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TEMA: LIBERTADES CIVILES

El rol de las defensoras de derechos humanos en la defensa de las libertades civiles

Por: Yolanda Perea*

Mayo 2020

Vistas

*Defensora de Derechos Humanos y víctima del conflicto armado colombiano.

Así pues, ¿Qué podemos hacer nosotros? ¿Qué pueden hacer ustedes?En primer lugar, asumir que es nuestra responsabilidad que actuemos todos. Actuar es una elección.

Actuar:

Para detener la violencia contra las mujeres.

Para crear una masculinidad positiva que promueva la igualdad de sexos, tanto en tiempo de paz como de guerra.

Es una opción apoyar o no a una mujer

Protegerla o no

Defender o no sus derechos.

Batirse o no a su lado en los países asolados por conflictos

Es una opción construir o no la paz en los países en guerra

Denis Mukwege, Premio Nobel de la Paz 2018

Mi nombre es Yolanda Perea, soy una mujer afrodescendiente, colombiana, que hablo desde mi rol como lideresa, desde lo que trabajo en todo el país y en el exterior para defender los derechos a la participación, a la honra y al buen nombre de las mujeres víctimas de violencia sexual; hechos que la mayoría de la sociedad entiende como atribuibles en responsabilidad a las mismas víctimas y no al perpetrador de tales delitos.

Yo sufrí la violencia del conflicto armado desde la edad de 11 años cuando un grupo de guerrilleros de las Farc violentó mi sexualidad. Mi primera reacción fue de venganza, pero pronto entendí que eso haría más daño a los míos. Luego, recibí, quizás, el golpe más duro al ver morir asesinada a mi madre por defenderme ante mis violadores. Es así como desde pequeña aprendí que debía salir adelante, que mi familia me necesitaba y que el hermoso Riosucio (municipio en el que nací) reclamaba tener hijos e hijas que mostraran al mundo que no nacimos para la guerra.

"mi primera reacción fue de venganza, pero pronto entendí que eso haría más daño a los míos."

Soy también madre de dos hijos adolescentes y una bebé que ha significado el reencuentro con mi capacidad de amar; aprendí de las mujeres en el Urabá que me acogieron a organizarme en comunidad, a no callar y a hablar para que el mundo conociera la tragedia de las mujeres afrocolombianas en el conflicto armado en el país. Trabajo en labores domésticas y lidero, con otras mujeres afro, la asociación de trabajadoras del servicio doméstico que creamos para que se reconozcan nuestros derechos a trabajar, a tener salario, al trato digno y hasta hemos tenido que luchar como nuestras antepasadas para tener derecho a días de descanso.

Con las mujeres del Urabá llegué a los procesos organizativos de las víctimas, conocí a las organizaciones, a los defensores de Derechos Humanos y a las mesas de participación de víctimas, donde me inscribí desde el 2013 y salí elegida para representar las víctimas de violencia sexual a nivel nacional. Con las delegadas y delegados de este crimen, en las mesas de participación, he visibilizado la violencia sexual como violación a los Derechos Humanos de mujeres, hombres, niñas y niños. Esto nos llevó a presentar más de mil casos ante la JEP, en una alianza con organizaciones como “No es Hora de Callar”, liderada por la periodista Jineth Bedoya, buscando que esta justicia declare abierta la investigación judicial a la violencia sexual en el conflicto armado. Pero, este camino tampoco ha sido fácil, este informe lo presentamos en agosto de 2018 antes de posesionarse el Presidente Duque y aún no se abre la investigación en la Jurisdicción Especial para la Paz.

He defendido el derecho constitucional a participar en el diseño, ejecución y seguimiento de las políticas públicas, y construimos con las víctimas la paridad en las mesas de participación, para que hombres y mujeres estuviéramos en igualdad de condiciones porque, aunque se trate de organizaciones de víctimas, el machismo se hace sentir, te discriminan por negra, por mujer, por violada y el Estado no actúa prontamente para frenar estas condiciones en la que desarrollamos nuestro liderazgo.

Capacito hoy las víctimas y las delegadas de violencia sexual en los municipios de Colombia, promoviendo la “no violencia” contra la mujer y la aplicación de la ley, la cual, en Colombia, es muy completa, pero desconocida e inaplicada en la realidad;  defiendo que la Unidad Nacional para la Atención y reparación a Víctimas del conflicto armado colombiano reverse su decisión de no priorizar a las víctimas de violencia sexual en la indemnización económica, que si bien no es la reparación más importante, significa una posibilidad de mejorar la calidad de vida a las mujeres, especialmente a aquellas que son madres cabeza de familia, cuidadoras de familiares enfermos, discapacitados o de huérfanos de la confrontación armada, cuidadoras a las que la ley y la sociedad no reconoce su trabajo.

"el machismo se hace sentir, te discriminan por negra, por mujer, por violada y el Estado no actúa prontamente para frenar estas condiciones"

Lidero hoy, con el apoyo de las delegadas del departamento del Valle del Cauca, la lucha por la atención a los hijos e hijas concebidas luego de la violación. Mi mayor logro en la defensa del derecho a participar ha sido construir una red con mujeres víctimas de violencia sexual del conflicto y por fuera de él. He tenido la oportunidad de representar a más de 1 600 mujeres víctimas ante el grupo ilustre de ganadores de premios Nobel de Paz durante su visita a Colombia en el 2018, pidiéndoles que nos apoyen para que la violencia sexual sea declarada en Colombia como sujeto de reparación colectiva y para que se tomen medidas reparadoras y trasformadoras para todas las víctimas, incluyendo las del delito sexual por fuera del conflicto armado.

Hago parte de la federación de víctimas de las Farc y, con valentía, llevo la voz de las víctimas de las FARC que prefieren una paz imperfecta a una guerra en permanencia, como lo proclamo en todos los escenarios de debate y análisis de la implementación del acuerdo de paz, reconociendo la violencia sexual intrafilas, la cual también, como delito, debe investigarse y debe repararse a sus víctimas, así hayan sido excombatientes.

Actualmente, construyo, con las más de 1 000 delegadas municipales de violencia sexual que hay en Colombia, el diagnóstico de las víctimas para presentarle a la Corte Constitucional y al Congreso de la Republica la construcción de un espacio de salud especializado para las víctimas de violencia sexual, para que mujeres como Yubelis, quien perdió el labio y la parte izquierda de su cara en la violación y ha tenido varias operaciones en los genitales, sea atendida oportunamente y con los niveles de especialización que requiere ese tipo de intervenciones.

En el año 2018, recibí el premio como líder nacional de la revista Semana y otras entidades, acompañada de otros 9 colombianos y colombianas que se destacan por su liderazgo, innovación y creatividad empresarial, social, ambientalista y humanitaria; soy una lideresa  amenazada, no por actores armados en proceso de paz, sino por responsables de crímenes de violencia sexual que no quieren responder por sus delitos ante la justicia ordinaria ni ante la Justicia Especial de Paz, jurisdicción en quien confiamos y defendemos como el mecanismo más claro para tener verdad, justicia y reparación. Desde mayo del 2019, coordino, con otras mujeres del país, la campaña Arrópame Con Tú Esperanza, la cual busca sensibilizar a la ciudadanía frente a este delito, formar a los jóvenes para que no caigan en redes de violación y trata de personas, y para exigirle a los funcionarios mayores compromisos con las víctimas de violencia sexual, especialmente en el tratamiento psicosocial que requerimos, en acceso a educación, vivienda, generación de ingresos y en el aspecto más importante: construir la verdad, acceder a la justicia para que estos crímenes no tengan repetición en Colombia.

Desde Arrópame Con Tu Esperanza desarrollamos procesos creativos con las victimas protegiéndose del dolor y el odio, sanándose con su propia capacidad y en armonía con los procesos de participación ciudadana; ese es el sentido del rol de las defensoras entre trenzar confianzas para avanzar en lo colectivo desde nosotras como ciudadanas violentadas por los actores armados, actuando por mis derechos y por los de más de 40 000 mujeres afectadas por los delitos sexuales en el marco del conflicto armado.

En la crisis de salud que actualmente vivimos se han trasformado las formas de defender nuestros derechos. Hoy nos debatimos entre dos disyuntivas que producen temor y muerte en algunos casos: el contagio por el Covid 19 y la persistencia del hambre, la falta de vivienda, empleo y demás necesidades básicas en las familias de las lideresas que defienden la vida y las libertades civiles. En Colombia, la guerra nos condujo a que miles de ciudadanas asumiéramos un rol para el que no estábamos preparadas: defender los derechos de las víctimas y los Derechos Humanos de cualquier generación para que no distingamos los derechos por generaciones, porque en Colombia es tan válido luchar por la defensa de la vida o de la honra de las mujeres violadas por los actores armados como luchar por el agua, la paz y la convivencia.

El rol de las defensoras de derechos humanos en la defensa de las libertades civiles
El rol de las defensoras de derechos humanos en la defensa de las libertades civiles
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