FORO CUBANO Vol 6, No. 65 – TEMA: EL FANTASMA DEL AUTORITARISMO EN LA REGIÓN Y LAS NUEVAS FORMAS DE GOBIERNO
Autoritarios de todos los países…uníos*
Por: Armando Chaguaceda
Febrero y marzo 2024
*Artículo publicado en la Revista Libertad Amenazada
Se cumple un cuarto de siglo del triunfo del chavismo en Venezuela, con su legado de empobrecimiento masivo, represión criminal y masiva migración forzada.i Durante este tiempo, cuando algunos alertábamos de la deriva autocratizadora en aquel país, otros colegas de la academia -latinoamericana, estadounidense, europea- respondían, con mezcla de sorna e indulgencia, "no es para tanto … ". A semejante desestimación era posible contestar -y así lo hicimos- que lo sucedido en ese u otro país no era el calco, hasta el detalle, de un modelo específico. Pero si la imposición, estratégica y paulatina, de prácticas, instituciones, usos y costumbres que afianzan la dominación despótica. Elementos todos adaptables, según las diferencias históricas, sociales y culturales de cada caso; pero similares en sus esenciales rasgos opresivos.
El tránsito del mero populismo a la franca tiranía admite distintos ropajes ideológicos y anclajes territoriales. Sucedió en Venezuela y Nicaragua, también en Rusia y Belarús. Asoma hoy en El Salvador y en México. El guion es conocido. Anular poco a poco el pluralismo político -desvalorizando el poder del voto, copando los poderes del estado, neutralizando partidos y liderazgos opositores- y la agencia ciudadana -cooptando los movimientos populares, asediando financiera y legalmente a las ONGs, comprando o cerrando medios críticos- para, a la postre, destruir desde dentro a la siempre frágil democracia. Para colmo, a través de los procesos de difusión de ideas y prácticas autoritarias, los distintos gobiernos no democráticos cooperan crecientemente entre sí. Por lo que bien podemos decir, parafraseando aquella vieja consigna del marxismo revolucionario, Autoritarios de todos los países…uníos.
Hoy algunos de aquellos colegas confiesan, en voz baja, su error. Muchos aun evitan todavía revisar su antiguo credo, con las implicaciones que ello supone para la propia academia y para millones de víctimas concretas. Como si eso no bastase, irrumpen en el debate nacional de países como México y Colombia otros colegas que repiten -a medio camino entre la acomodación pragmática y el optimismo militante- el "no es para tanto … ".
Otro contexto histórico, otro momento político
Y es que, frente a procesos de visible deriva autoritaria, se adoptan a menudo dos posturas extremas. Una es la paranoia desenfocada -un “Viene el Lobo” de la conocida fábula- que exagera el calado y velocidad de la amenaza, provocando sobrerreacciones propias y descalificaciones ajenas. Otra la complacencia irresponsable que -como músicos del Titanic- sigue aparentando normalidad en la antesala del desastre, creyendo que la evasión mental cambiará la realidad misma. Pero una variante para evadir el Caribdis de la histeria y la Escila de la indulgencia es ubicar, en diagnóstico, las formas concretas que adopta el avance despótico. Procuraremos, a continuación, hacerlo.
Reconocer que Latinoamérica vive una hora aciaga, luego de cuatro décadas de desigual transición a la democracia, es un lugar común de nuestra academia y opinión pública.ii Insistir en la defensa transideológica de la democracia y la denuncia a todo autoritarismo (del "ismo" que sea) es, intelectual y cívicamente, lo correcto. Y es importante hacerlo, desde un conocimiento "situado", reconociendo que en el aquí y ahora de 2024 -muy diferente a 1974- las autocracias “revolucionarias” latinoamericanas poseen ventajas decisivas (naturaleza de régimen, articulación regional, apoyo intelectual) frente al poder de los populismos y autoritarismos de derecha.
Atendiendo a la naturaleza del régimen, el nivel de control político y cierre del espacio cívico en las autocracias de Cuba, Nicaragua y Venezuela es hoy, de facto y jure, superior a cualquier fenómeno similar en populismos/autoritarismos híbridos gobernados por la derecha como Perú, El Salvador y, hasta ayer, Guatemala o Brasil. Por otro lado, la articulación regional (geopolítica, diplomacia, influencia estatal) de las autocracias “revolucionarias” (en Foro de Sao Paolo, Grupo de Puebla et al.) con sus aliados autoritarios globales (Rusia, China, Turquía) y sus socios democráticos latinoamericanos (gobiernos de Colombia, Brasil, México, Chile, partidos y movimientos afines) no tiene competencia en el lado diestro del espectro político.
Si evaluamos la suma del apoyo intelectual organizado (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales et al.) y espontáneo (sobrerrepresentación de la izquierda en la academia y campo intelectual) a las izquierdas en Latinoamérica vemos que aquellos superan, en alcance y consistencia, a la presencia de las redes (ej. Atlas Network) de influencia, desinformación y formación de opinión de los populismos y autoritarismos reaccionarios. No se trata de que haya autoritarismos preferibles a otros: ética e ideológicamente ello es insostenible. Pero si es posible evaluar cual posee, ahora, más coordinación con sus aliados globales, regionales, intelectuales y sociales. En América Latina hoy, con un Bolsonaro a punto de ir a la cárcel y un Bukele seductor pero aislado, el polo reaccionario de la política iliberal va con retraso respecto al “progresista”.
Ese marco explica los procesos de cooperación entre enemigos de la democracia liberal -populistas o francamente autoritarios- en la región. Uno de los más exitosos es la llamada colonización por invitación, en la cual actores iliberales que operan dentro de un marco aun formalmente democrático, buscan afianzar su poder neutralizando las instituciones que la oposición y sociedad civil podrían activar para frenar el avance autoritario. Este patrón posee un claro precedente en el caso de Venezuela, que ha sido estudiado en varias investigaciones (La invasión consentidaiii, Cubazuela: crónica de una intervención cubanaiv, La intervención de Cuba en Venezuela: Una ocupación estratégica con implicaciones globalesv) disponibles para quien quiera alejarse de la ceguera voluntaria.
Un caso paradigmático
En el caso cubano, la continuidad (temporal) con que han tejido pacientemente lazos con actores mayormente (pero no solo) de las izquierdas regionales les ofrece hoy una sui generis capacidad de influencia en países mucho mayores en población y economía. La paradoja de combinar, en el momento de mayor fracaso económico, estampida migratoria y deslegitimación política doméstica, una capacidad de influencia y normalización globales envidiables.
Varias causas explican la escasa alarma que provoca la renovada presencia de Cuba en varias naciones de la región. Los problemas de cada país, derivados de causas endógenas y larga data -como la violencia criminal, la corrupción administrativa y la desigualdad social- son uno de ellos. Otro es la dificultad de medir la presencia e impacto con que opera su opaco sharp power.vi La indulgencia de una intelectualidad y academia latinoamericanas -mayormente de izquierdas- que firman convenios de colaboración con instituciones de cultura y educación superior, donde agentes del Estado cubano buscan establecer bases de operación, reclutar estudiantes y académicos y obtener financiamiento, es otra razón de peso.
Alguien puede cuestionar, desde una lógica un tanto burda de medición material de lo político, que la influencia ideológica y propagandística no representa una amenaza decisiva para una sociedad y régimen democrático. Como ha señalado recientemente Steven Pinker "Hay una renuencia a acreditar algo tan delgado y etéreo como una "idea" con poder causal. Parece casi místico, ¿cómo podría algo como una idea hacer que los tanques crucen una frontera? Deberíamos superar esta presunción: las ideas son fuerzas causales en la historia. No hay nada místico en esta afirmación. Las ideas no son fantasmas; son patrones de actividad en el cerebro de los seres humanos, compartidos entre ellos por las señales físicas que llamamos lenguaje. Algunos de esos seres humanos tienen los dedos en los botones del poder destructivo masivo, por lo que hecho tienen efectos causales"vii
Seamos claros: es imposible justipreciar la influencia cubana si la vemos con el prisma de los modos tradicionales de evaluar proyección internacional de un poder estatal, medidos en riqueza económica (PIB), demografía y fuerzas armadas. Pero Cuba aporta el software para las elites vecinas autoritarias que quieren prevalecer de modo vitalicio sobre sus competidores democráticos, anulando el juego en los países donde operan. Como con un organismo o virus que coloniza un cuerpo sano y, poco a poco, corrompe su tejido celular, usando la propia fisiología del hospedero en su contra -¿recuerdan La Cosa del Otro Mundo?- La Habana inserta recursos de influencia en áreas clave, capaces de multiplicar su efecto utilizando los propios recursos y canales del hospedero, en un proceder democida.
La información está disponible para quien quiera verla. En México, el “modelo cubano” tiene ya presencia en la política científica, culturalviii y educativaix , con protagonismo en Ferias del Libro, asesores en materia educativa y salud; todo para penetrar el tejido social e institucional, en apoyo a su aliado local. Este reciproca con transferencias financierasx y busca cooperación para la desinformación y la propaganda, en una decisiva coyuntura electoral. xi Teniendo esta cooperación autoritaria, como soporte, una embajada que (como la rusaxii) posee mayor presencia (en instalaciones y personal) que varios de los países latinoamericanos y europeos. A lo que hay que sumar las redes de influencia de los llamados “grupos de solidaridad”, conformados por militantes de la izquierda local pero, también, por legisladores del oficialismo y hasta de la oposiciónxiii
Apuntes para un debate inconcluso
La defensa de la democracia no puede descansar en inercias institucionales o en el apoyo de supuestos aliadosxiv; sin ciudadanos -incluidos los intelectuales- que defiendan el orden liberal y la sociedad abierta estos sucumben. La cooperación entre los autoritarios y populistas está a la orden del día, por medios materiales, comunicacionales e ideológicos; operando en espirales de creciente alcance y velocidad.
Las ideas autoritarias, que sustentan una visión del mundo, se traducen en narrativas transmitidas a través de medios de difusión de propaganda y desinformación. Estas buscan generar percepciones, en públicos influidos e influyentes, capaces de plasmarse en actitudes y acciones concretas, individuales y colectivas, de impacto. Para, a la postre, generar transformaciones en el entorno social y las estructuras institucionales. Mientras ese proceso ocurre, los actores gubernamentales cooperan mediante el intercambio de experiencias y prácticas represivas, para eliminar críticos y competidores, por la vía de la cooptación material y la neutralización judicial o policial. En todas esas fases hay resistencias y reversiones posibles, pero conforme avance el ciclo la capacidad del poder incisivo crece.
Comprender todo eso, como primer paso para contraponerle una estrategia efectiva de resistencia, es clave. Tanto como llenar las plazas y acudir a las urnas. A fin de cuentas, como ha demostrado la historia reciente, la muerte de la democracia no se produce únicamente por grandes eventos catastróficos, sino por una paulatina erosión de nuestras instituciones, el sacrificio de las libertades y la corrupción del pensamiento y actuar cotidianos.