
FORO CUBANO Vol 6, No. 65 – TEMA: EL FANTASMA DEL AUTORITARISMO EN LA REGIÓN Y LAS NUEVAS FORMAS DE GOBIERNO
Retos e implicaciones en la democracia: Nuevos formatos de libre expresión en X
Por: Daniel Hernández Ortiz y Gustavo León Morales
Febrero y marzo 2024
Introducción
Las redes sociales establecieron una forma distinta de comprender y compartir el mundo con los otros. Reinterpretando la condición humana como seres sociales y políticos (Arendt, 2018), las redes moldearon desde la inmediatez y la hiperproducción de contenido (siendo fiel a su naturaleza capitalista) las formas de socialización y aprobación. De esta manera diluyendo la distinción entre esfera pública y privada, fueron encontrando nichos generacionales y adaptando sus herramientas para una mayor difusión y presencia en las personas y los espacios.
La lógica de las redes sociales supuso la adaptación de la política y la comunicación adoptando nuevos formatos de funcionamiento, buscando encajar dentro de una estructura de constante renovación. De este modo las campañas políticas, la gobernanza, la comunicación gubernamental y los índices de aprobación se vieron transformados por esta nueva realidad, estableciendo esfuerzos mucho más claros hacia la utilización y entendimiento de estas para mejorar resultados.
Una de las redes en cuestión es X (antiguo Twitter), esta plataforma que encuentra en las palabras limitadas por un número de caracteres, mensajes cortos pero contundentes, manteniendo unos estándares menos regulados respecto a la libertad de expresión. Esto permite la construcción de nuevas narrativas y discursos dentro del debate público que permiten cuestionarlo todo, tanto gobiernos, cortes, congresos o parlamentos, hasta la estructura de la democracia misma. Es por ello que con tal flexibilidad en los contenidos de los mensajes y con una característica simpleza, se pueden encontrar en las interacciones dentro de esta plataforma mensajes con claras aspiraciones disruptivas respecto al estatus quo.
Esta tendencia parece ser mucho más clara con el auge de los memes políticos, que fuera del humor que buscan transmitir, también llevan consigo una fuerte carga ideológica que parece más proclive a reproducir y reforzar posturas antidemocráticas que a cuestionar el sistema. Lo complejo de esto es que más allá de pensar en una normativa dentro de los discursos en la red, el auge de estos mensajes parece más una tendencia aceleracionista para debilitar
directamente a la democracia como sistema, lo que nos hace preguntar sobre cuáles son los retos de la democracia en la era de la comunicación digital.
Comunicación y memes: De lo público al dominio.
¿Cuál es la importancia de X en todo esto? Observar a X, como una red social que en las últimas décadas ha sido estandarte para la comunicación global, estableciendo una de las principales herramientas de comunicación y de difusión, de programas, ideas y críticas. Es
por ello que ahora X parece ser la principal herramienta de comunicación de muchos políticos encontrando una alternativa efectiva ante los medios de comunicación, generando canales directos sobre todo con sus seguidores en su cotidianidad1.
Es precisamente esto lo que nos permite encaminar a X como una de las principales redes para observar esa relación “entre personas, entorno, información y tecnología, en las disputas en lo público, que participan los sistemas políticos, los medios de comunicación y los ciudadanos, teniendo en cuenta el intercambio y la confrontación de los contenidos de interés público-político”. (Federico, J., Uribe, et al. pág.27, 2023). Esta plataforma ha condicionado al debate a construirse desde mensajes sencillos y fuertes, buscando ser lo más claro posibles para la transmisión de sus ideas.
Dos de los principales exponentes de esta nueva tendencia son precisamente el presidente de El Salvador Nayib Bukele y el mandatario de Argentina Javier Milei. Estos dos actores de la política interpretaron de una forma novedosa el uso de las redes no sólo para establecer mejores relaciones con sus simpatizantes, sino también ejecutar sus funciones de gobernanza. Su lógica consiste en una comunicación agresiva y al punto, ridiculizando en su paso a quienes están en su contra3. Este enfoque sencillo dentro de las redes ha calado de gran manera en la población joven y/o desinteresada en la política.
La practicidad de la burla o lo que se puede llamar memes políticos en el debate público radica en la ruptura de la distinción entre lo público y privado. La llegada de las redes sociales mostraron un nuevo instrumento dentro del relacionamiento humano, estableciendo otro escenario para observar esa política dentro de lo público y lo privado, esta “distinción [...]fundamentada [...] en la organización griega, comprende todas las relaciones dadas en estas dos esferas, implicando conocer el papel de cada individuo en la ciudad-estado, pues el espacio [...], se diferencian en el trato de iguales (polis) y desiguales (familia)” (Leyton. pág; 53 2022).
El uso de X por parte de la ciudadanía, a veces en contra medida de discursos hegemónicos y otras veces identificados con un proyecto o con un ideario, se ve discriminado por una clara ironía. Ya que, el fenómeno de la globalización si bien, a priori, se puede observar como una reproducción de lo público (una democratización para la participación ciudadana), está también opacada por la extensión de la información desde temas tan complejos como ‘posverdad’, ‘populismos’ y ‘la construcción de enemigo’, que son parte fundamental del uso de X en la competencia política.
Maldonado, et al. (2022) menciona que “A través de su uso (de X), los líderes construyen de forma más efectiva sus imágenes y contribuyen a establecer imaginarios colectivos en las interacciones con sus públicos”. Esta aplicación natural por parte de la comunicación política, hace parte de la competencia y de la construcción del poder blando del individuo. Rancière (2013) menciona que
“la (...) eficacia del arte no consiste en transmitir mensajes, ofrecer modelos o contra modelos de comportamiento o enseñar a descifrar las representaciones. Consiste antes que nada en disposiciones de los cuerpos, en recortes de espacios y de tiempos singulares qué definen maneras de estar juntos o separados, frente a o en medio de, adentro o afuera, próximos o distantes. (...) La eficacia estética significa propiamente la eficacia de la suspensión de toda relación directa entre la producción de las formas del arte y la producción de un efecto determinado sobre un público determinado” (p.57, 60).
Por lo tanto, la aparición de la estética en la política hace referencia a la aplicación subjetiva de la des-identificación expresada por actos simbólicos que redefinen lo público, lo que se puede decir, y lo que se debe mostrar..
Acelerar la democracia
Este cambio como hemos visto, no solo se ve representado en la comunicación sino también en los tipo de sociabilidad, el impacto de las nuevas tecnologías nos hacen reflexionar sobre el estado de la democracia en función de adaptación a esa nueva realidad digital. El cambio que supuso la invención del internet tomó una velocidad vertiginosa y cada vez parece acelerar más en lo que respecta a la innovación y asimilación tecnológica (nótese la ruptura que ha creado la invención de la inteligencia artificial).
Es así que apostamos por el aceleracionismo como foco de análisis, como aceleracionismo “el término ha sido adoptado por un ‘grupo convergente’ de nuevas propuestas teóricas que pretenden conceptualizar el futuro fuera de las críticas tradicionales y regresivas” (Acosta. Iglesias citando a Avanessian y Reis, pág; 179, 2019). A diferencia de los principales postulados aceleracionistas ya sean de derecha (Land, 2017)4 o de izquierda (Williams y Srnicek, 2013)5, pensamos que más bien al aceleracionismo como una forma de presentar las fallas de la democracia a partir del nuevo paradigma de las redes sociales, en donde se exponen las fallas de este sistema a través de la aceleración de los mensajes dentro de estas plataformas, abriendo la puerta a propuestas más radicales en la política.
Previo al exponencial crecimiento de las redes, Jodi Dean (2005) ya nos advertía de los problemas para la democracia dentro de la comunicación, exponiendo una tendencia dentro de los medios en donde los mensajes cumplen únicamente con la circulación de contenido, pero se pierden en una avalancha de mensajes vacíos, que más allá de fomentar gobiernos Nick Land y su propuesta de acelerar las fallas dentro del capitalismo para precisamente llegar a una etapa post capitalista en donde el sistema haya superado sus limitaciones democráticos o formatos de resistencia, los atrapan en la aceleración de la ilusión de la participación (p 53, 55).
A esto lo llamó capitalismo comunicativo (Communicative capitalism), conceptualizando de esta manera una nueva forma del capitalismo tardío, que mezcla la democracia y el capitalismo, desde la creencia de que la comunicación (una forma mercado) es un lugar de aspiraciones democráticas, cuando los medios de comunicación (y para nuestro interés las redes sociales) a través de ideales de acceso, discusión, participación, etc. eclipsaron el potencial político de estos valores transformándolos en herramientas de marketing (Dean, 2005).
La simulación de la participación y deliberación desde la comunicación ha tenido nuevas dimensiones no solo en los medios sino también en el auge de las redes sociales. La simpleza del funcionamiento de las redes nos ha llevado a lo que Zizek (1997) llama fetichismo tecnológico (Technology fetichism). La simpleza de las acciones dentro de las redes, nos atrapan dentro la interpasividad6, nos pensamos como seres activos cuando creamos, compartimos, damos like, o incluso comentamos publicaciones, cuando en realidad somos pasivos, producto de la personificación del fetiche, solo estamos nutriendo un sistema algorítmico que privilegia desde la masividad su difusión.
El fetiche funciona para prevenir que algo realmente pase y tenga acción (Dean, 2005), desde las redes y por medio de la evidente barrera de las pantallas, encontramos satisfacción en la impresión de actuar en contra o a favor de una coyuntura o evento específico, cuando estamos cumliendo unicamente con una reproducción acelerada y sin sentido (en la mayoría de los casos) de los mensajes en un mercado digital, camuflado en la ilusión de la acción política.
La eliminación de la barrera entre lo político y el marketing dentro del aparato de comunicación, rasga por completo el entendimiento de la política como espacio de desacuerdo7 (Rancière, 1996), y pasa por una completa desconexión hacía el otro, llegando al malentendido8, nos sitúa en un mercado de alocuciones que buscan invisibilizar al otro, creando abismos irreductibles en la sociedad (al menos no a corto plazo). En este sentido resulta clara la propuesta de Dean (2005) en enfocarse en el concepto de post política de Zizek en donde resalta la necesidad de abandonar las viejas divisiones ideológicas, para que a partir del conocimiento experto y la libre deliberación se puedan afrontar los nuevos retos y problemas, entendiendo las verdaderas necesidades y demandas de las personas (Dean citando a Zizek p, 56, 2005).
Esta hibridación entre la democracia y el capitalismo que ha cooptado la comunicación, encuentra en la reproducción acelerada de mensajes vacíos evidencia las fallas de la democracia como un sistema que juega para el capitalismo y los intereses particulares. Siendo así, esto refleja indirectamente un sistema político en riesgo, no es coincidencia entonces que en la región actores como Bukele y Milei apuesten por políticas mucho más autoritarias y que contemplen la visión de un capitalismo sin restricciones. Las redes se juegan entonces una lucha cíclica entre los defensores de la democracia y quienes fungen como vehículo de crisis, navegando en la búsqueda de la creación de valor para subsistir dentro de la lógica capitalista desde la hiperproducción de mensajes y reacciones vacías.
Bibliografìa
Acosta Iglesias, L. Arroyo García, N. (2019). Pensar el aceleracionismo, ¿con o contra Marx? el fragmento sobre las máquinas a debate en el S. XXI
Dean, J. (2005). Communicative capitalism: circulation and the foreclosure of politics. Cultural Politics.Volume 1, Issue 1 PP 51–74. Duke University press.
Federico, J., Uribe, P., Lombana-Bermúdez, A., María, L., & Céspedes, G. (n.d.). 25 No 52 DICIEMBRE DE 2023 ISSN (en línea) 2590-8669. https://doi.org/10.29375/01240781.4741
Land, N. (2017). A quick and dirty introduction to accelerationism. Jacobite.
Leyton, M. (2014). Libertad: Entre lo público y lo privado en Hannah Arendt. Revista Espirales, 2(2), 47–55. Recuperado a partir de https://revistas.unicartagena.edu.co/index.php/espirales/article/view/768
Mila-Maldonado, J. A., Lara-Aguiar, J. A., Carrasco-Muro, C. D., & Narváez-Ruiz, E. E. (2022). Construcción política de Nayib Bukele en Twitter en el contexto del COVID-19. Universitas, 36, 19–41. https://doi.org/10.17163/uni.n36.2022.01
Rancière, J. (1996). El desacuerdo. Política y filosofía (Galilée). Ediciones Nueva
Rancière, J. (2013). El espectador emancipado. la ed. - 2da reimp. - Buenos Aires: Manantial, 2013. ISBN 978-987-500-137-4
Williams, A. Srnicek, N. (2013). #Acelera Manifiesto por una política aceleracionista. Trad. Comité Disperso
Zizek, S. (1997). The Plague of Fantasies, London.