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TEMA: LIBERTADES CIVILES

Estrategia post-red: la lucha cubana por las libertades civiles desde un nuevo espacio de acción

Por: Stephany Castro García*

Mayo 2020

Vistas

*Estudiante de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda

La expansión de la internet y las redes de comunicación, han creado la utopía de un mundo mejor. La confirmación y conformación del sueño de M. McLuhan (1964) con su “aldea global”, gracias a la democratización de la web, ha resignificado los comportamientos de los Estados y la sociedad civil – retando las rivalidades entre grupos y creando nuevas formas de ejercer poder (Douzet, 2014).

 

A la luz de ello, los gobiernos autoritarios han reconocido que en este teatro pueden operar nuevas amenazas, dentro de las que reconocen a las Organizaciones de la Sociedad Civil (Schimitter & Karl, 1991). La idea, ha sido tratar de restringir al máximo el acceso a este nuevo espacio de acción, en principio, con normas para el control y costos excesivamente altos de la internet; pero más recientemente, con estrategias reactivas y proactivas que monopolizan la red gracias al boicot y cibersabotaje (Kalathil & Boas, 2001).

 

Cuba, es la materialización de cómo todas estas estrategias de los regímenes antidemocráticos han pretendido – y, en ocasiones, logrado – “matar” el ciberactivismo y la labor de muchos periodistas independientes. Muchos que, desde la isla, encuentran nuevas herramientas para la reivindicación de la información, más allá de la generada por el oficialismo.

 

Ahora, aunque el régimen castrista siempre pareció mostrar interés por otros medios de control ciudadano – como la unificación de la prensa escrita oficial en el periódico Granma, o algunos más radicales como las famosas Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) –, desde la primera conexión a internet en la isla en 1996, el ciberespacio ha sido un imperativo para el gobierno. Más para evitar amenazas a su Seguridad Nacional vía intervención extranjera satelital (Kalathil & Boas, 2001).

 

"Cuba, es la materialización de cómo todas estas estrategias de los regímenes antidemocráticos han pretendido – y, en ocasiones, logrado – “matar” el ciberactivismo y la labor de muchos periodistas independientes"

Por eso, desde entonces las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) han sido de propiedad y operadas por el gobierno para cumplir los objetivos de la Revolución; haciendo, además, que el acceso a la red sea de crecimiento lento y muy limitado. El Decreto Ley 209 de 1996 es el eje fundamental de dicha regulación en la isla, y la norma que sienta las bases de un acceso selectivo que prioriza, siempre, al sector público sobre el civil – tanto, que para 2001 sólo había un único cibercafé en La Habana, ubicado en el edificio del Capitolio y con precios que la mayoría de cubanos no podía asumir.

 

El acceso público y comercial a la internet era casi que nulo e ilegal, y solo hasta entrados los 2000 pensó en abrirse a otros sectores de la población; eso sí, siempre con miras a un control radical. Para entonces, el régimen pensó de nuevo en resignificar conceptos, alentando el uso público de la Intranet. El proyecto, permitía el acceso a correos electrónicos y páginas web nacionales, y sujetaba a control de “preaprobación” todo aquel que excediera las fronteras. Sin embargo, para 2007, la directiva se endureció con la Resolución 127 del Ministerio de la Informática y las Comunicaciones, y se prohibió además la difusión de cualquier tipo de información que no respondiera al “interés social, la moral, las buenas costumbres y la integridad de las personas”. O que, en todo caso, lesionara la Seguridad Nacional – anclada a la subjetividad del régimen.

 

Más recientemente, el Decreto 370 del 2019 ha confirmado las directrices anteriores, desplazando cualquier sospecha de cambio en el marco normativo de las TIC en Cuba. La norma, ha aniquilado la labor independiente en la isla planteando sanciones que van desde multas incosteables[1], hasta el decomiso de equipos de trabajo, la clausura e, incluso, la persecución[2]. Todas estas barreras de actuación, gestadas desde la legalidad del oficialismo, han configurado esas estrategias reactivas del gobierno ante el estallido de internet y las redes sociales.

 

"para 2007, la directiva se endureció con la Resolución 127 del Ministerio de la Informática y las Comunicaciones, y se prohibió además la difusión de cualquier tipo de información que no respondiera al “interés social, la moral, las buenas costumbres y la integridad de las personas” "

Ahora, más allá de lo normativo, ha habido una estrategia subterránea para boicotear y sabotear portales de información independiente que funcionan en la isla. Mucho más proactiva, esta labor se ha ejercido desde los Ciberclarias[3], por ejemplo, quienes a la luz de la apertura a redes como Facebook y Twitter, se han configurado como los nuevos bots para la “defensa de lo indefendible”. Utilizando perfiles falsos, jóvenes pagados por el gobierno, agentes de seguridad del Estado y funcionarios administrativos anónimos, se camuflan en las redes para llevar a este nuevo espectro el control social de los contenidos que publican y difunden los ciudadanos.

 

El monitoreo constante, la persecución a los críticos del régimen, y el imperativo por extender el monopolio de la información también al ciberespacio, ha perpetuado una especie de verticalidad en el manejo de los contenidos que se generan en Cuba. Y el gobierno ha conservado el control gubernamental sobre cualquier expresión u Organización de la Sociedad Civil que se geste desde, tradicionales o nuevos, espacios de acción.

 

Los datos actuales no alientan el cambio ni el optimismo. Según la Sociedad Interamericana de Prensa, para 2018 la persecución y los ataques a periodistas y blogueros independientes, que la mayoría de las veces actúan y difunden su información por internet, ascendían por sobre 300 denunciantes al año. Y el comunicado de las ONGs y medios de comunicación sobre el Decreto 370, confirman el ascenso de la cifra por cuenta de las amenazas, interrogatorios y decomiso de sus herramientas de trabajo. Como lo afirma Reinaldo Escobar, periodista independiente que ha vivido la regulación en carne propia, “si bien el régimen no ha asesinado periodistas, sí ha asesinado al periodismo”.

 

Sin embargo, es cierto que la monopolización de los medios tradicionales de control y comunicación, como el Granma o la Televisión Cubana (TVC), ha sido retada por la horizontalidad y la explosión de actores desde el ciberespacio y las redes sociales. Se ha sobrepasado la forma tradicional de generación y difusión de contenidos: ya no hay un emisor único, y por más que el gobierno cubano intente monopolizar su rol, ya no es el dueño de la información que sale desde la isla.

 

Por supuesto, falta mucho para igualar las capacidades de ambos actores en este nuevo espacio de acción. Las normas para el control de la información y el ciberespacio que emite el gobierno restringen aún más la labor independiente y activista en Cuba, pero, al mismo tiempo, retan su capacidad de invención para abrir la lucha por las libertades civiles a la comunidad internacional. Con ello, han logrado estrategias que van desde la difusión de podcasts por medio de WhatsApp, hasta el funcionamiento de los portales web por dominios extranjeros, que son mucho más difíciles de rastrear.

 

La transformación hacia el aprendizaje de nuevas herramientas, les ha llevado a optimizar la lucha por las libertades civiles llevándola a nuevos “teatros de operación”. Podría decirse, entonces, que el proceso de reivindicación de derechos ha sido por doble vía: una, en el cumplimiento de su labor periodística o activista, generando información independiente y alternativa a la monopolizada por el oficialismo. Y otra, en el ejercicio de la misma, superando las barreras de acción (legales y subterráneas) impuestas por el oficialismo; e ideando nuevas estrategias para su funcionamiento que el gobierno no pueda controlar. Afortunadamente, y como bien lo decía Marta Gaba en su texto para Foro Cubano ed. Febrero (2020), la internet hoy se ha convertido en un nuevo espacio para la confluencia de aliados en la lucha por la libertad.

 

"las normas para el control de la información y el ciberespacio que emite el gobierno restringen aún más la labor independiente y activista en Cuba"

Con todo ello, la inminente “amenaza” al régimen por el pluralismo de las ideas y la información está siendo, de nuevo, resignificada gracias a la internet y las redes sociales. El ciberespacio ha configurado un teatro de operaciones en el que, para los gobiernos autoritarios antidemocráticos, ya la información no se genera top-down sino bottom -up, y ahora cualquier persona con un smartphone y acceso a internet puede viralizar contenidos. Gracias a ello, la lucha por las libertades civiles en Cuba, también, ha podido acelerar y viralizar su acción; sin embargo, por más legítima que sea las restricciones del gobierno parecen fortalecerse ante su capacidad de acción.

 

Falta mucho todavía para afirmar que las restricciones cesarán, o que se avecina un cambio que afloje el uso de la internet y la difusión de contenidos en la isla; precisamente por eso, la estrategia post-red de la labor independiente en Cuba debe continuar su rumbo, y aunar apoyo internacional para contener los abusos del gobierno. El ruido siempre será su mejor aliado, y las redes sociales han sido hasta ahora el mejor medio para amplificarlo: sin ellas, nunca hubiese conocido el blog de Yoani Sánchez, los performances reivindicativos de Luis Manuel Otero, o los enfrentamientos y abusos de autoridad que sucedieron en la marcha del 11 de mayo de 2019.

 

Referencias

Douzet, F. (2014). La géopolitique pour comprendre le cyberespace. Herodote, n° 152-153(1), 3-21.

 

Kalathil, S., & Boas, T. C. (2001). The Internet and state control in authoritarian regimes: China, Cuba and the counterrevolution. First Monday.

 

 Karl, T. & Schmitter, P. (1991). “Modes of transition in Latin America, Southern and Eastern Europe,” International Social Science Journal, number 128 (May), pp. 269–284.

[1] “Cuba y su Decreto Ley 370: aniquilando la libertad de expresión en Internet”. Comunicado ONGs y medios de comunicación en contra del Decreto 370, mayo del 2020.

[2] En términos de interrogatorios, amenazas, privación a la libertad de circulación, de acceso a la información, entre otros.

[3] ADN Cuba. (2020, febrero 12). ¿Cómo detectar a una ciberclaria? ADN Cuba. https://adncuba.com/noticias-de-cuba/como-detectar-una-ciberclaria

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