fue lo que estaba  pasando en Matanzas y otros lugares del país, con personas hacinadas en los hospitales contagiados con COVID, y expuestos a morir por la falta de medicamentos y las condiciones precarias de las  instalaciones hospitalarias.   

 Cuando desperté la mañana del 12 salí directamente para la zona del parque Martí, donde se habían concentrado en horas de la tarde las protestas. Mi impresión fue desagradable, ese parque  por donde suelen transitar muchas personas en horas de la mañana camino a sus trabajos parecía una  zona en estado de guerra, militarizada, con la presencia de fuerzas especiales, en Cuba conocidos como Boinas Rojas, y muchos oficiales del Ministerio del Interior. Mientras atravesaba el parque miraba sus rostros  y ellos a la vez me miraban con desconfianza, hasta que minutos después me senté en un banco junto a una chica y conversé con ella, quien me contó algunos detalles de lo ocurrido y de la represión que desataron hacia los manifestantes, en su gran  mayoría pacíficos, y que no cometieron ningún acto de vandalismo como suele pregonar el régimen.   

Esa chica, de quien no llegué a conocer ni tan siquiera su nombre, me contó cómo habían llegado a su  barrio de Reina los Boinas Negras y policías, reprimiendo a cualquiera, golpeando sin justificación alguna. También supe de un joven evangélico que salió a las calles gritando Patria y Vida con una  bandera de los Estados Unidos en las manos y fue también salvajemente golpeado. Luego tuve conocimiento por un amigo de cómo miraba desde los portales llegar los camiones con militares vestidos de civil, con palos, y cómo bajaban para reprimir, incluso de reclutas que fueron obligados a ello.   

 Cuba no ha sido igual desde ese día, porque aún personas que hasta ese momento habían apoyado el régimen, desde ese día han comenzado a repudiarlo, a romper con el adoctrinamiento al que han estado sometidas, aunque tengan miedo y no sean capaces de enfrentarlo.   

Durante varios días posteriores al 11J continúe transitando por el mismo parque y veía los  mismos rostros de esos Boinas Rojas patrullando la zona, en espera de actuar y acatar la orden  de sus jefes. Pero no siento odio hacia ellos, sino hacia aquellos que desde sus cómodas oficinas y  rodeados de lujo dan la orden de reprimir al pueblo cubano que ha sufrido tanto. Un sufrimiento por la miseria y la  fragmentación de la familia, por una emigración que ha lacerado la nación cubana, la ausencia de  derechos, la falta total de libertad de expresión, la represión por pensar diferente. Lo peor, le han secuestrado la esperanza, hoy los cubanos viven sin ella, sumidos en una especie de continua agonía,  como si fuéramos Jesús cargando la pesada cruz. Pero una luz al final del túnel que transitamos me dice que la resurrección del pueblo cubano está cada vez más cerca.  

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