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TEMA: PROTESTAS EN AUTORITARISMOS 

#MeToo en Cuba y el poder colectivo de las redes sociales

Por: María Paula Infante*

Enero 2020

Vistas

*Estudiante de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda y miembro del Semillero de Estudios sobre Cuba.

 

El Movimiento #MeToo (#YoTambién) se convirtió en un fenómeno mundialmente reconocido desde octubre del 2017, a partir de un artículo de The New York Times que reveló las denuncias de numerosas actrices como Rose McGowan y Ashley Judd sobre las agresiones y acoso de carácter sexual que sufrieron en repetidas ocasiones por parte del productor y ejecutivo cinematográfico Harvey Weinstein.

Los comportamientos de este hombre fueron un secreto a voces por casi tres décadas en la industria del entretenimiento, e incluso, se sabe de al menos ocho casos en los que los abogados de Weinstein llegaron a acuerdos económicos con sus víctimas a cambio de su silencio (Kantor y Twohey, 2017).

Las denuncias de estas mujeres, sumadas a la avalancha de acusaciones colectivas en contra de la violencia machista que se vive en Hollywood, inspiraron a la actriz Alyssa Milano a compartir en Twitter el siguiente trino:

"Si todas las mujeres que han sido acosadas o agredidas sexualmente escribieran 'Yo También' como un estado, podríamos darles a las personas una idea de la magnitud del problema".

Horas después, había miles de testimonios, no solo en Twitter, sino también en Facebook e Instagram, y al día siguiente, #MeToo era tendencia mundial en la primera red mencionada. Algunos mensajes eran confesiones detalladas, otros eran desgarradores por su simpleza, pero todos tenían en común esas dos palabras que lograron unir a miles de personas distintas alrededor del mundo: Yo También.

Sin embargo, el movimiento Me Too va mucho más allá de una indignación circunstancial. La activista y defensora de los derechos humanos Tarana J. Burke lleva trabajando desde el 2006 por la dignidad de los supervivientes de violencia sexual. En sus propias palabras, "Todo comenzó cuando me sentía frustrada por toda la violencia sexual que veía en mi comunidad (New York, EE.UU.) así que tomé un trozo de papel, escribí “Me Too” y elaboré un plan de acción para un movimiento centrado en el poder de la empatía entre los supervivientes" (Burke, 2018).

Para lograr que el movimiento Me Too derive en un verdadero cambio cultural que elimine este tipo de violencias en la sociedad es necesario dejar de ver los casos de acoso y abuso como unos simples actos individuales de personas perversas y depravadas que tienen comportamientos aislados. No son sólo "manzanas podridas", es toda una complicidad alrededor de estos actos, una normalización del acoso y una impunidad contra los victimarios latente.

Sin duda Cuba no es la excepción a estas dinámicas. En los resultados de la Encuesta Nacional sobre Igualdad de Género (ENIG) realizada en el 2016, podemos ver que el 44,3% de la población encuestada está de acuerdo con la afirmación que los hombres no pueden controlar sus deseos sexuales, el 44% considera que las mujeres deben siempre complacer sexualmente a su pareja y el 60,6 % piensa que “la mujer que soporta el maltrato es porque le gusta y no por miedo”. Estas concepciones contribuyen a perpetuar los estereotipos de género que ubican al hombre como incapaz de controlar sus instintos sexuales y relegan la sexualidad de la mujer a un segundo plano, en el que deben cumplir su rol como proveedora de placer para el hombre, justificando así la violencia.

Lo anterior se ve reflejado en que el 26,7% de las mujeres entre los 15 y 74 años han sido víctimas de algún tipo de violencia de género en los últimos 12 meses, específicamente, el 2,2% ha sufrido algún tipo de violencia sexual. A pesar de que un 88,7% de los encuestados considera que en Cuba se aplican las leyes que protegen a las mujeres, y un 85,5% afirma conocer lugares o servicios que dan atención a las mujeres que son víctimas de violencia, tan solo el 3,7% de las víctimas ha acudido a alguna institución u organización social en busca de ayuda, siendo la Policía, la Fiscalía y la FMC los lugares donde más se dirigen (ONEI, 2016). Estas cifras, aunque no logran captar la magnitud del problema, sí demuestran que en la isla la violencia sexual sigue siendo un fenómeno que afecta aún a muchas cubanas.

Las denuncias en masa y los mensajes informativos de apoyo empoderan a los supervivientes de violencia sexual, ya que les brindan una sensación de soporte colectivo, ponen en el debate público un tema que históricamente ha sido un tabú y que se intenta ocultar cuando ocurre en una oficina, aula de clase, barrio u otro espacio comunal. Inicialmente, los supervivientes buscan un reconocimiento de lo sucedido, un espacio que les permita decir su verdad, contar su historia y sentir que no están solos. En un país como Cuba, donde la Ley No. 54 de 1985 (Ley de asociaciones), que restringe la capacidad de los ciudadanos (especialmente a las mujeres) de desarrollar redes de apoyo y cuidado, la libertad de expresión (y asociación) que otorgan las redes sociales las convierten en el lugar ideal para plantear el inicio de un debate tan necesario para la sociedad.

La primera figura pública que compartió su testimonio de #MeToo en Cuba fue la cantante Dianelys Alfonso, más conocida por su nombre artístico “La Diosa de Cuba”, quien denunció en junio del 2019 durante el show de entretenimiento virtual “Hola Ota-Ola”, dirigido por Alex Otaola, que el reconocido músico José Luis Cortés "El Tosco", quien fue su manager y con quien mantuvo una relación sentimental, la sometió durante años a abuso sexual y maltrato físico, económico y psicológico. Posterior a sus declaraciones, La Diosa de Cuba afirma que fue a la policía a interponer una denuncia por amenazas, ya que Cortés le envió varios mensajes intimidantes luego de que apareciera en el programa de Otaola, pero los oficiales la negaron alegando que él ya había interpuesto una denuncia por difamación en su contra y, por tanto, la suya no era procedente. No obstante, Dianelys logró comunicarse con una fiscal que abogó por su caso y, actualmente, se encuentra activo el proceso penal (Borrero, 2019).

El caso de La Diosa provocó una reacción en redes similar a la que se describe aquí con el #MeToo; horas después se leían en redes etiquetas como #MetooEnCuba, #NoEstasSola y #DiosaYoSíTeCreo, que expresaban su apoyo a las denuncias de la cantante y, en algunos casos, compartían experiencias de acoso y abuso propias.

El 27 de junio del 2019, unos días después de que se conocieran las denuncias de La Diosa, se creó en Facebook el grupo YoSíTeCreo en Cuba (@yositecreocuba), que se denomina como una plataforma de apoyo a las víctimas de violencia machista en el país. A pesar de no ser el único grupo de apoyo creado por mujeres cubanas existente en esta red, es, a mi parecer, el más relevante de ellos. A la fecha, a 2014 personas les gusta la página y 2097 siguen su contenido. Pero lo más destacable de este grupo es que logró convertir estas denuncias y mensajes de apoyo en unas exigencias concretas: en noviembre de ese mismo año se publicó en la página el manifiesto de Solicitud de Ley Integral contra la Violencia de Género en Cuba ante la Asamblea, una carta abierta dirigida a Esteban Lazo Hernández, Presidente de la ANPP; Ana María Mari Machado, Vicepresidenta de la ANPP; Homero Acosta Álvarez, Secretario de la ANPP y Secretario del Consejo de Estado; y Arelys Santana, Presidenta de la Comisión Permanente de Atención a la Niñez, la Juventud y  los Derechos de Igualdad de la Mujer, y firmada por cuarenta "ciudadanas cubanas, mujeres diversas con preocupación por la persistencia de la violencia de género en el país".

En la solicitud, las mujeres exigen que se cree esta ley para dar cumplimiento al mandato constitucional del artículo 43, que señala el deber del Estado de proteger a las mujeres de la violencia de género en cualquiera de sus manifestaciones y espacios, y crear los mecanismos institucionales y legales para ello. Reclaman, además, que el propósito de dicha ley no debe ser únicamente punitivo, sino que debe "crear las bases para implementar un sistema integral de prevención y atención, que eduque a la ciudadanía en una vida sin violencia de género, garantice el acceso a la justicia, preserve las vidas de las mujeres, considere la necesidad de la habilitación de refugios y casas de acogida para las víctimas, y construya programas de concientización para las mujeres, los agresores, las instituciones y la sociedad en su conjunto". Las firmantes manifiestan que un principio clave en el desarrollo de la ley debe ser la transversalidad, promoviendo así que exista una integralidad legal en el reconocimiento de la violencia de género, que incluya tanto instrumentos jurídicos como el Código de Familia, el Código del Trabajo, el Código Civil y el Código Penal como protocolos especiales en instituciones policiales, jurídicas, centros educativos, espacios culturales y de militancia política, además de una política pública de prevención.

Siguiendo los planteamientos de Tarana Burke, la fundadora del Movimiento Me Too, es la capacidad de resiliencia de los supervivientes la que impulsa este movimiento, el poder de la empatía se convierte en una fuerza transformadora de la sociedad cuando logran organizarse redes de apoyo que generen planes de acción en pro de la calidad de vida de las víctimas y la prevención y erradicación de nuevas violencias. Este movimiento es tan importante gracias a su espontaneidad y a la libertad que le permite el desarrollo en internet; el caso de Cuba es una muestra de ello: el poder de asociación que permiten estas redes virtuales logran conectar las denuncias de miles de mujeres cubanas alrededor de unas exigencias concretas. Yo también les creo a estas mujeres.

Referencias

Borrero, D. (2019). La Diosa de Cuba, la primera que habló. Tremenda Nota. Recuperado de: https://www.tremendanota.com/category/violencia-machista/

Burke, T. (2018) Me Too is a movement, not a moment. TEDWomen 2018. Recuperado de: https://www.ted.com/talks/tarana_burke_me_too_is_a_movement_not_a_moment?language=es

ONEI. Encuesta Nacional de Igualdad de Género, 2016. Recuperado de: http://www.onei.gob.cu/node/14271

Kantor, J. & Twohey, M. (2017). Harvey Weinstein Paid Off Sexual Harassment Accusers for Decades. The New York Times. Recuperado de:  https://www.nytimes.com/2017/10/05/us/harvey-weinstein-harassment-allegations.html

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