FORO CUBANO Vol 6, No. 52 – TEMA: LECCIONES PARA EL SOSTENIMIENTO DE LA DEMOCRACIA
Democracias: un proyecto constante.
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Por: Manuel Alejandro Vargas Villamor
Enero 2023
Múltiples han sido los autores que han señalado el grave estado en que se encuentran muchas de las democracias modernas (refiriéndose a democracias liberales), principalmente en Europa y América. Tras leer obras sobre este hecho una cosa queda clara: la verdad y la realidad pueden ser difusas y por ende se prestan para ser manipuladas. Es ahí cuando figuras que, sea por sus propios intereses o un proyecto personal, no reconocen las instituciones y los mecanismos democráticos, creando mitos fundacionales y haciendo una revisión de la historia para legitimarse en el poder. Surge la duda ¿por qué la gente creería o aceptaría dichos mitos? ¿en qué momento se rompió la línea entre consenso democrático a la nula aceptación del otro como posible contrincante? o ¿acaso nunca existió realmente un consenso, sino que todos esperaban la llegada de un líder o un movimiento con el que la gente se sintiera representada?
Ninguna de estas preguntas puede ser respondida de manera rápida y resumida aquí, pero si hay una aproximación posible a la respuesta que se busca. En un congreso reciente sobre Democracia y Derechos Humanos en América Latina, el politólogo Aníbal Pérez Liñán, afirmó que la polarización del electorado se debe al gradual desvanecimiento de la democracia y no al revés. Esta es la posición que asume este escrito y eso se debe a que realmente para existir en democracia, dígase bajo los principios de que ninguna autoridad política tiene la potestad de decir qué visión del mundo es errónea o correcta (Levitsky & Zibatt, 2018), y que la búsqueda del orden no vaya en detrimento de las libertades personales, políticas, culturales o económicas, se requiere unidad y consenso público en torno a las instituciones y mecanismos democráticos. Sin embargo, mantener dicho consenso tiene varias implicaciones, obligaciones y retos a los cuales tanto la ciudadanía como los políticos tienen que hacer frente diariamente.
Es necesario reconocer de manera pronta a quienes tienen el mero objetivo de acabar con el orden actual, que no reconocen a los demás como un contrincante político sino como un enemigo. Muchas veces las minorías más ruidosas crean la ilusión de que la mayoría es en realidad una minoría cuando es realmente lo opuesto. El impulso común que se tiene como seres humanos es responder a estos, pero gradualmente el resultado tiende a ser la radicalización de más personas entorno a lo que antes se oponían, siendo las redes sociales las que se suelen prestar a este tipo de fenómenos. En general lo más prudente es recordar esto a los demás, lo mejor es simplemente ignorar y no agrandar un problema como son los grupos radicales.
De la misma manera, el lenguaje político debe orientarse a la inclusividad, no a la exclusión, es decir a la creación de la idea de que existe un “nosotros” y un “ellos”. Esto socaba las bases morales e ideológicas de la democracia liberal, legitimando la opresión de minorías o personas ajenas a un plan político. En todo momento el hecho de que el discurso se centre en aspectos como los retos del sistema político y el reconocimiento de los fracasos, puede dar como resultado un mensaje más positivo de lo que se piensa. Como personas existe siempre el sentimiento de indignación justiciera, lo cual, si no es usado de modo moderado, puede llevar a la adopción de ideales poco realistas y que podrían terminar por pasar encima de otros individuos. Es muy común que el lectorado se encuentre dividido en aquellos que quieren mantener el statu quo y quienes lo quieren quebrantar totalmente, una buena causa de ello es el poco reconocimiento que se da a los fallos y problemas del sistema actual, radicalizando aún más a quienes no están conformes con ello.
La sociedad moderna es lo bastante compleja y avanza tan rápido, que sería un error categorizarla en blanco y negro. Las posturas políticas de la Guerra Fría e inspiradas en otros antiguos pensadores, poco a poco han ido quedando obsoletas frente a las nuevas dinámicas y estructuras sociales que nos rigen hoy en día, bien cómo dijo el escritor Yuval Noah Arari (2020), el conocimiento que produce algún cambio se vuelve rápidamente inservible, mientras que el conocimiento que no genera cambios es inútil, ese es el paradigma. Lo que se quiere decir aquí es que es necesario reconocer que no se puede conocer ni abarcar todo desde un solo lado del espectro político. Cuando las personas no conocen todos los temas de este mundo que los rodea, son más grandes los vacíos de conocimientos y la búsqueda de algo que lo complemente, y es ahí cuando entran líderes políticos que pretenden pintarla de otra manera. Desde Cuba hasta Hungría, en muchas democracias actualmente se ha buscado la legitimidad, para socavar con libertades individuales y colectivas a través de nuevas perspectivas de la realidad, cambiando la historia y fragmentándola en dos bandos. En la medida en que cada persona reconozca cuando una organización o un líder pretende llevar a cabo estas acciones, podrá influenciar en su entorno y sus allegados de manera más moderada y en respeto de sus libertades. Por lo tanto, reconocer las propias limitaciones del conocimiento y la complejidad de la sociedad impedirá que el autoritarismo sea el que absorba el pensar individual como colectivo.
Referencias:
Levitsky, S. y Ziblatt, D. (2018). Cómo mueren las democracias. Ariel.
Harari, N. Y. (2020). Homo deus: Breve historia del mañana. Debate.