FORO CUBANO Vol 3, No. 25 – TEMA: ARTES Y LETRAS POLÍTICAS –
Tania Bruguera: artivismo y represión en cuba. Informe de un testigo presencial
Por: Gerardo Mosquera
Octubre 2020
Vistas
-El grito de Tatlin
La artista cubana Tania Bruguera ha sido arrestada en La Habana varias veces en los últimos meses, como resultado de su intención de recrear su performance “El Susurro de Tatlin #6” (versión para La Habana) en el espacio público en la Plaza de la Revolución el 30 de diciembre de 2014, y a causa de sus actividades después de que la policía interrumpió la recreación y detuvo a disidentes cubanos dispuestos a participar en ella. El núcleo de la obra era establecer un escenario con micrófono abierto que permitiera a cualquier persona hablar libremente durante un minuto. El performance se presentó originalmente en el Centro Wifredo Lam durante la X Bienal de La Habana en 2009 y fue un evento histórico en Cuba: por primera vez en medio siglo se permitía un foro público libre para que las personas expresaran sus opiniones (Mosquera, 2009).
En esa ocasión Bruguera logró utilizar así el ambiente permisivo del arte para crear un espacio de libertad en un contexto totalitario. La “debilidad” del arte como una práctica minoritaria paradójicamente lo empoderó para lograr algo que ha permanecido imposible para el activismo social en Cuba debido a la dura represión. Fue una acción limitada, pero de gran impacto simbólico, que incitó y ayudó a la gente a superar su miedo, y una clara demonstración de los sentimientos y opiniones de los cubanos. Aunque en 2009 los organizadores de la Bienal autorizaron este performance, los resultados (personas clamando por libertad y democracia) parecieron haber superado las expectativas erróneas de los funcionarios sobre la fuerza de la autocensura para frenar la libre expresión de la gente. Al día siguiente, el Comité Organizador de la Bienal emitió una declaración condenando duramente la acción, mientras que Bruguera era amonestada, cerrando así un circulo semántico que completó el mensaje de la obra.
Aunque han ocurrido numerosos eventos de censura, desde la década de 1980 el gobierno cubano ha sido hasta cierto punto tolerante de la crítica social y política en el reducido ámbito de las artes, mientras mantiene el control absoluto sobre los medios de comunicación y las manifestaciones en las calles. Muchos artistas cubanos han sido muy críticos con la situación política en Cuba, pero –con la excepción de José Ángel Vincench y muy pocos otros– no han mantenido vínculos con la oposición organizada, esto es, los activistas pacíficos, los bloggers, etcétera, quienes han recibido un trato severo y son calificados oficialmente como “disidentes”, un término que, hablando en términos estrictos, también se puede aplicar a muchos artistas, escritores, dramaturgos, músicos y cineastas críticos. El problema con los performances de Bruguera en Cuba es que rompen estos límites y revuelven las cosas.
Bruguera ha declarado que “el arte es una plataforma segura desde donde dialogar sobre las ideas políticas e incluso intentar nuevas estructuras políticas” (2005) “algo que debe considerarse disponible, un medio para otras cosas, una capa protectora” (Bruguera, 2010). Sin embargo, también ha enfatizado que la posición privilegiada de los artistas solo puede existir si los portadores del verdadero poder lo permiten por sus propias razones (Bruguera, 2005). Poner a prueba estos límites es una especie de pulseo que el arte político debe emprender en contra del poder real y simbólico establecido, y el arte de Bruguera a menudo intenta cruzar “ilegalmente” las fronteras entre definiciones, expectativas y reglas de autoridad habituales.
En el contexto represivo de Cuba, habría sido ingenuo pensar que las autoridades cubanas permitirían repetir “El Susurro de Tatlin #6…” en un espacio público, y aún más en uno con connotaciones políticas tan simbólicas como la Plaza de la Revolución. El punto de Bruguera al recrear el performance se basó menos en la esperanza de crear un espacio para la libre expresión, y más en desafiar la represión de la libertad de expresión in situ, mediante un gesto “artivista”. Este desafío fue bueno tanto para el arte como para la política en Cuba: logró crear conciencia sobre la situación, y fue muy saludable dentro de la escena artística actual, inmersa en un comercialismo salvaje enfocado en vender obras a coleccionistas estadounidenses. El evento también mostró, tanto simbólicamente como en la realidad, que la distensión Cuba-EEUU no significará un progreso en los derechos humanos en la isla, al menos no a corto plazo.
Ha habido algunas reflexiones escolásticas en la red y a través de correos electrónicos sobre si la acción de Bruguera era arte –o una obra de arte consumada–, como en los tres correos electrónicos abiertos enviados por el artista Lázaro Saavedra, quien expresó la opinión de muchos artistas cubanos sobre el performance de Bruguera (2014). Sería útil introducir en estas consideraciones la noción radical de Guy Debord (2000) sobre la supresión y la realización del arte como dos condiciones inseparables para superarlo. Bruguera (2010) considera que la posición del artista político es por definición problemática, “de insatisfacción”, al solo poder estar entre el arte y la política. Desde el inicio, su arte ha tratado de ir más allá de la representación hacia la acción social concreta (Mosquera, 1995). Un ejemplo temprano fue “Memoria de la Postguerra” (1993), un periódico cultural independiente publicado por la artista en Cuba hasta que fue confiscado y prohibido por las autoridades. Su “Cátedra Arte de Conducta”, implementada en La Habana de 2002 hasta 2009, fue un esfuerzo primordial y exitoso para la educación artística en Cuba, que en un momento crítico fomentó una nueva generación de artistas. Un ejemplo más reciente es el “Partido del Pueblo Migrante” fundado por Bruguera en la Ciudad de México en 2010.
¿Son estas obras de arte? ¿Solo usan el arte para otros propósitos? ¿Amplían el alcance y los límites del arte? ¿Son pertinentes estas discusiones? Quizás la designación y noción de “artivismo” sea la mejor manera de nombrar estas obras y describir su carácter híbrido. Muchos artistas hoy trabajan en esta dirección, y también las obras de arte a veces escapan hacia lo social siguiendo su propio proceso artístico, incluso si este no era su objetivo original, y viceversa, como podemos ver en algunas acciones políticas que incorporan medios estéticos, teatrales y simbólicos para incrementar su fuerza. De todos modos, es revelador que, lejos de las definiciones académicas, el régimen cubano esté evitando la palabra “artista” para referirse a Bruguera, y un blog oficial publicó un artículo titulado “Tania Bruguera de artista plástica a mercenaria provocativa” (Lagarde, 2015).
-Tatlin amordazado
Si la recreación de “El Susurro de Tatlin #6…” pretendía ser arte, las autoridades cubanas reaccionaron con una práctica extrema de la crítica de arte, que, por otro lado –y como ha sucedido antes–, cerró el círculo semántico de las obras de arte de Bruguera al actuar como un elemento activo para que la pieza creara su mensaje. Saavedra incluso ha dicho irónicamente que “el artista-provocador puso la idea y la Seguridad del Estado hizo la obra” (2015). Después de que su obra fue abortada/completada por la policía/coautora, el pasaporte de Bruguera y su computadora portátil fueron confiscados y se mantienen retenidos, mientras ella es procesada por un fiscal por presuntamente haber cometido tres delitos graves: “incitación al desorden público”, “resistencia a la policía”, e “incitación a violar la ley”, cargos por los cuales probablemente reciba una sentencia de cárcel. Hay un precedente: el artista Ángel Delgado fue llevado a juicio debido a un performance y pasó seis meses en prisión después de haber sido condenado en 1990 bajo acusaciones similares. El artista Danilo Maldonado (El Sexto) ha estado bajo arresto durante varios meses, también por un performance interrumpido. Bruguera se encuentra libre en Cuba mientras espera lo que ha sido un largo proceso penal. Permanece así muy probablemente por tratarse de una artista reconocida internacionalmente, y debido al impacto mediático internacional de su caso, aunque durante casi seis meses ha sido sometida frecuentemente a interrogatorios por parte de una teniente coronel del Ministerio del Interior y otros agentes, y ha sido amenazada por la policía.
El 20 de mayo, durante la semana de apertura de la XII Bienal de La Habana, Bruguera comenzó la primera sesión del proceso fundacional del “Instituto Internacional de Artivismo Hannah Arendt”. La fecha fue significativa: el Día de la Independencia de Cuba, que desde principios de la década de 1960 no ha sido celebrado oficialmente (la celebración fue cambiada al 26 de julio, fecha que marca el inicio de la lucha armada de Fidel Castro contra el dictador Fulgencio Batista). Las sesiones se llevaron a cabo en la casa de Bruguera en Tejadillo 214, ubicada en un vecindario popular en La Habana Vieja, pero a solo una cuadra del Museo Nacional. Su casa ha sido un sitio importante para la historia del arte reciente en Cuba, donde se han celebrado la “Cátedra Arte de Conducta” y otros eventos artísticos.
Para la primera sesión del Instituto de Artivismo, Bruguera abrió de par en par las puertas de la calle, al igual que en su memorable performance de 1997 “El Peso de la Culpa”, también un evento independiente, celebrado durante la VI Bienal de La Habana. Por medio de un comunicado por correo electrónico y folletos, la artista anunció que el libro de Hannah Arendt de 1951 “Los orígenes del totalitarismo” se leería ininterrumpidamente de principio a fin, tras lo cual se llevaría a cabo una acción pública (Yo también exijo, 2015). Su hogar permaneció abierto durante las 24 horas, y cualquier persona era bienvenida a participar en las lecturas y discusiones posteriores. Antes de la apertura, la policía le advirtió que no le permitirían utilizar la calle. Bruguera, en una hábil jugada, logró obtener una licencia como maestra privada, por lo que era perfectamente legal para ella hacer la lectura en interiores.
El performance comenzó según había sido anunciado, con un altavoz apuntando a la calle a través de la puerta abierta. Sin embargo, el fuerte ruido hecho por trabajadores que oportunamente comenzaron a perforar la calle frente a la casa –como parte de las obras que se estaban realizando en el vecindario– sobrepasaba el altavoz. Sin embargo, como dijo Luis Camnitzer:
El poder de la pieza no se derivó del contenido del texto, sino de la elección del libro, el lugar, y la resistencia concentrada de los involucrados en la maratón. (…) un texto filosófico, difícil de escuchar, y que probablemente excedía el periodo de atención concebible dadas las circunstancias, fue considerado suficientemente amenazante para el gobierno (o al menos para algunos de sus funcionarios), que se tomaron medidas para interferir con el performance. Lo que no entendieron es que el ruido del taladro no creo diferencia alguna. Con o sin el taladro, la pieza era intocable. Tania había identificado una grieta en el muro de las regulaciones oficiales, y las autoridades se revelaron sólo un paso por debajo del equivalente moral de quemadores de libros (2015).
Camnitzer consideró que la pieza era “probablemente una de las obras más elegantes y poderosas de Tania.” (2015).
Entre los lectores se encontraban amigos de Bruguera, algunos artistas y curadores que visitaban la Bienal, miembros de las Damas de Blanco (esposas de prisioneros cubanos de conciencia), y, hasta donde sé, solo un par de personas del mundo del arte cubano. La cantidad de visitantes fue mucho mayor, pero aun así prevaleció una falta de respuesta en una ciudad llena de eventos artísticos. Dicha indiferencia fue elocuente cuando agentes de la policía encubiertos impidieron que Bruguera ingresara en el Museo Nacional el sábado 23 de mayo para la apertura de la muestra de su amigo, el pintor Tomás Sánchez, quien la invitó a asistir. Los porteros afirmaron que el museo tenía el derecho a rechazar la admisión; paradójicamente, una obra de Bruguera estaba en exhibición como parte de la colección permanente del Museo. Este incidente fue presenciado por artistas y visitantes, y muy pocas reacciones ocurrieron en ese momento o más adelante. Todo esto es vergonzoso para la institución y el mundo del arte: independientemente de la opinión que cada uno tenga sobre el arte y la política de Bruguera, se trata de una artista seria siendo acosada y en peligro crítico solo por defender la libertad de expresión, algo crucial para el arte, crucial para todos nosotros. Todos podemos ser Tania. La solidaridad contra la censura y la represión es una responsabilidad general para los intelectuales que debe prevalecer más allá de sus diferencias y agendas.
-El grito de Arendt
El domingo por la tarde, tras completarse la lectura de Arendt, Bruguera salió de su casa, sosteniendo una paloma blanca en una mano y el libro de Arendt en la otra, acompañada por algunos amigos y visitantes de la Bienal. Salió a pesar de la presencia amenazadora de hombres de aspecto rudo por toda la calle. Caminó hacia la derecha, hacia la primera intersección, seguida por el grupo, y fue entonces, después de que recorriéramos unos 30 metros, que tuvo lugar otra performance. Como en un thriller de Hollywood, tres autos aparecieron, el primero se detuvo frente a Bruguera. Sus dos interrogadores salieron del vehículo rápidamente, la teniente coronel con su uniforme –todos los demás en el interior de los autos estaban vestidos de civil, al igual que los tipos rudos que rodeaban al grupo– y se enfrentaron a Bruguera de manera dramática, la teniente coronel gritándole. Le dijeron que no podía continuar y que la llevarían a casa de su madre, que se encuentra en un vecindario lejano. La artista discutió con ellos. Era una imagen conmovedora y significativa presenciar a la mujer alta y corpulenta en uniforme, junto al otro interrogador, confrontando a la artista mientras esta sostenía la paloma blanca y el libro en sus manos: toda la escena parecía una alegoría directa.
Más tarde, Bruguera me dijo que pensó en entregar el libro a la policía en un gesto simbólico. Pero luego decidió que sería mejor liberar a la paloma, que arrojó al aire. La paloma voló libre, pero, nerviosa y desorientada como estaba, golpeó la fachada de una casa y terminó en la acera, donde permaneció, confundida. Entonces la artista lanzó el libro con fuerza. También alcanzó a golpear una fachada, de manera muy violenta, produciendo un sonido fuerte e impresionante (incluso con la aglomeración, un silencio general prevalecía en la calle). Era como si el sonido del golpe del libro contra la pared hubiera comprimido en un solo estruendo todo el contenido del volumen, resumiendo las 100 horas de lectura que acababan de realizarse.
Mientras esto ocurría, un grupo de mujeres y hombres, muchos de ellos personas mayores, llegaron casi en una fila que nos rodeaba e impedía que nuestro grupo tomara fotos y videos (esta es la razón por la cual existe poco material visual que documente el evento). Bruguera finalmente ingresó al auto, y los tres vehículos abandonaron la escena, conduciendo en reversa. Cuando esto ocurrió, de manera sincronizada, el grupo de civiles comenzó a gritar consignas políticas de la época de la Guerra Fría, mientras que los vecinos de Bruguera permanecieron en silencio. En Cuba, este tipo de acción organizada se denomina “acto de repudio” y se ha escenificado a lo largo de los años para intimidar a los disidentes e incluso a personas que buscan abandonar el país. Luego, los participantes de la marcha de Bruguera se dispersaron, escoltados por los “Rambos”. Tras un tiempo dando vueltas en el auto, la artista fue finalmente llevada a casa de su madre, donde pasó la noche. Al día siguiente, me contó por teléfono que más de 50 disidentes fueron arrestados por la policía mientras salían de sus casas para participar en la culminación del performance, todos ellos liberados después de unas horas.
¿Por qué todo este exceso únicamente para detener a una artista sola? Por supuesto, se hizo para enviar el mensaje que ninguna oposición –ni siquiera artística– será tolerada en Cuba. Sin embargo, una operación policial tan vasta, bien planificada y coordinada, era también un síntoma de temor y debilidad. Muestra que en situaciones donde la disidencia es aplastada por los poderes establecidos, el arte recupera su filo crítico más agudo, recarga su cualidad verdaderamente subversiva. ¿Fue el performance de Bruguera interrumpido por la redada policial? Creo que tuve el privilegio de atestiguar un caso único en la historia del arte: un performance en las calles que fue completado en respuesta a su propia represión. No sabemos qué es lo que la artista realmente planeaba ejecutar en la calle. Lo que hizo con la paloma y el libro fue una reacción improvisada que resultó en un performance impresionante, que resumió la confrontación entre libertad y represión, conocimiento y poder, individuo y Estado, en una acción simbólica que fue más allá de la representación para tener lugar en la dura realidad, y que era un resultado inmediato de ella. Las acciones artísticas del performance fueron generadas por la represión misma que experimentó.
Para cuando finalizó la semana inaugural de la Bienal, Bruguera terminó amoratada cuando nuevamente la policía la arrestó temporalmente por asistir a una marcha de las Damas de Blanco, siguiendo su investigación en curso para una ley que planea proponer en Cuba sobre el derecho de expresión. La artista ha decidido seguir adelante con esto y con el Instituto Internacional de Artivismo. No sabemos qué será de ella. Como un participante de “El Susurro de Tatlin #6…” exclamó en 2009 en el podio, deseemos que algún día la libertad de expresión en Cuba no tenga que ser un performance.
[1] Véanse dos videos de la detención de Bruguera en http://esferapublica.org/nfblog/boicot-o-maraton-de-compras/#comment-37348. Para fotos e información sobre las actividades de Bruguera en Cuba, visitar https://www.facebook.com/YoTambienExijo?fref=ts.
Referencias
Bruguera, T. (2010). Declaración de Arte Politico. Recuperado de : http://www.taniabruguera.com/cms/388-1-Declaracin+de+Arte+Poltico.htm
Bruguera, T. (2005). La Biennale di Venezia. P.155
Debord, G. (2000). La sociedad del espectáculo. Valencia, España: Pretextos. P. 158
Camnitzer, L. (2015). Tania Bruguera’s Tatlin’s Whisper #6 and the Hannah Arendt International Institute for Artivism. Recuperado de: http://www.art-agenda.com/reviews/tania-bruguera%E2%80%99s-tatlin%E2%80%99s-whisper-6-and-the-hannah-arendt-international-institute-for-artivism/
Legarde, M. (2015). Tania Bruguera de artista plástica a mercenaria provocativa. Cambios en Cuba. Recuperado de: http://cambiosencuba.blogspot.it/2015/05/tania-bruguera-de-artista-plastica.html?m=1
Mosquera, G. (2009). Cuba en la obra de Tania Bruguera: El cuerpo es el cuerpo social. Tania Bruguera. En el imaginario político. p. 22-35. Recuperado de: http://www.taniabruguera.com/cms/210-1-Cuba+en+la+obra+de+Tania+Bruguera+El+cuerpo+es+el+cuerpo+social.htm
Mosquera, G. (1995). Resucitando a Ana Mendieta. México DF, México: Poliester. Pp. 53-54
Saavedra, L. (2014). Galería I-MAIL (Tania gana, los derechos civiles continúan perdiendo). Arrestos ARTbitrarios.
Saavedra, L. (2015). Galería I-MAIL (Libertad de expresión y espacio público). Arrestos ARTbitrarios.
Yo también exijo. (2015). Una sesión de más de 100 horas consecutivas inaugura el Instituto Internacional de Artivismo ‘Hannah Arendt. Recuperado de: https://www.facebook.com/notes/yo-tambi%C3%A9n-exijo/sesi%C3%B3n-por-m%C3%A1s-de-100-horas-consecutivas-inaugura-el-instituto-internacional-de-/1447563228877522/