FORO CUBANO Vol 3, No. 22 – TEMA: ARTE Y LITERATURA –
El cine independiente en Cuba de alegal a ilícito
Por: Lynn Cruz*
Julio 2020
Vistas
*Soy una actriz censurada en Cuba por defender la libertad de expresión. Tengo una dualidad, necesito escribir. Cómo fui adoctrinada dentro de un experimento social, el arte es mi misión.
En 2003 rodé en Bogotá “Los que no volvieron”, un cortometraje dirigido por el realizador colombiano David Muñoz. Fue una experiencia tremenda la de trabajar por primera vez con cineastas independientes. De manera casi mágica se reunió un equipo de al menos unas diez o doce personas. Ante mi asombro Muñoz dijo: “Ustedes tienen industria”. Mi experiencia en cine se debía entonces a algunos trabajos que había realizado en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV).
Años más tarde Muñoz me recomendó a Alejandro Gil, director del filme “La Pared”. Fue mi primera película en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos ICAIC. Debo admitir que a pesar de la “industria” había mejores condiciones de trabajo en Bogotá dentro de un grupo de jóvenes que hacía cine por amor, que en un Instituto que para esa fecha ya contaba con 46 años de edad. Es cierto que el ICAIC tiene más recursos, pero cuando llegué al set de “La Pared” para filmar mi escena que coincidió también con el último día de rodaje, muchos estaban enojados con los mosquitos y el calor. Hablaban de todo menos de la película. Esa fue mi entrada al cine cubano.
Dos años después obtuve un papel importante en el filme “Larga Distancia” de Esteban Insausti, que se estrenó en 2010. Tal vez por ser coprotagonista, la experiencia fue mejor. Había más locaciones que en “La pared”, imagino que el equipo al tener más movimiento no tenía tiempo de aburrirse. No obstante, en varias ocasiones, a los que ya peinaban canas les escuché lamentarse de cómo antes cuando los directores decían “silencio se rueda, no se escuchaba ni a una mosca”. Lo que se vive en la sociedad se padece en el arte. El relajamiento, deterioro, desvalorización social es algo que se siente también en el cine cubano. No obstante, y a pesar de ello, he notado que en uno de los lugares donde mejor se trabaja en este país es justamente en el cine. No es de extrañar que los cineastas se sientan más libres. El ICAIC siempre contó con una autonomía que no experimentaron otras disciplinas en la isla. Los productores podían establecer vínculos comerciales con todos los sectores de la economía incluido el privado, que, aunque era minoría, nunca desapareció del todo.
La razón principal es que cuando arranca una producción nada la detiene. Por eso no se podía confiar en la economía estatal solamente para hacer una película. En el año 2012 hice mi primer trabajo independiente en Cuba. Ya había aceptado el papel de Elena, la protagonista de “Corazón Azul” de Miguel Coyula, pero no habíamos rodado ninguna escena para ese momento. Fue con Carlos Quintela en “El lugar preciso” que por primera vez trabajé con un director que me recordaba la experiencia que había vivido en Colombia.
Luego continué el rodaje de “Corazón Azul” en Producciones Pirámide, entidad a cargo de los filmes de Miguel, y que ha sido ante todo una experiencia libertaria. En este filme me inicio detrás de las cámaras colaborando en la producción, diseño de vestuario, asistencia de dirección, coach de actores, casting, asistencia de arte. Suerte que 16 años trabajando de manera sostenida en la EICTV me armaron para este cine extremo. Todas estas disciplinas las realizo junto a Miguel, mi compañero, guionista, director, editor, fotógrafo, que realiza los efectos especiales y el diseño sonoro del filme. En el camino hemos ido descubriendo un método que nos permite funcionar con tantas especialidades juntas. Para mí era importante organizar mi trabajo.
Al principio nos estresábamos tremendamente hasta que poco a poco logramos desarrollar la producción de manera óptima a pesar de las deficiencias que son inevitables. A veces olvidamos algunos objetos de utilería, escenográficos, pero el primer día de una escena, que siempre es el más lento lo usamos como ensayo. El reto mayor de esta película como todas las de Miguel, se desarrolla en la sala de edición donde pasa ocho horas diarias. Lo que quiero decir es que en Cuba ya existe un cine hecho de manera más tradicional tanto independiente como del ICAIC y este que describo de guerrilla. Jorge Molina, también egresado de la EICTV con su productora La Tiñosa Autista, realizó muchas de sus obras con colaboraciones de equipos y cineastas de la EICTV. Molina usaba su propio dinero y se apoyaba muchas veces en estudiantes, actores y colegas a quienes les gusta su cine. También ha recibido fondos internacionales y de embajadas como la de Noruega y así ha podido preservar su autonomía de cara al ICAIC.
Eliécer Jiménez Almeida, por ejemplo, radicado ahora en los Estados Unidos continúa produciendo de la misma manera en que lo hacía en Cuba. Sus documentales no tienen apoyo institucional, su cine es también radical. El director Juan Carlos Cremata, antes de marcharse de la isla regresó a sus inicios con un cine más transgresor especialmente en contenido como lo hizo en “Chamaco y Crematorios”.
Ricardo Figueredo produce para el ICAIC y paralelamente hace documentales críticos como realizador, se podría decir que esta dualidad convive en armonía en él. Además, Figueredo le produce a Eduardo del Llano también independiente y su nombre ejecutivo figura en muchas películas de cineastas que debutan. Hasta ahora el problema en Cuba no era de producción, se hacían las películas de disimiles maneras. Ahora bien, el ICAIC ha lanzado un fondo para el cine independiente. Noto que hay mucho entusiasmo por parte de los cineastas, especialmente los que se han mantenido entre los márgenes y la institución. Sin embargo, este financiamiento viene acompañado de un carné del creador y del Decreto Ley 373 que en su capítulo VI expresa:
“De las relaciones con los creadores audiovisuales y cinematográficos:
Artículo 15.1 El Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos es la entidad rectora de la actividad audiovisual y cinematográfica, para ello fomenta y controla la producción, distribución, comercialización y conservación del cine, en estrecha relación con los creadores audiovisuales y cinematográficos independientes, atendiendo a criterios artísticos enmarcados en la tradición cultural cubana con fines de la Revolución que la hace posible y garantizar el clima de libertad creadora”. (Decreto Ley 373, 2019).
O sea, todo parece indicar que el “independiente” que no produzca con el ICAIC pasará a la categoría de ilícito según ese Decreto. Y aunque aún no se han anunciado las consecuencias legales para el que no se acoja a los mandamientos del 373, no me resulta difícil imaginarlas dada la experiencia de represión policial que impidió la exhibición del documental “Nadie” (2017) en la Casa galería El círculo que dirige el artista visual Luis Trápaga. “Nadie” fue además desprogramado de festivales internacionales debido a las presiones de embajadores, y funcionarios del Ministerio de Cultura cubanos. No sólo las películas de Miguel están prohibidas sino también nuestros nombres. Desde abril de 2018 no puedo ejercer mi profesión de actriz dentro de Cuba.
Referencias
Coyula, M., Cruz, L. (Productores). Coyula, M. (Director). (2017). Nadie [Documental]. Cuba: Producciones Pirámide.
Decreto Ley N. 373. Gaceta Oficial. La Habana, Cuba, 27 de junio de 2019.