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FORO CUBANO Vol 5, No. 51 – TEMA: INSEGURIDAD ALIMENTARIA 

Tercera edad y la adquisición de alimentos

Vistas

Por: 4Métrica 

Diciembre 2022

Los reajustes económicos que el gobierno cubano ha implementado durante los últimos cuatro años sobre la moneda, los precios y los salarios, han provocado que las relaciones de proporcionalidad entre los precios de los alimentos y el nivel adquisitivo de la población media en la Isla se hayan ido distorsionando progresivamente. La escasez y la desigual distribución de los recursos disponibles, consecuencias de la mala gestión de las crisis radicalizada en los últimos años, han generado una subida exponencial de los precios en el mercado de alimentos; una realidad que multiplica las distancias entre los mercados y las cocinas de las familias cubanas. Ante esto se ha generado, por parte de la población cubana, una suerte de resiliencia funesta que reajusta sus necesidades a los límites precarios de una vivencia que busca palear el hambre y sobrellevar las ya acumuladas crisis. Esta nefasta capacidad de readaptación parece haberse convertido en un termómetro para la administración oportunista, que tantea cuánto más del manejo turbio de los recursos nacionales puede disfrazarse en una crisis impuesta desde fuera de la Isla. Mientras los grupos más afectados son las personas contratadas por el Estado, los pensionistas y retirados; los que se alejan de las dinámicas económicas regidas por las directrices gubernamentales logran ver algunas luces para su economía, y con esto, disponer de condiciones alimenticias ligeramente más cómodas.

 

En los tiempos que corren las dinámicas de ingreso económico de las familias cubanas son cada día más variadas y creativas. Gran parte de la población contratada por instituciones gubernamentales busca implicarse en otras dinámicas económicas para calzar la exigua cantidad que representan sus salarios frente a los precios que rigen el mercado de alimentos. Revender productos alimenticios, de aseo, cigarros o ropa en los portales de sus casas, las llamadas “ventas de garaje” devenidas en pequeñas candongas domésticas o “la búsqueda” y “la lucha”, ofreciendo los más variados servicios al escaso turismo disponible, son algunas de estas alternativas de ingreso que no están al alcance de toda la población por igual.  

 

Dentro del sector reducido a sus ingresos provenientes del Estado, destacan de forma particular las personas de la tercera edad. Los jubilados que solo reciben su retiro mensual y no logran integrarse, por su edad o condiciones de vida, a estas dinámicas económicas alternativas conforman una parte importante del sector vulnerable. Estas personas no dominan las nuevas tecnologías de la comunicación, no tienen acceso a Internet, están completamente expuestas a las crisis de desabastecimiento, a la inflación descontrolada, a la mala distribución de los alimentos en las tiendas en pesos cubano, al acaparamiento, a los coleros y al fraude de las estructuras gubernamentales para combatirlos, a los precios descontrolados del mercado agropecuario y a todas la circunstancias que favorecen la crisis alimentaria que golpea al país.  

 

Con sus retiros, los jubilados deben comprar medicamentos, costear las necesidades particulares que requiera sus condiciones de salud y los gastos básicos de sus viviendas, para luego comprar sus alimentos. La respuesta gubernamental ante esta situación es la posibilidad de reincorporación al trabajo para aumentar sus ingresos con un salario que podría derivar en un segundo retiro. Con una pensión media de hasta 2500 mil pesos cubanos y la posibilidad de ocupar un puesto de trabajo al que se le asigne un valor medio de 3 mil pesos, en el mejor de los casos, un jubilado reincorporado puede adquirir hasta 6 mil pesos mensuales. Es importante destacar que no todos los jubilados pueden reincorporarse y no todos alcanzan cantidades cercanas a los 6 mil pesos mensuales. Si tomamos este caso ideal de ingresos para un jubilado y los contraponemos a los precios de los alimentos disponibles en el mercado, descontando el precio total de los mandados, los medicamentos y los gastos básicos de una vivienda, descubrimos un caso de especial complejidad. Sin detenernos en las dinámicas que imponen las extensas colas, los apagones de hasta doce horas o la falta de medios para cocinar (en los espacios ajenos a La Habana no hay redes ni infraestructuras de distribución de gas licuado ni manufacturado, la mayor parte de las cocinas son eléctricas); en la provincia Mayabeque, se puede reconocer a los jubilados como un sector especialmente vulnerable.

 

La consabida y tantas veces traída insuficiencia de la libreta de abastecimiento y el precio total de los productos que ronda los 700 pesos por persona, las escasas ofertas de la tiendas en pesos cubanos que en su totalidad ascienden hasta mil pesos por mes y que resultan insuficientes, los precios de los productos del agro y los precios de los productos del mercado negro, que terminan siendo la única opción de compra para el fin de mes; desmoronan los 6 mil pesos del caso ideal que contemplábamos. Se vuelve imposible para un jubilado conformar una dieta balanceada o mínimamente estable con precios como: la libra de arroz criollo a 55 pesos, de malanga a 60, de boniato a 20, de calabaza a 30, de frijoles a 170 y 190, de ají cachucha a 200, de pimiento a 240, de cebolla a 150, de carne de cerdo a 450, de hígado de cerdo a 350, de queso a 300 y un litro de leche a 240 pesos. Por otro lado, el mercado negro que oferta el picadillo a 250 pesos, el paquete de pollo de 10 libras a 2500 pesos o el cartón de 30 huevos a 2200 pesos y el pomo de aceite a 700 pesos, hacen lucir la posibilidad de una alimentación segura como una odisea.

 

La constante devaluación del peso cubano y la escalada incesante de los precios de los alimentos provoca que los retiros cada vez valgan menos. Las personas de la tercera edad, han quedado desamparados en medio del desorden económico que rige la crisis de la economía cubana. La inventiva, el tráfico y la estafa se disfrazan de resiliencia económica y dejan a los mayores al margen de las nuevas dinámicas económicas que permiten la supervivencia en medio de la crisis. Gran parte de nuestros mayores ha quedado completamente expuestos a la mala gestión y la corrupción que cada se tornan más inclementes en Cuba.

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