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FORO CUBANO Vol 3, No. 21 – TEMA: INDICADORES –

Los jóvenes y los emprendimientos privados, sus opciones a futuro y su importancia para los cambios sociales que se avecinan en Cuba

Por: Fundación Logos

Junio 2020

Vistas

La Organización Mundial de la Salud propuso en el año 2018 una escala de edades para la estratificación de la adolescencia y la juventud. La propuesta se recoge en el documento La salud de los jóvenes: un desafío para la sociedad, y es una consideración genérica en períodos de 5 años en los que términos como juventud y adolescencia resultan intercambiables entre los 10 y 19 años:

  • Juventud: 10 a 30 años (datos según la Organización Mundial de la Salud)

  • Pubertad: 10 a 17 años (adolescencia inicial o temprana, juventud inicial)

  • Post-Adolescencia media o tardía: 18 a 24 años

  • Jóvenes adultos: 25 a 30 años

Una realidad creada y mantenida

El hábitat social, ya sea en las grandes y superpobladas ciudades o en los más ignotos y apacibles entornos rurales, ha cambiado drásticamente los supuestos o reales avances tecnológicos que contienen en sí mismos principios manifiestos de esclavitud existencial y/o dependencia motivacional. El desborde de las energías contenidas en edades muy tempranas de la vida y las carencias, muchas veces del tipo emotivas en los más jóvenes exponentes del quehacer humano, predeterminan actitudes medibles, valorando de maneras muy específicas espacios físicos grupales como refugio ante la avalancha de control que ejercen familiares y adultos cercanos.

El internet, el sexo, las drogas, las bebidas alcohólicas, las necesidades de aceptación o la rebeldía son algunas de las llamadas marcas o termómetros que pretenden establecer patrones de comprensión sobre el fenómeno actual de la juventud y sus ejes de movilidad. No obstante, existen otros menos visibles, pero igual de importantes, que nos permitirán a lo largo del presente material ir definiendo reglas y preceptos que están siendo aceptados por cada vez mayor cantidad de jóvenes en el mundo y en un sentido muy particular y visible en la Cuba de grandes y profundos cambios que, de ser vistos a tiempo, se pudiera estar a las puertas de una transformación generacional. Estos cambios están efectuándose ahora mismo, de acuerdo con patrones muy alejados de la formula ideológica preconcebida por el partido comunista y su sistema administrativo, dentro, incluso, de lo que se conoce como los tomadores de decisiones o el poder real, que también está cambiando, aunque persisten los cuidados extremos en las formas y maneras.

Los niños cubanos de los años 90 del pasado siglo

Mucho se ha hablado, e incluso escrito, sobre la profunda e insalvable crisis que condujo a la extinción del comunismo y socialismo europeo del este, que incluyo a la Unión Soviética. Se ha especulado sobre el alto impacto que esto tendría para la permanencia del socialismo en Cuba y la brecha que irremediablemente se abrió en las formas de aceptación por parte de la ciudadanía de la isla en el modelo impuesto por el bloque comunista de entonces; no pocos analistas definieron este periodo como “El principio del fin del socialismo o comunismo cubano”. Sin embargo, no ocurrió así. No obstante, sí podemos decir que la década de los 90 del pasado siglo sepultó definitivamente el pensamiento progresivo de la generación histórica sobre la conducción política y de masa social en Cuba, abriendo brechas obligatorias e insalvables en el muro. Sin embargo, se equivocaron los presupuestos sociales y políticos en boca de expertos sobre el destino irremediable de la Cuba de finales del pasado siglo; puede que uno de los principales factores que sostuvieron la no ocurrencia de cambios sustantivos en el orden político cubano fuese la ausencia de motivación en el liderazgo y la conciencia individual de los jóvenes de entonces o, lo que resulta aún más preocupante, la negación interna a encabezar movimientos o formas de vanguardia, alejadas de los principales ejes ortodoxos muy arraigados en los postulados del añejo comunismo, con visajes de marxismo muy acomodados a la tropicalidad en el manejo de la política nacional.

Las condiciones en las cuales se comenzaron a gestar los sueños e ilusiones de los niños nacidos entre los años 1980 y 1990 distaron mucho de ser la prioridad del gobierno en Cuba, dadas las características que el mundo que rodea la mayor isla antillana comenzaba a manejar. Cuba comenzó a sufrir un deterioro indetenible y extremadamente acelerado en los principales renglones de su política interna o de control social, lo que precipitó nuevas formas de concebir el país por parte de los jóvenes. Estas novedosas formulas y criterios renovadores, así como postulados de cambio, exigen un reordenamiento de las vertientes de aceptación cultural invocada desde una visión aperturista hacia la economía de mercado como generadora de posibilidades. Existe una delgada línea aún por saltar, que puede ser el interruptor de encendido para esta nueva visión de la sociedad más joven en Cuba, se llama confianza y esta puede proporcionar la autenticidad, originalidad y frescura en las maneras de cambiar el futuro.

Se han desaprovechado muchas y excelentes oportunidades para la canalización de talentos excepcionales en la figura de los jóvenes cubanos que, en derredor a la ideología de sus padres y antecesores, han ido modelando sus propias formas de comportamiento, utilizando de maneras muy novedosas las plataformas ya existentes para posicionarse como figuras latentes de sus propias iniciativas, muchas de las cuales se gestan y nacen en Cuba y se desarrollan fuera del país; los ejemplos sobran.

La fórmula privada en el sistema económico doméstico, impacto y permanencia

Durante los pasados 10 años, y cada vez con mayor presteza, los  jóvenes cubanos han aprendido a identificar las posibilidades que existen en la potencialidad de la empresa privada nacional, que pese a trabas de carácter burocrático, miedos gubernamentales y controles excesivos y obsoletos, llegó para quedarse en el imaginario de los noveles y bisoños emprendedores domésticos que, para mediados del 2018, se habían apropiado del 37 % de los emprendimientos exitosos en toda Cuba, constituyéndose por derecho propio en una poderosa fuerza a tomar en cuenta.

Para Rodrigo y su novia Alexandra, la programación de computadores resultaba un insondable caudal de aprendizaje y satisfacción, por este motivo decidieron actualizar su estatus de vida y emprender un negocio juntos con este perfil, asociados a otros amigos de la Universidad.

Rodrigo cuenta que el primer mes de comenzar esta nueva etapa de la vida y, dadas las características que presenta el ejercicio de la gestión privada en Cuba, parecía imposible que tuviesen éxito. No obstante, decidieron diversificar la oferta y no solo reparar o programar en computadores, extendieron también a la telefonía celular la posibilidad de negocios; esto ocurría a principios de 2017, para mediados del 2018 contaban con dos oficinas más en La Habana y se habían expandido con una franquicia[1] al centro del país. La oferta resulta, según Rodrigo, insuficiente ante la demanda creciente, no solo de los servicios especializados y profesionales que brindan, sino que también ofrecen la venta de computadores y celulares nuevos y a precios en extremo competitivos. Según Alexandra: “imposibles de superar en la calidad y oferta, incluso por las propias empresas del Estado y gobierno cubanos: ETECSA S.A[2]”.

Rodrigo y Alexa tienen 28 y 27 años, respectivamente, han viajado fuera de Cuba en varias oportunidades por negocios o turismo, tienen casa propia y medios de transporte individuales (motocicletas), y señalan estar en condiciones de saltar del emprendimiento raíz a una empresa de clase media, con todo lo que esto implica.

Su único impedimento está resultando ser, incluso después de muchos ajustes, la insuficiencia gubernamental para entender la supremacía de la empresa privada sobre la empresa central nacional, o lo que es verdaderamente preocupante, aunque soluble, la persistencia de los temores que entraña la solvencia económica en la nueva generación de cubanos que ha llegado para quedarse.

Castaño, otro joven emprendedor, relata que, siendo muy niño, veía cómo su madre y abuelos tenían que trabajar duro para poder comprarle lo básico que le permitiese asistir a la escuela. Ya en la universidad comenzó a trabajar en las noches, primero, en una cafetería 24 horas, luego pasó a ser el comprador de este negocio y así fue acumulando cierto capital que le permitió, a la altura de su cuarto año de carrera (Ingeniería industrial), reparar de manera capital su vivienda y acondicionar los dos últimos cuartos de esta para comenzar un negocio de renta de habitaciones.

Hoy, Castaño, es el flamante dueño de un muy bien posicionado Hostal de La Habana, cuenta con seis empleados, tiene su casa propia con todo el confort necesario, realiza viajes periódicos al exterior por negocios u ocio, cuenta con auto propio y hace muy poco tiempo abrió un bar-cafetería que, según cuenta, le permite diversificar y crecer como empresario, completando de esta manera un ciclo que comenzó solo como un sueño, de algún día tener una vida mejor para él y sus descendientes.

Solo resta que el gobierno político-administrativo Cubano se disponga a entender o que el país condicione una apertura necesaria y, por demás, exigida por la actualidad económica doméstica, en los apartados de su economía central incapaz de entender el mercado y, a su vez, necesitando la creación de un mercado, capaz de propiciar un cambio tan importante como ineludible para el gran salto en las reformas que pálidamente, en algunos sectores y con una fuerza arrolladora en otros, y pese a los discursos y frases oficialmente reconocidas de apoyo y/o permanencia a los antiguos modelos, han comenzado a vislumbrarse.

La pertinencia de un modelo económico privado “a lo cubano” para el desarrollo individual y colectivo de la sociedad es una fórmula que, con un éxito notable, ha irrumpido de maneras no contempladas por el ideológico y oficial pensamiento político. En el apartado social la propia juventud ha intervenido de diversas maneras, creando realidades constantemente con base a los estímulos que reciben. Estos estímulos y su interpretación moldean su forma de sentir, pensar e interactuar con los demás, es decir, las propias características personales influyen claramente en las conductas sociales y si estas se encuentran fundamentadas en el adelanto y desarrollo de una nueva mentalidad y estructuralidad en el poder de tomar decisiones. Resulta indetenible este proceso de cambio en Cuba, solo hay que analizar detenidamente el “cómo” para que sea progresivo, no hacia cambios simples o cosméticos, más bien lograr que estos modelos nuevos y experimentales tengan un peso político importante, generado en medida principal por la soberanía individual y como colectividad, que es capaz de brindar la generación económica privada y la confianza que este fenómeno, por demás atractivo, es capaz de concebir en el actual ideario nacional, regido y desarrollado con una fuerza arrolladora por los sectores juveniles.

La economía privada en las manos de los emprendedores cubanos ha adquirido dimensiones no contempladas en ningún otro lugar del hemisferio: negocios florecientes en un país que no contempla amparos legales de tipo alguno para el ejercicio privado del trabajo; carencia prácticamente total de los insumos necesarios para la correcta puesta en marcha y mantenimiento de estos negocios; básicamente ninguna experiencia en este modelo de gestión de la economía; la ausencia de un mercado capaz de atender las crecientes necesidades que genera este sector en crecimiento, son algunos de los signos o razones por las cuales entendemos de la pujante condición que hoy presentan los empresarios cubanos, que los constituyen por derecho propio, en referente de estudio, no solo como emprendedores de éxito, sino también como la generación de los cambios sociales y políticos.

Esta realidad puede constituirse en modelo sobre las posibilidades de transformación existentes en Cuba y de cara a tiempos medios en el ordenamiento económico y político nacionales. El impacto que ha generado la economía de carácter privado en el orden ideológico y político partidista en Cuba no es posible ocultarlo por más tiempo, recientes medidas tomadas por el gobierno de la isla, con la total anuencia del partido comunista en la persona de su primer secretario, así lo demuestran:

  • Apertura de tiendas que efectúan la venta de sus productos en MLC, o sea USD.

Esta medida, en boca de algunos expertos, responde a una desesperada condición del gobierno en Cuba, relacionada con la captación de divisas tan necesarias para el saneamiento de sus finanzas internas.

Si bien esta aseveración resulta lógica y contiene aciertos tipificados en la posible utilización de medidas como estas y otras de corte parecido, en la tan necesaria unificación monetaria, no responde solo a esta figura del accionar económico central del Estado.

La creciente pujanza de la economía nacional con su modelo privado de gestión ha puesto en una posición muy desventajosa la percepción social de una cada vez mayor cantidad de personas a lo largo y ancho de toda la isla en relación con la verdadera naturaleza de la economía central del Estado, todo esto ante las múltiples carencias de la población cubana. Por otra parte, se ha dolarizado de maneras muy rápidas e inconvenientes para la permanencia de un pensamiento y accionar únicos e ideológicamente correctos, de acuerdo a los postulados históricos del partido comunista, la economía de bienes y consumos; se asocia desde ya el dólar norteamericano con la posibilidad de adquisición de bienes negados bajo los pretextos más absurdos e irrelevantes, lo que se constituye en un problema de alcances mayúsculos pues se establece una circulación monetaria virtual que ha conseguido en tan solo cuatro meses la depreciación rápida e indetenible de la moneda de cambio cubana (CUC) y, por consiguiente, un breaking point entre los que pretenden cambios drásticos e inexorables en Cuba, tomando como principal eje de referencia y movilidad de la economía y los que, aun desde una posición retrograda e irresponsable, continúan creyendo en el milagro de la palabra política, allí donde se ha mutilado la esperanza y la confianza de más de una generación de cubanos y hoy se erige un muro de inconformidades, incluso entre algunos de los mismos postulantes y apoyadores del sistema.

  • La capacidad importadora de bienes por parte de ciudadanos naturales cubanos sin la necesidad de tener personería jurídica.

Esta desesperada medida responde a una oculta necesidad que, durante años, se ha pretendido ocultar por parte del Estado y gobierno en Cuba: La insuficiencia empresarial para atender y sustentar adecuadamente las crecientes necesidades de la población en Cuba y, en los últimos 10 años, del sector empresarial privado. De esta manera, se establece un flujo relevante de mercancías que se deslindan de la responsabilidad del Estado para con los ciudadanos y permite establecer estrategias que a mediano plazo ayuden a establecer marcos jurídicos de control ante lo impostergable en el esquema económico nacional: La creación y puesta en marcha de leyes y principios de mercado.

 

Esta medida se constituye en una enorme apertura para la persona natural en Cuba, que puede de esta forma establecer una vinculación directa no solo con las empresas proveedoras de bienes, y también contribuye a una cada vez mayor independencia en las formas y acciones individuales, lo que estimula mayor confianza grupal y crea una natural propensión a los cambios sociales. Los jóvenes cubanos son los más inclinados a este tipo de disrupción, dadas las características sociales que hoy presentan y que se encuentran dentro de sus capacidades respectivas de respuesta ante el fenómeno actual de reacomodo del modelo cubano.

De maneras nunca contempladas (al menos en los pasados 60 años), las matrices de opinión y comportamiento de diferentes grupos sociales en Cuba han cambiado sin la dirección o la propaganda de los medios de difusión masiva al servicio del gobierno y Estado cubanos. La relevante participación en la vida pública nacional de la clase media compuesta en una proporción importante por empresarios de éxito probados[3] y, entre los cuales, jóvenes de ambos sexos, ocupan lugares de excelencia regionales, así lo demuestran.

Cuba cambia social y económicamente, ¿después qué?

El continuar mirando a los cubanos, sean jóvenes o no, es contrario a la lógica y a la razón que ha motivado el desarrollo y despliegue en el sector privado nacional de las fuerzas productivas. Estas han desatado una espiral de acontecimientos de tal magnitud en el paso al progreso de sus respectivas empresas y/o negocios, que han ocasionado brechas en el sistema económico central del Estado, insuperables al menos para el modelo que se pretende implementar por parte de los actuantes en el gobierno. A todas luces, esos modelos responden a una cada vez mayor posibilidad para la autonomía empresarial, incluso en las empresas normadas por el Estado, así como aperturas que llevan implícitas formas y maneras del mercado, tan necesario como importante para la restauración de la confianza de los ciudadanos cubanos, que han dejado de creer paulatina e indeteniblemente en un modelo político insalvable por sus postulados y proyecciones, y que, no obstante, sigue siendo la apuesta partidista cubana por sus potencialidades populistas y de control público y social.

Sería conveniente señalar que el hoy de Cuba no responde a las ideas preconcebidas para el ayer de la isla y, si bien es cierto que se mantienen ciertas formas y manerismos políticos, estos no han podido contener el natural desarrollo que imponen la modernidad y el cese del aislamiento forzoso impuesto por una cultura de miedo al progreso, siendo precisamente el progreso el causante de la evolución hacia cambios pensados como cambios y no solo como reacomodos de un ciclo sistémico, por demás inexistente en las concepciones y proyectos de vida de las jóvenes generaciones en Cuba.

Las actuales crisis de la democracia, la gobernabilidad y gobernanza en el continente y fuera de este han alcanzado también a Cuba y los cubanos, los planteamientos del cómo y por qué debemos tener diferencias, cómo lo diferente enriquece, así como un nuevo concepto del cómo ser cubanos se abre paso por momentos más rápido que en otros y, no obstante, de maneras radicalmente opuestas a lo contemplado hasta hoy por parte de los tomadores de decisiones, los de antes y los de ahora.

Los cambios económicos han preparado el camino para el aparecimiento ya tangible de nuevas clases sociales, con inquietudes propias, a las cuales el gobierno está tratando de darle respuestas, muchas de ellas desesperadas. Las nuevas generaciones de cubanos no entienden y no quieren entender, ellos no vinieron en el yate Granma, no pelearon en la sierra maestra, no formularon los postulados ideológicos de sus padres y abuelos y, por último, no les funciona el actual sistema, con el cual no se sienten identificados; la construcción de una nueva forma de pensar político está en marcha.

Naturales recomendaciones

  • El nuevo gobierno cubano podría proceder a una aceptación plena de las asociaciones con empresas internacionales, seleccionadas de acuerdo con los intereses internos de la isla, sin la consecuente pérdida de los incentivos, tan necesarios, para el desarrollo de la industria privada, como consecuencia inversión directa entre personas naturales con capital de inversión y empresas foráneas.

  • Definir carreras con perfil universitario que sean de medio tiempo, o definidas como técnicas superiores, que se encuentren en el rango de entre dos y tres años, potenciando de esta manera el interés de los jóvenes en su desarrollo y permitiéndoles mayor flexibilidad para el ordenamiento laboral.

  • Eliminación de los obstáculos que impiden la inversión directa extranjera (IDE), aparejado a un cese del control de las autoridades cubanas. Cuba tiene que pasar de una economía dirigida y centralizada a un estado o marco regulatorio más moderno, acorde con los tiempos y su propia necesidad de cambio estructural económico y social.

  • El gobierno cubano debe declarar cuáles son las actividades prohibidas y exponer que todas las otras actividades son parte del comercio, así se propiciaría un adecuado flujo de inversiones de los nacionales y se adecuarían los rangos apropiados del mercado, eliminando las innecesarias prohibiciones que tanto dañan la inversión privada y, por consecuencia, el desarrollo.

  • Mayor profesionalización de los rangos privados de inversión doméstica, aceptación de la mano de obra calificada agregándole el sujeto cualificado y avalado por estudios superiores a las diferentes licencias para el ejercicio de la gestión privada de la economía, sin las típicas restricciones impuestas para los profesionales de diferentes especialidades que lastran irremediablemente las fuerzas productivas de la nación.

  • Aceptar la aparición de la clase media nacional, amparada en una potente gestión privada que hoy presenta un aproximado de 600 mil empresarios que generan el 10 % del PIB nacional.

  • La eliminación de partes del aparato estatal no productivo, que provocan lógicas desviaciones y potenciales centros de corrupción.

  • La eliminación del paternal sistema de rescates financieros que, durante las últimas tres décadas, han lastrado el sistema de cobros y pagos nacionales, que ostenta una deuda publica impagable.

[1] No contemplada aún para los nacionales, aunque presente en las leyes y disposiciones, así como en la cartera de oportunidades de la Cámara de Crédito y Comercio de la República de Cuba. 

[2] Empresa cubana de telefonía.

[3] La expansión y consolidación de la economía privada puede poner a prueba el control hegemónico de la economía central del estado e incluso el monopolio político del partido comunista como único e indefectible guía de la sociedad cubana.

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