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TEMA: ESCRITORES Y ARTISTAS

La peña del júcaro martiano: un espacio para el pensamiento libre en el interior de la isla

Por: Mario Félix Ramírez*

Diciembre 2019

Vistas

*Poeta y crítico. Reside en Camagüey, Cuba. Entre sus últimas publicaciones se encuentra el poemario Corolarios (Ediciones Homagno, 2019).

 

Cuando en 1995 se cumplieron cien años de la muerte de José Martí, tres hombres del Camagüey decidieron rendirle homenaje a través de una acción poética o performance, continuidad de una leyenda cuyo origen se remonta al Diario de Campaña, y que supimos por el hermoso libro de testimonios Martí a flor de labios, de Froilán Escobar, quien la recoge de boca de uno de aquellos campesinos que rodearon al héroe en sus días finales. Apócrifa o no, la historia habla acerca del júcaro bajo cuya sombra descansara Martí, y del cual se haya una anotación en el Diario: “Nos limpian un árbol y escribimos al pie”. Parece ser que los campesinos de la zona marcaron tal árbol, al que rendían culto hasta que en 1952 fue derribado por orden de un terrateniente. La siembra de tres júcaros en distintos puntos de la ciudad fue entonces el acto escogido por el escritor Rafael Almanza, el ecologista Eudel Cepero y el músico Louis Aguirre, para conmemorar el significativo centenario. Tres júcaros para suplir al que fuera derribado, en un hecho simbólico que evoca el misterio de la resurrección, tan frecuentado en la literatura y la oratoria martiana. El primero de ellos, imagen de lo histórico, fue sembrado en el Museo Provincial; un segundo en el Casino Campestre, emblema de lo civil; y un tercero como representación de lo sagrado, en el patio del Convento de La Merced. Precisamente en el Boletín Diocesano de esta última institución, que circulaba por la fecha, se puede leer el resto de la performance:

La siembra del árbol estuvo precedida por la interpretación de la obra “La Anunciación de la Virgen”, por el violinista Aguirre. Almanza explicó con sencillas pero vibrantes palabras el sentido de este acto. Cepero sembró la postura, tierna y frágil y, seguidamente, Mons. Adolfo [a la sazón, Arzobispo de Camagüey] resaltó la iniciativa de estos jóvenes y la significación del hecho.

A grandes rasgos así transcurrió lo que desde aquel momento comenzó a llamarse la Peña del Júcaro Martiano. Un espacio sostenido en medio de las vicisitudes y carencias del Período Especial, y a pesar del monopolio ideológico que de la figura de Martí había llevado a cabo el gobierno revolucionario por décadas. Era necesaria una purga del pensamiento librepensador del Apóstol, tergiversado y vinculado a las necesidades del régimen totalitario, y el renacimiento de su verdadero espíritu parecía adecuarse al despertar espiritual que la nación experimentaba en la época. Pero el suceso no pasó desapercibido para las autoridades, y en 1996 se produjo la detención de Rafael Almanza, principal organizador, quien llevaría adelante el proyecto ante el exilio sucesivo de la mayoría de sus colaboradores.

Al amparo de la Iglesia Católica, y con sede en la Casa Diocesana de La Merced, la Peña continuó desarrollándose hasta el año 2000, en el que nuevos conflictos con la llamada Seguridad del Estado obligaron a permutar la sede para la casa del poeta Almanza, en la céntrica calle Rosario. Desde entonces y hasta la fecha se han celebrado las veintinueve ediciones con las que cuenta hoy la Peña, y en 2013, acompañando otra performance (Un jugador de abalorios), fue sembrado un nuevo júcaro que preside el patio de lo que su anfitrión ha bautizado “enviroment habitable”. Otro cambio notable en la realización de la Peña ha sido su paso de una a dos sesiones en el año. La incorporación de la Sesión de Verano en 2015 proporcionó, o sumó a lo existente, diferentes maneras de tributar al pensamiento martiano, a través de la obra particular de los participantes o de la recuperación de personalidades olvidadas de nuestra historia, por citar dos ejemplos.

Próxima a cumplir veinticinco años de fundada, la Peña del Júcaro se ha mantenido de forma independiente como un espacio sin precedentes en la isla, quizás solo comparable al Espacio Aglutinador que coordina Sandra Ceballos desde la capital habanera. Rara avis de los eventos de provincia, incluso de los institucionales oficialmente establecidos, la Peña ha reunido a notables y variados ponentes que han abordado las disímiles aristas del universo martiano con resultados sorprendentes, ampliamente debatidos y que en la mayoría de los casos han pasado a formar parte de la obra de vida de los autores. Pero, como ya adelantamos, el diapasón temático ha alcanzado, sobre todo en los últimos años, la multiplicidad de las propuestas, llegando a acoger exposiciones de artes visuales, performances, recitales de música y poesía, lanzamiento de libros, revistas y sitios web, entrevistas, exhibición de materiales audiovisuales, y hasta tesis científicas. En la actualidad, mientras se elabora el Archivo de la Peña, se han computado más de ochenta participaciones activas en poco más de cuarenta autores, además de la producción de una docena de documentales que testimonian el devenir del evento, o al menos, parte de ese devenir, desde que se cuenta con los recursos materiales para este empeño.

La labor comunitaria es otro acápite estimable en lo que ha sido esta congregación de ciudadanos libres, pues además de haber acogido a intelectuales de todas las regiones del país y a algunos extranjeros, la Peña ha conquistado público entre los vecinos de la legendaria villa agramontina. Ante las dificultades que afrontan los organizadores con el incremento de las políticas gubernamentales que pretenden ahogar la libertad de expresión y de reunión de las personas, vale reconocer la participación del ciudadano de a pie, como suele decirse, en los encendidos debates que suscita siempre cada encuentro. Una ponencia, Martí, hombre común, del investigador José Manuel García Vázquez, presagió en 2003 lo que después constituyó un fenómeno social que no deja de ser insólito en el interior de la isla, y que se aviene al espíritu de la leyenda que dio origen y nombre al evento. Incluso en 2001 ya la Peña tuvo un primer atisbo de la duplicidad que ostentaría luego, cuando un grupo de peñistas emigrados efectuó una sesión en Miami. Y esta variedad de locaciones ha sido una de las tareas pendientes del proyecto, teniendo en cuenta lo acontecido en las dos últimas ediciones.

El año 2018 será recordado entre los cubanos por la promulgación del manido decreto 349, que atenta contra la independencia del sector cultural de la nación, y que fue, y es, motivo de polémica en este sector desde antes de entrar en vigor en el mes de diciembre del año en cuestión. A lo que habría que sumar el debate promovido a nivel nacional en torno a una Asamblea Constituyente que debía modificar la vigente legislación. El día 29 de diciembre fue el señalado para realizar una edición más de la Peña, y como es de suponer, un análisis sobre estos aspectos desde el lente del pensamiento martiano no podía faltar. Y no faltaron, a pesar de las agresiones que la Seguridad del Estado llevó a cabo contra varias de las personas que estaba previsto tomaran parte en la reunión: visitas e interrogatorios a centros de trabajo y hogares, amenazas por vía telefónica, intervención de teléfonos celulares y manipulación del reciente acceso a internet, hasta acciones más directas como las efectuadas el mismo día 29 contra la fachada de la sede de la Peña. Finalmente, Contra el decreto 349 y Martí: Constitución social y Constitución, de Léster Álvarez y Rafael Almanza, respectivamente, fueron dos de las ponencias escuchadas aquella noche, bajo la tensión de una probable irrupción violenta de la policía política, y sospechando las consecuencias de la osadía.

Tales secuelas no se hicieron esperar, y en la sesión de verano del año siguiente, el operativo policial montado en los alrededores de la casa de Almanza impidió la entrada del público que se disponía a asistir al evento, donde sería presentado un libro de poemas y un destacado artista debía hablar sobre una curiosa historia que tenía por protagonista a Martí. Sin embargo, las previsiones de días anteriores permitieron la asistencia de un grupo reducido de peñistas, lo cual hizo posible la consecución de una parte del programa, y la utilización de las redes sociales para difundir y concelebrar lo hecho. Dos días después la Peña volvió a sesionar para concluir exitosamente el programa anunciado, en lo que constituyó la primera edición con más de una jornada de duración, y la entrada en la era de las transmisiones virtuales, que además de acrecentar y modificar la participación del público, propició el indispensable debate que es tradicional de estas reuniones. Pero esta vez el hostigamiento de los órganos de represión no terminó aquí y al cabo de un mes, y mediante el ya habitual recurso de citación en una estación policial, la Peña fue declarada oficialmente prohibida por las autoridades, para asombro de su principal organizador, y del sector independiente de la intelectualidad cubana, que pudo presenciar la aplicación explícita del mencionado decreto 349.

Si bien la Peña no ha pretendido establecerse como un espacio outside, como se ha visto, el contexto ha obligado a sus organizadores al aislamiento en provincia y al trabajo silencioso y con un bajo perfil de divulgación. Solo en el año en curso este silencio ha sido quebrado con la aparición de una página web de autor de Rafael Almanza (www.rafaelalmanza.com), en el que puede apreciarse el desarrollo del evento, como parte imprescindible de la obra de este destacado intelectual.  Tampoco ha sido un objetivo rescatar la figura de Martí en oposición a la imagen del héroe construida por las instituciones del régimen, o incluso, a aquella otra imagen elaborada por un conjunto de intelectuales del exilio. La resurrección del espíritu martiano es tácita, y creciente en los últimos años, como se aprecia en la evolución de la Peña misma, o en proyectos tan recientes como el crowdfunding que dio lugar a la edición facsimilar, ciento treinta años después, de La Edad de Oro. Que Martí no necesita ser rescatado, sino que somos nosotros quienes necesitamos se nos rescate en el camino erigido por el Apóstol, es nuestra más profunda creencia. Con esa fe es que trabajamos cada año, y desde hace un cuarto de siglo, para continuar la herencia cívica, intelectual y humana del más grande de los cubanos.

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