TEMA: ESCRITORES Y ARTISTAS
Testimonios gráficos de la crisis migratoria de 1994: narrativas de los cubanos detenidos en la Base Naval de Guantánamo*
Por: Tania Pérez Cano*
Diciembre 2019
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*Las imágenes que acompañan este texto han sido tomadas de la página de Jorge del Rio, uno de los creadores de la publicación El Futuro, durante su paso por la Base Naval de Guantánamo en 1994.
*Profesora Asistente, Universidad de Massachusetts-Dartmouth, Estados Unidos
En 1994 yo era una estudiante de Letras en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana. Como la mayoría de los cubanos que vivían en la isla, estaba pasando por todas las carencias asociadas con el “Período especial en tiempos de paz”. No se trataba solo de la falta de alimentos, de luz eléctrica y transporte; se trataba además de una profunda crisis de valores, de un sentirme anestesiada por la catástrofe en que se había convertido la vida cotidiana desde 1990. Vivía en Alamar, ese otro espacio de catástrofe cotidiana que intentaba paliar con caminatas frecuentes a Cojímar, al mar. Fue desde la costa de Cojímar que presencié cómo muchos se lanzaban al mar en balsas. Recuerdo en particular a una familia que se llevaba hasta al perro, en una balsa que parecía imposible de tan frágil. La gente les decía adiós desde la costa, como si se fueran a un paseo, como si no estuvieran a punto de arriesgar sus vidas cruzando el Estrecho de la Florida. Me pregunto con frecuencia qué suerte corrió esa familia. Esa es la imagen que conservo de la crisis migratoria de 1994.
Como se sabe, Fidel Castro, enfrentando una grave crisis política, decide anunciar el 7 de agosto de 1994 que cualquiera que desee dejar el país puede hacerlo, sin que los guardacostas cubanos traten de impedirlo. Hasta ese momento, cualquier cubano que fuera capturado tratando de dejar la isla enfrentaba años de prisión y estigma social. Esta fue la misma movida política que Fidel Castro había utilizado en 1980, cuando el éxodo del Mariel, en el que alrededor de 125 000 cubanos llegan a Estados Unidos por mar. Por su parte, hasta ese momento, los Estados Unidos recibía a los cubanos migrantes con los brazos abiertos, puesto que ellos constituían un arma política valiosa, la prueba de que el socialismo cubano era un fracaso. Sin embargo, luego del fin de la Guerra Fría, el enfoque prioritario del gobierno norteamericano era la seguridad nacional, el control de las fronteras y el temor a los “ilegales.” En 1994, por tanto, el Presidente Bill Clinton revierte la política migratoria hacia Cuba, y comienza a enviar a los capturados en el mar a la Base Naval de Guantánamo. Los cubanos, que abandonan la isla como refugiados en busca de mejores condiciones de vida y libertad, se encuentran convertidos en prisioneros. Y allí permanecen, en campamentos improvisados, hasta enero de 1996, cuando el último grupo recibe el permiso de ingreso a Estados Unidos y abandona la Base.
En el verano de 2017, realicé una investigación de archivo en los Fondos de la Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami, en Florida. Allí, en cajas de cartón, se conservan las publicaciones artesanales producidas por esos cubanos detenidos en la Base. El conjunto incluye cuatro publicaciones: ¿Qué Pasa?, El Bravo, Éxodo y El Futuro. También encontré referencias a otra publicación llamada El Balsero, pero no pude localizar ningún ejemplar conservado en los archivos. Este es un corpus producido en condiciones desfavorables, adversas, careciendo de materiales, realizado de manera completamente artesanal, fotocopiado y distribuido entre los detenidos.
El primer periódico artesanal que se creó fue ¿Qué Pasa? Fue el periódico “oficial” de los balseros y fue autorizado por el personal militar de la Base, y por eso los textos aparecen en español con traducción al inglés. El Bravo y Éxodo fueron publicaciones independientes, sin ninguna participación del personal militar de la Base, y el único idioma que se utiliza es el español, porque están dirigidas exclusivamente a los detenidos. El Bravo tiene secciones recurrentes, como “Pepín y Pepón” y “Chucho Mil Ideas”, que ofrecen una perspectiva humorística sobre la vida cotidiana en la Base. Éxodo tenía una sección titulada “Castrofobia”, que como su nombre sugiere, se dedicaba a publicar caricaturas ridiculizando a Fidel Castro. También en Éxodo aparece una ilustración de Filiberto Peña (“Peter”, del campamento Kilo, cabaña C), que representa a dos hombres a punto de ser atacados por un tiburón. Este cuadro contrasta con la mayoría de los materiales gráficos que encontré, generalmente de tono humorístico, puesto que presenta una imagen realista de los peligros que enfrentaron los cubanos en su travesía por mar.
El Futuro fue la última publicación de los balseros. Su primer número apareció el 26 de marzo de 1995, y el editorial que lo encabeza explica su nombre: “Necesitados de un medio propio de información y enriquecimiento en nuestro campo, surge este modesto periódico, que como sugiere nuestro título es una tribuna abierta a la FE EN EL FUTURO.” Destaca el número dedicado a José Martí en el aniversario 100 de su muerte en combate, ilustrado con un dibujo reconocido como un autorretrato suyo, en blanco sobre fondo negro, y en la parte inferior a la izquierda la fecha: “19-mayo 1895-1995. Gtmo Bay”.
Hay que hacer notar que una revisión de los materiales revela que, aun siendo críticos de la situación de Cuba, el gobierno cubano y Fidel Castro, la estética del dibujo y el lenguaje, las aspiraciones y expectativas de los balseros son el resultado de esas mismas instituciones y del sistema educativo y la cultura cubanas que surgen después de 1959. Las líneas del dibujo recuerdan a los personajes de Palante, uno de las publicaciones post-revolucionarias de humor gráfico más populares en la isla. El costumbrismo, el doble sentido, se utilizan para hacer crónica de la vida en la Base con una perspectiva humorística, y tiene una larga tradición en la gráfica cubana. Los mismos personajes que los balseros crean, reproducen la estética del humor gráfico revolucionario que se crea luego de 1959, fundamentalmente como forma de propaganda y con propósitos didácticos. Si bien ideológicamente los balseros se distancian del gobierno y la política de la isla, sus dibujos revelan la influencia de las mismas formas de vida e instituciones culturales que ellos critican.
Los dibujos, caricaturas y viñetas producidos por los cubanos detenidos en Guantánamo no son formalmente elaborados o sofisticados, pero cuentan una historia y hacen crónica de la vida en los campamentos de la Base. Sus creadores, en su mayoría, carecían de experiencia profesional como dibujantes o periodistas. Al principio, carecían hasta de papel y lápices. Intercambiaron esos materiales con el personal militar por obras hechas por ellos mismos, casi siempre tallas en madera. Utilizaron sus dibujos para enseñar a sus compañeros inglés y geografía, para educarlos acerca de las leyes y las costumbres de los Estados Unidos, el país al que aspiraban llegar y donde querían empezar una nueva vida. Estos testimonios hablan de tiendas de campaña superpobladas, de instalaciones sanitarias deficientes; del esfuerzo que costó mejorar esas condiciones de vida, de las rutinas diarias de sobrevivencia, de las cartas de la familia, de los que se auto-infligieron heridas para recibir una visa médica, de los que cometieron delitos y fueron regresados a Cuba como prisioneros comunes; hablan del temor a los tiburones, de la solidaridad de los artistas del exilio. Hablan de la condición humana en tiempos difíciles, y muchas veces, lo hacen con humor como estrategia de supervivencia. Fueron creados con un sentido de urgencia y de comunidad, con el claro propósito de educar, ofrecer información, entretenimiento y alivio. Esos materiales constituyen un testimonio histórico[1] que refleja el lado humano de una crisis política transnacional. Son una crónica de la vida cotidiana en la Base, de las esperanzas, sueños y conflictos que encontraron esos seres humanos atrapados en medio de un conflicto político cuyas repercusiones perduran hasta hoy y que sobrepasa la duración de sus vidas.
[1] Constituyen un ejemplo de cómo el cómic se convierte en “una forma de documentar, una forma de dar testimonio”, al decir de Hillary L. Chute en Disaster Drawn (Harvard University Press, 2016: 11).