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FORO CUBANO Vol 6, No. 59  – TEMA: TESTIMONIOS DE LA CRISIS MIGRATORIA EN CUBA

Una Cuba libre si es posible 
Entrevista Carolina Barrero 

Vistas

Por: Manuela Navarro

Agosto 2023

Carolina Barrero es una historiadora del arte, promotora cultural y activista cubana. Se graduó de la facultad de Historia del Arte de la Universidad de La Habana. En Cuba trabajó en el Centro de Arte Wifredo Lam. En España, donde ahora tiene ciudadanía, fue becaria del Museo Nacional de Prado en el Departamento de Patrocinio y Comunicación; ha trabajado también en galerías de arte.   

Manuela: Carolina, me gustaría empezar por saber ¿en qué momento y por qué o qué te motivó a empezar tu activismo en Cuba?  

Carolina: En mi familia siempre hubo una conciencia muy clara de que vivíamos en una dictadura, yo me crie con abuelos, ellos que habían nacido en una región del Oriente de Cuba, donde empezó la guerra de independencia en la provincia de Bayamo. Y que bueno vivieron, en la parte digamos que se conoce como el republicanismo, no la República de Cuba desde 1901. Mis abuelos son de 1913, 1921, o sea que vivieron gran parte de ese período y también estuvieron asociados a la guerra de independencia, a sus familias. Entonces tenían una comprensión más amplia de lo que había sido el recorrido y el ascenso de la guerrilla encabezada por Fidel Castro, la guerrilla del 26 de julio. Mi abuelo había sido uno de esos cubanos que se decidió quedar en Cuba después del primero de enero del 59, porque creyó en las promesas de justicia social que trajo consigo ese régimen, pero muy pronto a los pocos años después de haber entregado no buena parte de su vida a esa promesa y a esas convicciones que él tenía personalmente, no en la revolución, sino en el poder construir una sociedad más justa, muy pronto se decepcionó y como muchos cubanos se sintió traicionado. Entonces en mi casa, la verdad es que nunca hubo ni siquiera, al menos después que yo nací, nunca hubo un proceso, ni siquiera de mucha simulación, ¿no? En mi caso se hablaba abiertamente de lo que sucedía, especialmente con las visitas maravillosas que teníamos todas las tardes de personas mayores del barrio que venían amigos, no que venían a casa y que hablaban con mucha contundencia, con mucha claridad de lo que sucedía en Cuba. Entonces yo siempre crecí en un ambiente en que era, digamos disidente, aunque abiertamente mi familia no lo fuere. Entonces nunca hubo un momento para mí de darme cuenta que yo realmente transmití en mis años de estudiante las mismas críticas y por eso sufrí mucha censura. 

 En el preuniversitario que es la enseñanza de bachillerato en Cuba, y también en la Universidad. En el preuniversitario, por ejemplo, yo recuerdo que hasta nos visitó la seguridad del Estado, esta fue la primera vez yo tuve una reunión con la seguridad del Estado, porque en una clase de Cultura política dije que en Cuba no había democracia. Y eso le costó incluso al Manolito Aguiar, que era el pre donde yo estudié, que estuvo cerrado 2 años antes de que ya se abrieran todos los pre universitarios, la directora la expulsaron, a mí no me querían dejar entrar a la Universidad.  Fue un año muy difícil, la verdad, porque hasta yo misma y mis compañeros que vivieron ese proceso lo recuerdan, fue de mucha tensión para mí y también para la escuela, porque otros estudiantes, amigos fueron interrogados, fueron amenazados, fue un proceso arduo.  

Y después en la Universidad, por mantener esas mismas posiciones, nunca quise ser ni de la UJC ni de ninguna organización de masas. Nunca fui a la convocatoria de un Primero de Mayo nunca. Y en las clases, cuando se discutían temas políticos y de la sociedad, incluso de filosofía, y me tocaba dar mi opinión, tampoco, nunca la escondí y eso también me costó; no poderme quedar como profesora  en mi servicio social en la Universidad por órdenes de la seguridad del Estado, básicamente por mi postura política. Yo era alumna ayudante de la asignatura de teoría de la cultura, había impartido clases como tal, había sido parte del departamento, tenía unas notas que me permitían optar por quedarme como parte del profesorado de la universidad, y no me lo permitieron, lo que me dijeron fue: puedes optar por cualquiera de las otras opciones excepto esta, y la razón era mi postura política.  

Entonces esa relación con la crítica a la dictadura yo la he tenido desde mis años de estudiante. Ahora el momento en que uno decide ir a hacer protesta en el espacio público, ya sea en la calle o puede ser las redes sociales porque ya las redes sociales también son un espacio público. En ese tiempo que yo era estudiante, las redes sociales ni el Internet existían en Cuba de manera masiva. Si Acaso la gente tenía su Gmail, su correo, pero no tenía perfiles de redes sociales, y tampoco había un ambiente de activismo creado, aunque sí había activistas haciendo cuestiones como el movimiento cubano de rap, la marcha famosa del 9 de noviembre que organizó Luis Dener, por supuesto, el movimiento cristiano de liberación. Pero en la Habana no había tanto movimiento, era más bien entre los grupos de estudiantes críticas, tertulias; De hecho, muchos de los muchas de las personas que han sido parte de este último movimiento de protesta como Hamlet Labastida, algunos editores como el Grupo Rialta o artistas con el Sínodo, etcétera. Nos conocimos en ambientes de reunión entre estudiantes y jóvenes que hacíamos crítica social a lo que estaba pasando, y a las condiciones de lo que sucedía en Cuba, un poco entre lo intelectual y lo político, también en ese mix. 

 Como un fermento, yo creo que esa etapa de finales de los 2000 principios de 2010. 2011 hasta 2015, fue un proceso de fermento. Yo conocí a Luis Manuel en esos años también, por ejemplo, en que se crearon unas condiciones entre una generación, de estudiantes, de artistas que creó las condiciones para lo que luego vendría a partir de 2018, yo un poco fui parte de eso y luego ya en 2019 -2020, cuando las manifestaciones públicas empezaron a hacer el activismo público, la protesta en la calle empezó a hacerse más evidente. Yo decidí tomar partido y unirme a ello. Volviendo de un de unos estudios que ya había venido a hacer a Madrid de mi maestría y de unos años que también estuve trabajando acá, yo decidí volver y unirme a ese activismo ya no solo de la crítica de la palabra o de las redes sociales, sino a un activismo público, que es un paso que uno da. 

Manuela: Vinculando un poco lo que dices, quiero saber ¿qué valor tiene el arte en tu lucha y en tu activismo? Creo que es muy importante para TI, pero ¿cómo le diste ese valor al arte? ¿Y cómo lo enlazas con tu activismo? 

Carolina: Yo no soy artista, yo no produzco obras de arte, yo soy historiadora del arte, al menos eso fue lo que estudié. Ni siquiera sé si sí me identifico como historiadora del arte, pero eso fueron mis estudios. Sin embargo, yo siempre he entendido la capacidad del arte para transformar la sociedad y la realidad, es decir, el arte en sí mismo tiene una capacidad transformadora del pensamiento y por tanto, de la percepción de la realidad y por tanto, de la realidad. En la historia de Cuba, además, la relación entre arte, la lucha por nuestros derechos civiles y políticos ha sido parte de un mismo trenzado. El propio José Martí, que fue el gestor de la guerra de independencia que dio fin al periodo colonial era un poeta y mucho de su pensamiento alrededor de la emancipación y de la libertad está escrito en forma poemática. José Lezama Lima ya un autor de mediados del siglo 20 del Grupo orígenes, tenía toda una teoría sobre el poder de la poesía actuando sobre la historia, como si la poesía fuera una especie de conjuro que pudiera interceder sobre los designios de toda una nación. Y él, que era un gran estudioso de la de la poesía cubana, en su prólogo a la antología de poesía que hizo, lo explica, e intenta un poco analizar el proceso. Lo mismo pasa con el arte, con la forma artística que es capaz de arrojar, de hacer una especie de hendidura sobre la ficción totalitaria que crea la narrativa de los regímenes totalitarios y autoritarios, como el cubano que viven de construir una épica que es como una especie de ficción o de mito que exportan, y el arte es capaz de subvertirlo muy rápidamente con una metáfora, con una imagen, con un verso. Y de arrojar con sintéticamente en una cifra en un cifrado, una especie de iluminación sobre lo que realmente está pasando en la realidad, que es muy difícil de explicar en el lenguaje llano. Y para quien lo recibe es un instante de iluminación de muchísimo más poder que muchos discursos. Y por eso es que los dictadores le temen tanto a los artistas, al poder que tienen y al arte.  

Yo creo que los artistas y los intelectuales cubanos de estos últimos años lo han entendido y han sabido usarlo en función del movimiento de protestas. Un poco, eso fue lo que yo quise hacer como provocadora, como conspiradora más que nada en la protesta de enero de 2021 frente al Ministerio de Cultura y en los hechos que la rodearon, sobre la conmemoración del aniversario de Martí. Cuando imprimimos un dibujo de Camila Lobón que yo le había pedido para para esa ocasión y dos versos de un poema de Martí que se llama dos patrias, que servía como una especie de provocación o de reflexión alrededor de la fecha del aniversario del natalicio del poeta. Y realmente, aunque la prueba está que aunque la seguridad del Estado quiso reprimirlo me encautaron, me registraron mi casa y se llevaron 1000 copias, en realidad, yo imprimí 2000, me levantaron una acusación por clandestinidad de impresos, me tuvieron 12 horas interrogándome. Sin embargo, no pudieron mitigar el efecto que tuvo, una vez que ese cartel que fue diseñado con el dibujo de Camila Lobón junto a la frase de Martí que diseñamos una tarde en mi casa, se nos ocurrió esa idea, el poder que  tuvo eso para allá, llegar a al corazón de la gente, ni siquiera encautandolo pudieron mitigarlo. Y eso es un ejemplo de lo que puede hacer el arte, para movilizar, para inspirar y para arrojar luz sobre la sobre la sombra totalitaria. 

Manuela: yo me quiero remontar a las manifestaciones del 11 J. ¿Cómo crees tú que cambió el día a día en Cuba esas manifestaciones?, o sea, ¿cómo es la perspectiva actual, luego de esas manifestaciones? 

Carolina: Hay un antes y un después en Cuba después de las manifestaciones de julio, porque se le llama 11 de julio, pero en realidad sucedió 11, 12, 13 y hasta 14 de julio la gente seguía saliendo a protestar. Estas protestas de julio 2021 fueron las protestas más más grandes, masivas de la historia de Cuba, que incluso antes del 59. Porque en las grandes huelgas de los años 30, yo no tengo el dato de la cantidad de personas, pero se salió a protestar en las ciudades más importantes y fue una protesta organizada por los sindicatos. En el caso de las protestas de julio de 2021 hasta 60 o 70 localidades están registradas. Pero, además, en pequeños pueblos en localidades de unos cuántos miles de habitantes casi que en todos los poblados de Cuba casi más importantes y en los que no la gente salió a protestar de manera espontánea, estamos hablando de cientos de miles de personas. Es muy difícil de tener en Cuba esos datos, pero definitivamente son datos que hablan de una masividad impresionante por mucho periodo de tiempo sostenido, a pesar de que el régimen a las pocas horas cortó el Internet completamente, a pesar de que envió brigadas de respuesta rápida y brigadas antimotines con armamento. Se le disparó a los ciudadanos, a ciudadanos desarmados ese día, a pesar de que también envió a su personal vestido de civil a golpear, arrestar y a mitigar cualquier forma de protesta civil que en su inmensa mayoría, fueron pacíficas, porque en Cuba, a diferencia de otros países como Colombia, Venezuela, Nicaragua, el pueblo cubano es un pueblo desarmado, las armas las tienen los militares, las armas solo están en manos del régimen, de ese régimen que fue una guerrilla armada que llegó al poder. 

 Cuando un pueblo sale completamente desarmado, bueno, contra ese pueblo Pacífico y desarmado, las fuerzas de la seguridad del Estado y las fuerzas del Estado en general reprimieron con toda la violencia posible quitando el Internet y no dejando tampoco que se vieran, aunque las tenemos muchas, pero que se vieran y se propagaran todas las imágenes de la represión hacia afuera, ni entre los propios cubanos.  

Entonces hay un antes y un después de una fecha como esa, que nada podrá borrar, y que todavía está muy presente en el en el en el imaginario político, en los anhelos de lucha y también en el orgullo nacional de los cubanos, de nuestras ansias de libertad. Eso, eso es algo que nada nunca podrá borrar, como tampoco se puede borrar que a día de hoy hay al menos 1047 personas presas políticas, según Prisioner Deffenders, seguramente son muchas más, porque es muy difícil en las zonas de provincia retiradas poder contabilizar cuántos presos políticos hay en Guantánamo en Santa Espíritu, eso no lo sabe nadie. Eso es muy difícil que ni Cubalex, ni Prisioner Deffenders, ni el Observatorio Cubano de Derechos Humanos tengan acceso a eso, porque la mayoría de esas personas que viven en lugares donde ni siquiera tienen Internet no pueden reportar, no pueden denunciar, no tienen redes sociales. Es imposible entonces, seguramente son muchísimos más los  presos políticos en Cuba y ellos están ahí, existen y están ahí presos por salir a protestar ese día no, entonces es una herida muy grande porque son más de 1000 presos, son sus familiares sufriendo es toda una nación que todavía sufre las consecuencias de la represión de ese día, y es toda una nación que todavía continúa protestando porque Cuba a pesar de que no se protesta todos los días, la protesta y el espíritu de la protesta en sí no ha podido tampoco ser completamente mitigado. El 6 de mayo, hace unos meses, en Caimanera vimos una protesta de más de 200 personas en un pueblo muy, muy, muy pequeñito en el extremo oriental de Cuba en lugar donde nadie puede imaginar que algo como eso sucediera por la cercanía que tiene con la base naval de Guantánamo, o sea, que el pueblo vigilado es un pueblo militarizado y, sin embargo, salieron a protestar a pedir derechos humanos, a pedir la libertad, a pedir el cese de la dictadura 

Entonces está muy latente todavía el espíritu de la protesta que emanó del 11 de julio, pero y esto es importante decirlo el 11 de julio tampoco sucedió de la nada. El 11 de julio es parte este inscrito. En un ciclo mayor, no en un movimiento de protestas que lo precedió y que es muy extenso y donde se ensayaron muchas por. Tomas de protesta civil que luego se vieron realizadas el 11 de julio. No es muy significativo cuando 1 piensa bueno cómo sucedió y estaban 20 personas en o menos en San Antonio de los baños, que salieron a grabarse en una directa de. Facebook y que pidieron que los demás se sumarán. Esa parece una cosa muy simple, pero eso llevó un aprendizaje ensayos previos porque las protestas del 27 de noviembre, las protestas del movimiento San Isidro, las protestas de algunas de las Damas de Blanco, incluso hacían o sea. Mostraron y expusieron una especie de liturgia en la que un acto de resistencia civil podía ser compartido y visto por muchas otras personas a través del Internet y las personas empezaron a entender cómo recibirlo, cómo reaccionar a ello, que era compartiendo y finalmente sumándose y el poder que eso podía tener, el inmenso poder simbólico y real. Y eso no fue que a todos los cubanos se nos ocurrió ese día. ¿Por qué? Eso que que que se cuajó en esto, que yo llamo movimiento de protestas, no que que el más reciente podríamos decir. Lugar que comenzó en la primavera de 2018 con la toma de posición de Del del dictador designado. Miguel Díaz canel. 

Manuela: Yo también quiero saber ¿cómo fue tu llegada a España? Luego de salir de una manera tan abrupta de Cuba y tan violenta, quiero enlazarla también a ¿de dónde salió tu fuerza para seguir tu activismo incluso fuera de Cuba, que te llevó a continuar con tu activismo?

 

Carolina: El día que ellos me detuvieron frente al Tribunal de 10 de octubre y me pusieron en la situación imposible de o te vas en 48 horas o vamos a tomar estas represalias contra las madres de los presos políticos, contra tu amigo en prisión Michael Absorbo, y me dijeron otras muchas amenazas siempre contra terceras personas, en esta ocasión antes me habían amenazado con mi propia seguridad. Y yo hacía mucho tiempo había aceptado que era una consecuencia de cualquier activismo contra una dictadura como la castrista, pero en la responsabilidad sobre el bienestar de otras personas es algo que es algo distinto, que te ponen una opción imposible. Yo no tenía idea de que en 2 días iba a salir de Cuba, ni el día que llegué a Madrid todavía podía entender que yo he estado aquí, porque no fue una decisión que yo dije, (bueno, que es muy válido. Yo necesito, yo ya no puedo más con este acoso, yo ya no puedo más, que es una decisión muy válida), pero bueno, yo no había pasado por ese proceso, entonces, me demoró mucho tiempo entender que yo estaba en el exilio y que no estaba ya allí. Fue un proceso de Bisagra, yo todavía sentía cruzando el Atlántico que había partes de mí, que no habían tomado el avión, y todavía lo siento. Pero en el momento que comprendí estoy fuera a Cuba, estoy otra vez porque no era la primera vez que yo vivía fuera a Cuba, pero en este caso como una apátrida, porque yo ya soy una apátrida, una hereje, una perseguida políticamente en mi país fuera mi país.

 

Yo entendí, ¿qué sentido tienen? ¿Qué propósito puede tener mi exilio? porque no va a ser, como dice la dictadura, que nos va a dejar fuera de juegos. Hay mucho por hacer, también en el exilio, porque, entre otras cosas, todavía la comunidad internacional no comprende, no comprende la naturaleza del régimen cubano. Hay una batalla, allí hay una lucha que es una lucha de la narrativa porque la narrativa ha estado en poder de la propaganda y de la maquinaria del castrismo, de su maquinaria diplomática, donde destina millones de recursos que no tienen los cubanos. Cuba es uno de los países en el mundo que más embajadas tienen, y todas esas embajadas no están llenas de diplomáticos, sino que están llenas de agentes de la seguridad del Estado, repitiendo la misma letanía, de la narrativa de la épica de la revolución, que no es más que una revolución totalitaria entonces. No solo yo, éramos un grupo muy grande de recién exiliado político, les dije, bueno, pues entre todos tenemos que tener la misión de exponer la verdadera naturaleza del régimen y de lo que pasa en Cuba, para que esos aliados sobre lo que el prestigio de esa mal llamada revolución, de ese régimen, de esa dictadura, que se vea por lo que realmente es y se comprenda también el peligro que contiene no solo para Cuba, sino también para la región y para el mundo.  

Y esa entendí que era la única razón que justificaba mi exilio, así como también continuar ayudando a quienes estaban dentro de Cuba, yo por eso he seguido en la medida que me ha sido posible tejiendo redes de activistas dentro de Cuba, comunicándome con todos los activistas que conocía antes y que conocía después, buscando formas de ayudarles con recursos, sobre todo a los familiares de los presos políticos, a los activistas también que por lo general son los que más solo están solos, están y yo lo sé muy bien porque lo vi. Y buscando maneras de tejer y hacer comunidad, de crear comunidad entre esos activistas dentro de Cuba y los activistas fuera de Cuba, que todos al final vivimos en el mismo territorio, aunque no estemos en el mismo lugar geográfico; pero es un territorio que va más allá de esas limitaciones geográficas. Cuba, yo creo que hoy es un lugar que no sé si coescribe a los límites políticos, geográficos de la isla, no es un territorio atomizado por el mazazo del castrismo al que pertenecemos todos y crear comunidad, crear cultura de solidaridad, que supere la cultura de la rivalidad política, de la desconfianza. 

Es una de las misiones que desde mi modesto lugar de he intentado promover, como también que se que los activistas cubanos comprendan mejor cuál es el lenguaje de la desobediencia civil pacífica, un poco profundizar en que ya lo hemos hecho y lo hemos hecho de una muy bonita con la experiencia, pero que también podamos, ir más allá, ¿no? Y que el repertorio de la protesta crezca en nuestra imaginación y que inspire a otros a continuar, y también la reivindicación junto a otros/ otras colegas y amigos que están en mi misma situación, la reivindicación del derecho a regresar. Que es algo de lo que yo no he desistido ni desistiré jamás, y sé que muchos que están también en mi condición no lo harán y es muy difícil pensar la manera de cómo volver a Cuba, porque ya hemos visto que se nos niega la posibilidad de abordar un avión por la red porque estamos, no sé, en una lista de terroristas, porque el régimen cubano manda un nos tiene una lista roja. Es un mecanismo del que tenemos alguna información, pero no toda de por qué es que esto sucede porque viola, evidentemente todos los estatutos del Derecho internacional. 

Pero bueno, yo haré no solo mi intento, sino que cuando haga mi intento buscaré la forma de al menos presionar al régimen todo lo que pueda para que le sea muy difícil negarme la entrada o que al hacerlo queden aún más expuestos de lo que ya han sido expuestos y eventualmente volveré, porque más temprano que tarde ¿no?, porque esa esa es una parte muy importante, creo, de las reivindicaciones que desde fuera de Cuba para quienes tenemos en esta condición de apátridas, de desterrados, tenemos que no desistir si lo queremos, como creo que es el caso de muchos. Eh, no desistir de reivindicar es parte también creo de la lucha y es parte también de lo que mi exilio está dedicado a. 

Manuela: Y ya para finalizar, te quería preguntar ¿qué mensaje le darías a las personas que siguen en Cuba luchando porque sea una Cuba libre?  

Carolina: Que todo ha valido la pena, que nada ha sido en vano, que la noche siempre es más oscura antes del amanecer. Y que probablemente no hay nada, no haya nada más importante, que no desistir en un momento como éste, el régimen cubano, la dictadura en realidad a pesar de todos sus esfuerzos, está más débil que nunca. Y las fuerzas prodemocráticas están más fuertes. Aun cuando parezca que nada sucede aun cuando parezca que no hay razones para seguir, ese es el momento en que con más fuerza tenemos que mantenerlo, que tenemos que mantener la fuerza y la fe. Y también la acción, porque un cambio democrático en Cuba es posible. 

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