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FORO CUBANO Vol 4, No. 30 – TEMA: SOCIALISMO LATINOAMERICANO. REVISIÓN CRÍTICA–

Los ideales ilusorios del socialismo y el hombre en Cuba

Por: Caroll Cárdenas López

Marzo 2021

Vistas

Se hace referencia a la noción del “hombre nuevo” y como la identidad de la sociedad cubana se ha visto supeditada a este ideario revolucionario, en donde aquel que no encaje, se comprende como un enemigo del régimen en el poder.

La transición hacia el socialismo en Cuba que empezaba con la llegada de la Revolución en 1959, tenía como parte de sus fundamentos la participación de los individuos y la formación de aquel hombre socialista, el cual llamado como “hombre nuevo”. Quien plantea dicho término es Ernesto Guevara en “El socialismo y el hombre en Cuba”, texto que escribe en 1965.

De acuerdo con Armas (2020), Guevara intenta en este documento “refutar el argumento capitalista de que el proceso de transición socialista en que se encuentra Cuba se caracteriza por la abolición del individuo en aras al Estado” (p.4) y lo que intenta es mostrar la “conciencia colectiva” que adquiere en el proceso revolucionario, recalcando que la sociedad socialista la va a construir ese hombre nuevo. En este marco los individuos se agrupan bajo una misma causa, agrupación que se encuentra bajo el concepto de “la masa”. Los dirigentes, en cabeza de Fidel Castro, serían los representantes de los intereses de dicha masa, y el partido se concebiría como la vanguardia ideológica de la masa, de manera que se logre profundizar “la conciencia socialista para que en el futuro comunista el partido se convierta en una organización de masas” (p.5). Sin embargo, 62 años después de la Revolución y 56 años desde que Guevara redacta dicho texto, el Partido Comunista de Cuba (PCC) jamás logró convertirse en aquel aclamado partido que representa los intereses de la masa, y tampoco lo han hecho sus dirigentes, quienes únicamente han velado por mantener el poder en sus manos e ir en pos de sus intereses personales.

Además de esto, el papel de la educación directa e indirecta en este proceso es fundamental. La educación directa se lleva a cabo a través de la escuela y el partido, y la educación indirecta presiona socialmente a la masa a que se apropie de la nueva cultura ideológica y demanda que los individuos que no se han incorporado a la colectividad den el salto y se incorporen a la masa (Armas Pedraza, 2020). Aunque estas palabras aparentan no tener algún problema, conllevan un gran peligro de fondo. Contrario a lo que la misma autora argumentaba al inicio, la formación del hombre nuevo no es siquiera una opción que cada individuo decide tomar. Es una imposición que tienta contra su integridad y libertad de poder decidir, implicando una coacción en el actuar de cada persona para que “salte y se incorpore a la masa” a como dé lugar, aboliendo su verdadera identidad.

Aunado a lo anterior, si bien Jorge Turner (1988) señala que “El hombre nuevo es diverso. Tan diverso como son los temperamentos y las aptitudes humanas (…) el premio para los revolucionarios es “la nueva sociedad donde los hombres tendrán características distintas: la sociedad del hombre comunista” (p.6), la realidad difiere bastante a lo planteado. Los hechos y el paso del tiempo han demostrado todo lo contrario a lo expresado por ambos autores, dando razón a dicha premisa en la que el individuo pierde su carácter como alguien distinto a los demás, con su propia cultura, creencias y forma de pensar, y sólo es entendido bajo de los ideales de la Revolución.

La sociedad cubana poco a poco fue perdiendo su propia identidad, la cual fue supeditada a la imagen del hombre nuevo revolucionario, y todo aquel que no se alineara a ese ideal era considerado como un enemigo de la revolución, y, por ende, de todo el pueblo. Bajo este concepto, inconscientemente está presente la dinámica del amigo-enemigo de Carl Schmitt, donde todo aquello que no sea igual a lo que yo soy, no comparta mis intereses o encaje bajo el estereotipo impuesto, se convierte en aquel enemigo que hay que destruir y eliminar. Como consecuencia, a los ojos de aquella masa, la vida, el valor y la dignidad como ser humano de este enemigo desaparece, dando lugar a que el régimen pueda hacer con ellos lo que crea conveniente para cumplir con sus lineamientos y objetivos. Es así como las violaciones constantes a los Derechos Humanos se han perpetuado en Cuba contra aquellos que se consideran diferentes al ideario revolucionario.

Acorde con lo anterior, en febrero de 2020 la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) publica el informe de la situación de Derechos Humanos en Cuba, en el cual expresa preocupación por personas opositoras. En el informe la CIDH (2020) hace énfasis en que Cuba sigue siendo el único país del Hemisferio en el cual no existe ningún tipo de garantías para el ejercicio del derecho a la libertad de expresión, además que la Comisión ha presentado información que da cuenta de la situación de especial riesgo que enfrentan las personas defensoras de derechos humanos, quienes han sido víctimas de detenciones arbitrarias de corta duración, procesos de criminalización y persecución judicial, así como de constantes restricciones de viajes internacionales o retaliación en el regreso al país.

Frente a este último aspecto, desde enero de 2019, hasta marzo de 2020, se encontraron 245 casos de regulados, que son personas a quienes les han prohibido salir del país (Suárez, 2020). Constantemente, periodistas, activistas y líderes políticos han denunciado que dicha regulación migratoria es usada por el gobierno como una herramienta para reprimir y castigar a quienes se oponen a los ideales del gobierno (Marchionna, 2019). Dicho proceder, tal como ha expresado la CIDH (2020), “viola el derecho que todas las personas tienen a la libre circulación y residencia, tanto al interior del país como al exterior”, consagrado en el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Todo este tipo de violaciones han contado con el apoyo de aquellos cubanos que intentan seguir cumpliendo con el arquetipo del hombre nuevo, pese a que en la teoría éste se asomaba como una “lucecita” en el individuo y afloraba sus mejores cualidades de solidaridad (Turner, 1988), lo cual continúa demostrando el peligro y la falsedad que siempre ha habido detrás de este imaginario. No obstante, la lucha para poder vencerlo sigue presente y cada vez con más fuerza y visibilidad tanto dentro como fuera de la isla. Distinto a lo que Guevara expresaba, las nuevas generaciones no vinieron libres de ese “pecado original” de no ser auténticamente revolucionarios. Al nacer bajo un contexto lleno de mentiras, engaños y abusos llegaron con ganas de ser libres de aquel ideal ilusorio que se les ha impuesto de cómo deben ser, pensar y actuar, demostrando que el ser cubano no está ligado con ser ese hombre revolucionario ideal, es algo trasciende mucho más allá.

Referencias

Armas Pedraza, G. (2020). De vuelta a «El socialismo y el hombre en Cuba»: Herramientas teóricas marxistas para el análisis de la realidad contemporánea de Cuba. Revista Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina, 8(1).

CIDH. (2020). Situación de Derechos Humanos en Cuba. Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Recuperado de: http://www.oas.org/es/cidh/informes/pdfs/Cuba2020-es.pdf

Marchionna, B. (2019). Regulación Migratorias VS Regulados por Pensar. Demo Amlat. Recuperado de: https://www.demoamlat.com/regulacion-migratorias-vs-regulados-por-pensar/

Suárez, Y. (2020). Regulados en Cuba, prisión a cielo abierto. CONNECTAS. Recuperado de: https://www.connectas.org/regulados-en-cuba-prision-a-cielo-abierto/

Turner, J. (1988). El Che y el hombre nuevo. Estudios Latinoamericanos, 3(4), 5-7. Recuperado de: http://dx.doi.org/10.22201/cela.24484946e.1988.4.47135

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