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FORO CUBANO Vol 5, No. 48 – TEMA: 11J: "CIUDADANOS CUBANOS EN BUSCA DE SU LIBERTAD PERDIDA"–

Espero regresar a mi país, a servirle, cuando sea

Por:  Roberto Veiga González

Septiembre 2022

I

 

El trabajo sociopolítico que realizo desde hace más de veinticinco años procura una República civilizada, libre y plural, con relaciones de apertura, democracia, concertación y bienestar; además, reconciliada, lo cual quizá deriva de mi historia personal.


Provengo de una familia atravesada, desde 1959, por la emigración y siempre sentí congoja ante la angustia de mis abuelos por esos hijos suyos que estaban lejos, con los cuales no compartirían la vida. Cuando nací en 1964, mi padre era un joven revolucionario que participaba del quehacer sindical y del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, quien fue ocupando cargos políticos importantes. De todas maneras, siempre viví con escaseces y frágiles condiciones. Incluso, mi hermana mayor que vivió enferma por 19 años careció de medios imprescindibles a los que en aquella época podía acceder la mayoría de la población. Mi madre la cuidó sin condiciones ni ayuda, y yo la acompañé todo ese tiempo. Después que falleció mi hermana, mi madre se encargó de cuidar a mis abuelos y luego comenzó a padecer demencia senil, lo cual la condujo a una muerte muy injusta. 


En medio de esa “soledad” una tía de mi madre (madre de quien fuera sacerdote y progresivamente obispo, arzobispo y cardenal Jaime Ortega) no dejó un instante, mientras vivió, de ofrecernos una luminosidad que pocos logran recibir. También a través de ella tuve mi primer encuentro con Dios, cuando aún no alcanzaba los dos años, sin que esto fuera inducido, porque ella nunca quiso mezclar la relación familiar con su condición de católica. Eran tiempos difíciles, mi padre era dirigente revolucionario y la Iglesia y el Estado estaban en conflicto. La religión era considerada como “ideología enemiga”. 


Mi bautizo marcó a mi familia. Al nacer, familiares maternos y mi madre decidieron bautizarme, pero sin contarle a mi padre. Él se enteró el mismo día, pero tanto quería a quienes me llevaron al bautizo que hizo silencio; sin embargo, pasaron meses y fue conocido por alguna instancia política y mi padre fue citado para darle a escoger entre el matrimonio y su condición de revolucionario. No tomó una decisión inmediata por el estado de mi hermana, pero pasado un tiempo se enamoró de otra joven y sus jefes lo ubicaron en una provincia lejana desde donde sólo podía pasar unos días en nuestra casa cada dos o tres meses. Y así, poco a poco, se fue alejando, hasta que un día no lo vimos más. 


Mi padre fue promovido gradualmente y cuando muere Lázaro Peña, a quien tenía gran afecto, lo sustituyó en el cargo de secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba, y ocupó esa responsabilidad por quince años. Participó en la Conferencia de 1965 que instituyó el Partido Comunista de Cuba (PCC) y designó al primer Comité Central. En el primer Congreso del PCC integró el Comité Central y fue ratificado en el segundo y tercer Congreso. En esos años, integró el Buró Político. Durante tres legislaturas fue diputado a la Asamblea Nacional y miembro del Consejo de Estado. Durante doce años fue vicepresidente de la Federación Sindical Mundial, cuando aún era una organización internacional amplia y fuerte. Desde abril de 1989 no ocupó más cargos políticos.  


De pequeño compartíamos casi todos los fines de semana, las vacaciones escolares, y durante la adolescencia convivimos unos años.  Lo acompañaba en algunas ocasiones y presencié conversaciones con personas importantes de Cuba y otros países.  En ocasiones lo acompañé cuando se reunía el Buró Político. Por supuesto que jamás presencié tales reuniones; me quedaba junto a los escoltas de los reunidos y escuchaba las “aventuras” que estos se complacían en contar. Todo ello me facilitó conocer a “los hombres del poder”, o sea, no sólo saber de ellos, que son dimensiones distintas. También he conocido a personas integras en otros lares de poder e influencia que cuando incorporan la custodia de poderosos intereses suelen tornarse peligrosas para “otros”. Ello me ha permitido comprender “lo humano en la política”; lo cual suele convencer de que, con independencia desde cuál tarima observemos, muchas veces podríamos convenir que “ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos”. 


II


Tuve que trabajar e ingresar al servicio militar antes de hacer estudios universitarios. Trabajé dos años en una fábrica, con horario rotativo, y estuve en las Fuerzas Armadas Revolucionarias desde 1984 hasta 1989. La mayor parte de ese tiempo integré una unidad de suma exigencia, subordinada directamente al jefe del Estado Mayor General. Nos entrenamos en táctica militar, química, ingeniería militar, exploración y conocimiento de otros ejércitos, comunicaciones, topografía, tiro con todas las armas, auxilios médicos, empleo y conservación de la técnica militar, infantería, administración militar, reglamentos militares y muchísima preparación física. También nos incorporaron el predominio de la voluntad, sin menoscabo de la razón y del afecto. Todo centrado en el mando de tropas, incluso en situaciones complejas. 


Conocí las FAR, pues cada seis meses recorríamos el país evaluando soldados con el propósito de seleccionarlos para ingresar en nuestra unidad, ser formados y luego marchar a otros destinos. Así conviví con los tres ejércitos, sus tropas de infantería, la fuerza aérea y antiaérea, la marina de guerra y las tropas especiales de cada una de estas. A pesar de que sobreabundó el rigor y no poseía vocación militar fue una escuela que recuerdo con satisfacción.


Desde entonces poseía el hábito de la lectura. He leído un número amplio de textos, de autores, y todos han contribuido, aunque pocos me definen, si bien algunos son “compañeros de camino”. Estudio continuamente a Romano Guardini, teólogo católico ítalo-alemán (1885-1968). Con frecuencia medito las Confesiones de San Agustín (386-419), a través de las cuales exploro las profundidades del ser y ello me ayuda a sostener mi libertad y considerar la de otros, aun cuando se proyecten desde mis antípodas. 


Releo Cecilia Valdés (1839), de Cirilo Villaverde, quien con talante literario consigue mostrar esa cubanía ya sólida. Leí mucho El presidio político (1871), de José Martí, quien con sólo 17 años expresa su definición máxima de ser humano, de cubano, de político, de fundador de una nación, de una República, de un humanismo que trasciende fronteras geográficas, ideológicas y temporales y las de su propia muerte e inmortalidad.   


Cuentan igual los trabajos que he desempeñado y los estudios realizados. He sido asesor jurídico del Sector Cooperativo y Campesino del municipio Matanzas, y notario de la Cancillería del Arzobispado de La Habana y de los Tribunales Eclesiásticos Interdiocesanos de Primera y Segunda Instancia. También profesor de Cívica en el Seminario San Carlos y San Ambrosio de La Habana, de Historia General del Estado y del Derecho y Filosofía del Derecho de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, de Teoría del Estado y las Instituciones y de Teoría de la Democracia del Instituto de Estudios Eclesiales Padre Félix Varela, y secretario académico de este. Asimismo, miembro del Consejo Editorial de la revista Presencia de la Diócesis de Matanzas, del Consejo de Redacción de la revista Palabra Nueva del Arzobispado de La Habana, y editor de la revista Espacio Laical. Además, vicecoordinador nacional de la Unión Católica Latinoamericana de Prensa en Cuba, coordinador de la Comisión de “Justicia y Paz" en la Arquidiócesis de La Habana, director del Laboratorio de Ideas Cuba Posible, y miembro del Diálogo Interamericano en Washington.


III


Quedé a cargo de la revista Espacio Laical en 2005 y colocamos el trabajo al servicio de la Casa Cuba. Procuramos que se expresara la pluralidad de cubanos que vivían y viven en la Isla y en el extranjero, que todos ofrecieran sus puntos de vista sobre los tópicos medulares de la nación, y que esa pluralidad se relacionara positivamente. Para esto establecimos un decálogo y la primera máxima señalaba que cuando se criticara a alguien se hiciera de manera que el cuestionado pudiera responder de forma positiva, para crear puentes y no trincheras.  


Entre los años 2005 y 2014, en Espacio Laical fueron tratados y debatidos los temas relevantes del proceso cubano y fue articulada una red convencida de que sólo la conciliación sería el camino ante nuestras necesidades y peligros. La tesis de licenciatura en periodismo del politólogo David Corcho Hernández, en 2013, versó acerca de la revista. El autor publicó un breve resumen en el No. 84 de la revista Temas con título Visiones sobre el bien común: el discurso público de Espacio Laical. Allí sostiene: 


Personas de distintas ideologías acudieron a las páginas de la revista y con sus debates y presencia recurrente demostraron que a veces es posible el entendimiento racional sin negar las diferencias; e incluso, que hacer explícitos los disensos, a menudo, resulta mejor que opacarlos o postergarlos.
 

Y luego agrega:


Espacio Laical ha cumplido otras dos funciones: primero, fue algo parecido a una institución política, en tanto a falta de mejores ámbitos, asumió el papel de representar a sectores de la sociedad cubana dispuestos a examinar aspectos controvertidos de la actual reforma, que han quedado pospuestos por un debate público amparado por la oficialidad; en segundo lugar, porque la revista guarda semejanza con los llamados think tanks (tanques pensantes).


Este quehacer encontró desaprobación en los sectores más radicales políticos-ideológicos y, por ello, el 10 de junio de 2014 culminamos esta labor. El 8 de septiembre de ese mismo año inició los trabajos el Laboratorio de Ideas Cuba Posible. 


Cuba Posible fue una plataforma de diálogo nacional, inclusiva de las diferentes corrientes de pensamiento y de acción política. El economista Pedro Monreal la definió como una confederación intelectual muy elástica, que incluyó diferentes posiciones teóricas y perspectivas ideoló¬gicas, que tuvo una connotación política directa, pero no como entidad que se ocupara de “hacer política”, sino como un espacio donde se ofreció densidad al debate público e influyó sobre “quiénes deciden” (Cuaderno de Cuba Posible No. 73, pp- 28-29). 


Fue un aporte importante de muchos intelectuales cubanos y extranjeros que demostró la posibilidad, inclusive en un régimen no democrático, de establecer espacios para dialogar y discrepar civilizadamente.


IV


El Gobierno arremetió contra esta iniciativa sobre todo porque alcanzó legitimidad, incluso en “bases y cuadros” de la propia oficialidad. Por ello consideró que instituíamos la “duda en los suyos” cuando requería la “fe de estos” y eso nos convirtió en “el mayor peligro”. Quebrantaron las condiciones de trabajo y la reputación política, visitaron las universidades y los medios de comunicación del país prohibiendo colaborar con nosotros y quienes no obedecieron fueron expulsados. 


En marzo de 2017 el presidente Raúl Castro, en sesión extraordinaria del Parlamento, canceló su “reforma” y la TV transmitió entrevistas a diputados que expresaban desaprobación de las posturas “posibilistas”; además, el periódico Granma dedicó una página completa en contra del “posibilismo”. 


Agudizaron una campaña de unos cuatro meses a través de los medios del PCC, pero también fue muy amplía la participación a nuestro favor. Según conocimos después, ellos estimaron que no habían ganado aquella cruzada, sino que sólo quedaron “empatados”. Nosotros recopilamos en un cuaderno todo aquello. 


En paralelo, desplegaron un sutil quehacer con instituciones del extranjero para que nos retiraran el apoyo, lo cual resultó fácil porque siempre trabajamos con entidades extranjeras que, a pesar de diferencias políticas, estaban en contacto con instituciones oficiales. Aún más sensibles fueron los procedimientos no públicos, sino orientados a lo personal y familiar, si bien de estos no quiero expresarme por ahora. En algún momento escribiré esta historia personal.


En mayo de 2019 suspendimos los trabajos; sin embargo, con ello no fracasó Cuba Posible, sino la represión. Al intentarlo polarizaron las circunstancias y lograron una oposición francamente radical. De ese modo quedó ratificado que cerrar las puertas y las ventanas jamás será una opción política estable. 


Luego debí escoger entre la ignominia del insilio (o sea el aislamiento interno) o la frustración del exilio, y desde entonces vivo fuera de Cuba en contra de mi voluntad. 
Quise alejarme de estos quehaceres y dedicarme a cuestiones postergadas, pero no he podido. Dada la gravedad de la crisis nacional iniciamos en septiembre de 2021 el Centro de Estudios sobre el Estado de Derecho y Políticas Públicas Cuba Próxima -una plataforma de investigación e influencia que facilita análisis y soluciones para una República plural y democrática, prospera para todos los cubanos. En tal sentido, continúo trabajando, y espero regresar a mi país, a servirle, cuando sea posible. 

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