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FORO CUBANO Vol 5, No. 47 – TEMA: 11J: "A UN AÑO DEL GRITO DE LIBERTAD" –

¿La juventud de Cuba es dócil? 

Por: Ana Maria Sarmiento Hernandez

Agosto 2022

Vistas

En los últimos 3 años se ha visto en varios países de latinoamérica la movilización masiva de jóvenes en contra de los gobiernos de turno como pasó en Colombia, Chile, Bolivia y más recientemente en Ecuador1. Así pues, mientras la juventud en Latinoamérica alzó su voz a través de la movilización frente a los gobiernos de turno consolidando un espíritu primaverezco me pregunto ¿por qué la juventud en Cuba después del 11J de 2021 no ha vuelto a salir a la calle a presionar un cambio en el gobierno? Me respondo primero desde la intuición, es decir como esperar que se movilicen si no viven en una democracia (por lo menos no en una liberal y representativa) y ante la ausencia de dicho sistema no hay garantías y muchos menos se aceptan las ideas en contra del régimen lo que resulta en el uso de la represión para la contención de la ciudadanía.  

 

Entonces, ¿es suficiente la represión para doblegar a la juventud? no, pero solamente no en países en donde hay esperanza de la democracia, es decir donde al menos se considera la idea de un Estado Social de Derecho, en países en los que aunque el sistema democrático sea fallido hay una probabilidad de que la mayor parte de derechos sean protegidos. Por otro lado, me respondo que sí, se puede desmoralizar con represión a la juventud que solo ha conocido un gobierno responde con violencia o escasez. Allí encontramos una gran diferencia, mientras que en los demás países la juventud se movilizaba incluso cuando había violencia por parte del Estado, la ciudadanía se sentía respaldada por un sistema de derechos existentes. Pero, en Cuba no hay nadie que castigue, ni que pueda libremente señalar el uso de violencia como un crimen ejecutado por el Estado.  

 

Porque sin duda es más fácil llenar el vaso cuando está a la mitad, que tener que llenarlo completo mientras alguien te sostiene las dos manos atadas en la espalda. Por ello, se podría decir que la “normalización” del régimen por parte de las personas jóvenes de la isla se sostiene en que nacieron en la madre patria socialista bajo una democracia disfrazada, que resulta siendo autoritaria, poco garante de los derechos y las libertades civiles. Aunque claro está que nacer y crecer durante la permanencia de un mismo sistema no significa que no se pueda cuestionar, refutar y contradecir las ideas que sustentan la doctrina del régimen. El problema en el país insular es que ese ejercicio solo se puede hacer como en la Iglesia: en la conciencia y en silencio. 

 

Si bien en Cuba ya existen más de cuatro grupos generacionales, estos se han integrado por la acumulación de experiencias vitales heterogéneas, dada la socialización que han experimentado desde diferentes fases de la Revolución. La juventud del país isleaño se caracteriza además por estar altamente urbanizada y tener un menor ritmo de ascenso social y participación que sus predecesores (Dominguez, 1997) lo que ha generado una amplia ola de migración de personas jóvenes hacia otros países del mundo. Si lo pensamos bien la juventud de la revolución se movilizaba casi toda en conjunto en torno a las figuras revolucionarias. Pero en comparativa hoy las opciones políticas de movilización son casi nulas. Por un lado, la única plataforma de acción política juvenil debe ser la Unión de Jóvenes Comunistas o cualquier célula política del partido, y por otro lado las redes sociales están censuradas, sabiendo que estas significan hoy una gran herramienta de expresión ciudadana. 

 

Domínguez (1997) además asegura que otra diferencia entre la juventud de Cuba de este decenio y la juventud que vivió la revolución es la esfera de la educación. Que si bien se supone que se asegura un acceso para toda la población es claro que el sistema educativo está permeado por la ideología del régimen. Filmus y Frigeo (1998) sostienen que la educación en sistemas autoritarios tiene un propósito disciplinador (siguiendo el pensamiento sobre la coerción educativa de Foucault,) siendo la educación un mecanismo para diseñar comportamientos con el fin de  legitimar la organización jerárquica del régimen. Esto se complementa con el “currículum oculto” que lleva a censurar el contenido académico y las ideas del profesorado. Todo ello termina impactando en la forma de la juventud de concebir el mundo.   

 

Entonces, sabiendo que las herramientas para la movilización juvenil en Cuba son restringidas y sabiendo que la educación encierra dentro de un círculo de ideas inamovibles que se supone no deberían ser cuestionadas, el hecho de que la juventud haya salido a manifestarse en las calles el 11J es señal de un despertar muy importante, porque hicieron visibles los cuestionamientos y las inconformidades de los manifestantes (en su mayoría jóvenes). Y entendiéndolo de esta forma se hace visible que el 11J es una hazaña que desmiente la idea de que la juventud en Cuba tiene la cabeza agachada. Sin embargo, las consecuencias del levantamiento se sostienen. Mujeres y hombres jóvenes desaparecidos, judicializados a partir de falsos cargos, golpeados y sus familias perseguidas. Estigmatizados por los medios de comunicación como vándalos.  

 

Todo ello, es solo una muestra de que la resistencia juvenil en Cuba no es equiparable a la del resto de Latino America y el Caribe, su oposición ha sido más fuerte y más duradera. Porque la resistencia no solo es la movilización social como lo hemos hecho parecer, la resistencia es la protección de la vida propia y la de los seres queridos, la resistencia es esperar el momento en que el pueblo que ha sido amordazado empiece gota a gota a llenar el vaso, la resistencia es el levantamiento cuando el represor menos se lo espere, y así fue el 11J, contra todo pronóstico. Y tal vez en este año que llegó no se repitió la movilización el mismo día, pero tal vez mañana otro grupo de jóvenes grité ¡LIBERTAD, PATRIA Y VIDA! y retumbé en el corazón de los cubanos que la juventud tiene la esperanza de un país liberado.  

 

Bibliografía 

 

Dominguez, M. I. (1997). La juventud en el contexto de la estructura cubana. Datos y reflexiones. Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS)., 67-81. 

Filmus, D., & Frigerio, G. (1998). Educación, autoritarismo y democracia). Cuadernos FLASCO. 

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