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TEMA: PROTESTAS EN AUTORITARISMOS 

27N9: memorias alteractivistas en un contexto autocrático

Por: Armando Chaguaceda

Enero 2020

Vistas

Hace diez años ocurrió en Cuba una experiencia inédita: una movilización plural de personas y colectivos en torno a la idea de No Violencia. Colofón de trayectorias y aprendizajes diversos -de artistas alternativos, gestores comunitarios, activistas LGBT y ambientalistas emergentes-, la Marcha por la No Violencia del 27 de noviembre de 2009 -en lo sucesivo 27N9- marcó un hito en la accidentada historia de la sociedad civil insular. La gente encontró motivos para activarse desde redes que dieron fuerza a la dimensión expresiva del compromiso. Recuperar la experiencia del 27N9, desde las coordenadas teóricas de una sociología de los movimientos sociales y partiendo de la memoria atesorada y compartida por algunos de sus protagonistas, repasa este texto. [i]

En su libro (Movimientos sociales en el siglo XXI, CLACSO, Buenos Aires, 2018) el sociólogo Geoffrey Pleyers identifica rasgos esenciales de los nuevos actores y procesos de cambio a escala global. Con una reflexión que nace del acompañamiento de luchas en todo el orbe, el autor habla de alteractivismo y espacios de experiencia, de gramáticas de acción basadas en la razón y en la subjetividad. Los alteractivistas son, para Pleyers (2018, p. 67) una suerte de electrones libres, “individuos que guardan su distancia respecto a cualquier organización pero que interactuan según les parece mejor con grupos, redes u organizaciones que mas coinciden con sus ideas y con el tipo de organización que quieren llevar a cabo”. Para Pleyers, la cultura alteractivista coloca la experiencia vivida dentro del proceso de cambios, rechazando modelos dominantes del Estado y de organizaciones sociales clásicas -partidos, sindicatos, viejos movimientos- guiados por verdades absolutas, liderazgos inapelables y modos violentos de conquistar el poder.

Explorar el alteractivismo en el contexto cubano no significa imponer modas exóticas o forzar conceptos ajenos. Sino considerar que, en una nación crecientemente trasnacionalizada y conectada con procesos globales -migratorios, comunicacionales, de consumo, etc-. las identidades y agendas nativas compartirán atributos de sus semejantes en otras partes del orbe. Y, al tiempo, eso supone reconocer que la naturaleza del orden vigente -el de un régimen postotalitario con capitalismo de estado- filtra, administra, fragmenta y bloquea las expresiones y potenciales más promisorios de dichos alteractivismos, suceptibles de detonar procesos ampliados de empoderamiento social y democratización política.

Las nuevas rutas que Pleyers identifica pasan por la confluencia de acciones basadas en la vía de la razón y en la vía de la subjetividad. Desde la primera, una ciudadanía activa e informada se moviliza a partir del diagnóstico de expertos que monitorean al poder, construyen argumentos para políticas alternativas y promueven una participacion ciudadana. En el contexto cubano, los espacios de debate abiertos en el último cuarto de siglo -sean estos autorizados como Último Jueves, temporalmente tolerados como Cuba Posible o asediados como los del Centro Convivencia- abonaron a la vía de la razón con propuestas disímiles sobre las reformas legales, económicas e institucionales necesarias. Algunas de estas propuestas fueron por mucho tiempo más avanzadas que las del Estado; al punto que este las incorporó de modo selectivo en áreas como la migratoria, el cuentapropismo y las NTICs, en sus últimos ciclos de reforma. Otras, relativas al cambio democrático del sistema vigente -en clave socialista democrática o demoliberal- han sido excluidas, de forma expresa, por el propio discurso oficial. De cualquier modo, todos estos espacios han funcionado, simultáneamente, como sitio de encuentro, monitoreo, control y desarrollo de identidades y culturas cívicas.

Cuba: los espacios de experiencia y la vía de la subjetividad

Para la segunda perspectiva -la vía de la subjetividad-, el activismo se construye alrededor de la experiencia vivida y la experimentación, por lo que la noción de cambio no pasa tanto por influir a los responsables políticos sino por transformar la manera de vivir juntos en centros sociales alternativos, acampadas y redes de activismo. Como señala Pleyers, conectados por redes socio-digitales, los alteractivistas construyen espacios de experiencia, donde desde la experimentación creativa implementan sus ideas, prácticas y valores de horizontalidad, igualdad y reflexividad.

En la Cuba postsoviética[ii] surgieron diferentes proyectos que reunían ciudadanos interesados en promover causas específicas. OMNI ZonaFranca y Demóngeles desde el artivismo, la Cátedra Haydeé Santamaría desde la reflexión intelectual, varias galerías y talleres comunitarios, personas y grupos enfocados en las causas del ambientalismo y la diversidad sexual, entre otros, nutrieron ese espacio allende el asociativismo hegemónico -organizaciones sociales y de masas paraestatales- y los asediados grupos de la disidencia tradicional.[iii] Algunos de esos espacios de experiencia, constituidos a partir de redes informales y afinidades personales entre sus promotores, constituyeron “lugares distanciados de la sociedad que permiten a los actores vivir de acuerdo con sus propios principios, entablar relaciones diferentes y expresar su subjetividad” (Pleyers, 2018, p. 40). A ello habría que sumar la potencia de artistas contestatarios, ligados al movimiento Hip Hop, al punk y diversas manifestaciones de la cultura urbana, como el dúo Los Aldeanos y el estudio Real 70, así como el grupo Porno para Ricardo. [iv]

Allí, el activismo combinó la condición prefigurativa -que anticipa elementos de un mundo mejor deseado- y lo performático -pues el objetivo y la accion son concomitantes- a partir de la experiencia vivida y experimentacion colectiva. Blogs nacientes y listas de correo electrónico[v], festivales y exposiciones artisticas -con participación de artistas del interior del país y del extranjero-, centros sociales y redes de jóvenes activistas, intervenciones en avenidas y barrios periféricos -con implicación cómplice y festiva de los vecinos[vi]-, foros de debate de memorias ocluidas por la ideología oficial, incluidas las de los socialismos libertarios y marxismos críticos. Todas estas iniciativas dieron cuenta, desde su fragilidad y fragmentación, de la búsqueda de nuevos horizontes para una sociedad cada vez más díscola, desigual y diversa, ajena al monólogo unanimista del Estado-Partido.

Pleyers, al identificar una tendencia global dominante de represion de los activismos por los regímenes autoritarios (Pleyers, 2018, p. 42) reconoce que “los medios de represión estatal no tienen punto de comparacion con las fuerzas de defensa de estos espacios autónomos. Cierto grado de tolerancias para con ellos por parte de las autoridades estatales resulta entonces indispensable para su supervivencia” (Pleyers, 2018, p. 74). Esa vulnerabilidad, al ser reconocida por una parte del alteractivismo emergente, propició la idea -no siempre concretada de modo sistemático- de articular acciones, comunicaciones y solidaridades de un modo más coherente. [vii]

27N9: los actores recuerdan

Los preparativos

La génesis del 27N9 se dió en la confluencia, dentro de una sociedad crecientemene ajena al molde oficial, de una diversidad -y madurez- de alteractivismos individuales y la articulación de espacios de experiencia. Al recordar el modo y motivaciones en que se implicaron en la iniciativa, las perspectivas son disímiles, pero con importantes coincidencias.

Un grupo coordinador fue clave para la gestación de la iniciativa. Según AP, aún en medio de los preparativos del festival Poesía sin Fin -que incluía discusiones con los funcionarios de Cultura y la vigilancia de la policía política- en su grupo OMNI recibieron la invitación de otros colegas (incluido AM), quienes:

“nos proponen la idea de participar en una marcha que estaban organizando. Nosotros teníamos la experiencia de intervenciones y performance en el espacio público, eso podía ser importante. Entonces acordamos una primera cita en el parque H y 21 en el Vedado”.

Su explicación de los preparativos merece ser referida en extenso, por ser reveladora de la organización, creatividad y autonomía desplegadas en la génesis del 27N9:

“Ese día (…) Hablamos de cómo debería ser la marcha, el enfoque de esta y de hacer previamente alguna práctica que mantuviera la dinámica y la coherencia de la acción. Fue entonces que me dediqué a pensar algunos ejercicios específicos. (...) Mezclábamos técnicas del arte, ejercicios psicofísicos, técnicas del Yoga, las estrategias de las luchas no violentas y por los derechos civiles. El otro encuentro previo a la marcha fue en el parque 23 y Paseo en el Vedado. Ese parque está en una elevación que permitió que los ejercicios, que allí realizamos, se mantuvieran ocultos de los transeúntes, con la intimidad necesaria para desarrollar las dinámicas de acción- reacción, concentración, coordinación colectiva, así como la selección de consignas, ritmos y coros con los que íbamos a marchar.  Otro aspecto fue establecer las reglas para la protección de la marcha: no dejarse provocar, mantener todo el tiempo el entusiasmo y seguir el ritmo. Allí nos reunimos alrededor de 70 personas”.

LE refuerza el testimonio de AP:

“A Amaury y a mí nos vinieron a ver Adrián Monzón y Yordanka Ramos. Ellos estaban asesorando a Aldo (Los Aldeanos) y a Luis Dener del Grupo Demóngeles sobre esta idea de La Marcha por la No violencia. Ellos nos dijeron que la experiencia de nosotros en este tipo de acción podía ser muy importante para ellos, y nos fuimos a un parque en el Vedado. Allí nos encontramos unos pocos y, en medio del debate de la idea, aportamos la perspectiva de que nuestra arma principal y la que mejor dominamos es el arte. Que el Arte puede apropiarse y expresarse sobre todos los órdenes de la sociedad, especialmente de la política”.

Y, señala que la posibilidad de una reacción represiva la contemplaron desde los primeros encuentros:

“Podemos hacer arte político, en eso le ganamos siempre a los políticos que sostienen la dictadura en Cuba y que dirigen a los aparatos de represión. Porque eso era algo que se esperaba: la represión. De este primer encuentro salimos bien claros y acordamos un segundo encuentro en otro parque del Vedado donde convocaríamos a toda la gente posible. Así fue. Asistieron muchas personas y Amaury dirigió ejercicios de acción y reacción, especialmente para no responder a la violencia”. [viii]

Para AP el contexto era favorable a la iniciativa:

Era una época donde existían diversidad de proyectos, enfocados en áreas como el arte, la educación, la informática, la ciencia, la cultura, de formas novedosas que no solo acumularon conocimientos si no una praxis oportuna con toda la pasión que nos caracterizó.

Aportando otra mirada, AM señala que la idea surgió en una acampada en El Escambray, pero que cobró fuerza apresuradamente: “A pesar de que me parecia una idea completamente incorrecta estratégicamente, me sumé porque si mis amigos se iban a meter en la caliente, mas vale que fueramos mas gente”.

Paralelamente, desde otros espacios de experiencia también iba cobrando fuerza la idea de No Violencia, lo que favoreció la implicación de otras personas y grupos en la iniciativa que desembocó en el 27N9. ID recuerda:

“El proyecto Ahimsa de la red Observatorio Crítico habíamos organizado un mes antes (el 2 de octubre) un evento dedicado a la no-violencia, en la Casa de Cultura de Plaza, para conversar sobre ese tema, que nos interesaba mucho por el auge de la violencia no solo del Estado contra las personas, sino entre las personas mismas, en un ambiente matizado por el gusto hacia el reguetón. Por aquellos tiempos también habíamos comenzado a constatar acciones de persecución, censura y represión a grupos como OMNI-Zona Franca, casos que el mismo OC denunció en su momento.Yo llevé el mensaje a la gente del ámbito del OC, y dadas las características de nuestra red, decidimos que la participación fuera a título personal. Varios de los asistentes al evento también asistieron a la caminata”.

El rol de las nacientes plataformas virtuales y del artivismo fueron relevantes en la convocatoria de personas ajenas a los grupos detonantes de la misma. Según YN, fue una pareja la que le inició en el mundo de plataformas independientes -entre ellas Havana Times-, donde escuchó:  “que se realizaria una manifestación en favor de la No Violencia. No solo me gustó el propio motivo de la protesta pacífica sino también el escuchar que estarían involucrados Los Aldeanos, ya para ese momento un grupo super potente”.

La jornada: participación, objetivos y respuesta

El día de la marcha, la participación rebasó -en cantidad, calidad y expresividad- las expectativas de sus promotores. Pese a que un operativo policiaco detuvo previamente con violencia a algunos participantes -al propio AP, así como a la bloguera Yoani Sánchez y el escritor Orlando Luis Pardo- y se mantuvo monitoreando el desarrollo de la marcha -como demuestran las imágenes de agentes de civil escoltando a los manifestantes en las fotos y videos del 27N9-, logró reunirse una cantidad importante de personas. Y, según señala ID, “la organización fue precisa: no llevar otra consigna que la acordada de NO + VIOLENCIA, pero a la vez, tenía un alto componente de descentralización, porque buena parte de la gente no sabía a ciencia cierta quiénes lideraban la aglomeración.”

Según YN “habian muchas personas. Cuando llegué al punto de reunión en G y 23 sentí una gran tensión. (…) El ambiente, digamos que era muy bohemio”. Para AP: “participaron alrededor de 150 o más personas de procedencias muy distintas. Existía una condición mestiza en aquellos jóvenes que estábamos compulsados a construir espacios de diálogo y creatividad que operaran en nuestra realidad”. AM recuerda: “alrededor de 200 personas. Diverso el grupo, de todos colores y géneros, pero sobre todo estudiantes de la universidad y artistas”. LE reconoce su sorpresa por la respuesta recibida:

“A pesar de tener convocatoria no esperaba yo, en lo personal, que asistiera tanta gente, ni que la voz se corriera tan rápido. Porque del día de la organización de la marcha al día de la marcha transcurrió muy poco tiempo. Había gente de lo que yo llamo la Alternatividad. Artistas, seguidores del movimiento de artistas como Omni ZF y los Aldeanos, disímiles grupos en activo en aquellos días como Teatro Cuerpo Adentro”.

El testimonio de ID apoya los estimados de participación, la composición y disicplina de los manifestantes:

“En mi opinión, fuimos unas 200 personas. Claro, la cantidad de agentes de la Seguridad del Estado era ostensible, y eso hace que siempre sea difícil ofrecer una cifra certera. Percibí que la inmensa mayoría de los asistentes procedían del ámbito artístico-intelectual habanero, sobre todo vinculados a las artes como el hip-hop y el teatro (...)”.

Sobre los objetivos de la acción, la mayoría coincide en que se cumplieron. Para YN “era que se lograra hacer la protesta que habia sido organizada desde una iniciativa independiente, algo aún impensable en Cuba” y que “se pudiera denunciar las violencias políticas que ejerce el gobierno sobre sus ciudadanos, aunque no se dijese explícitamente en los carteles”. Según AP, se pudo:

“lograr aglutinarnos y llevar a cabo la marcha. Ver que sí se podía, que estaban las condiciones necesarias para que se diera, llamarnos a pensar sobre las prácticas violentas desde lo doméstico hasta la violencia estatal y política dejando un mensaje claro de paz para la sanación presente y la construcción futura de nuestra nación”.

También LE ve un saldo positivo del 27N9:

“El gran objetivo se cumplió: marchar con pancartas y gritando consignas por la céntrica avenida de 23 desde G hasta el Copelia. El llamado a la No Violencia era el llamado a la no represión y respeto a la libertad de expresión. Fue un grano de Unidad. La represión no ha cesado, pero la libertad de expresión si ha crecido.”

ID apunta a un balance dual: “Al menos la idea de promover el mensaje de la No Violencia se cumplió. Quizás hubiera otros objetivos “estratégicos” no declarados, como ir moviendo los límites al inmovilismo ciudadano”. AM insiste en ese balance complejo, pero con una mirada más negativa:

"creo que en lo profundo, los cubanos, en nuestra incapacidad para organizarnos, llegamos a un punto en que el objetivo es ‘salir a las calles’ pero más como una catarsis y no como una jugada estratégica. Quizas este fue uno de esos momentos en los que Cuba hace una erupción de emoción que se derrama en vano por falta de orden y madurez. Similar a 1994 en el Malecón. Esa marcha, si tenia objetivo, habra sido uno del bando contrario, quizas necesitaban una excusa para acabar de botar a OMNI y caerle arriba en serio a todo el movimiento alternativo como pasó”.

La reacción de la sociedad -en la persona de los transeúntes- y estatal -a través de sus funcionarios- dan cuenta de un modelo donde la primera ha sido sistemáticamente despojada por los segundos de los permisos e incentivos para ejercer el derecho a la manifestación autónoma y, también, la solidaridad con quienes lo ejercen. Según YN “lo que yo recuerdo era que todos nos miraban extrañados. (...) La gente en la calle no entendía lo que estaba pasando, pues la marcha no tenia la imagen de haber sido organizada por el gobierno, entonces no sabía cómo reaccionar. Destaca AM: “Los transeúntes ese día demostraron que no existe tal cosa como ‘el pueblo enardecido’, pero no se sumaron, se quedaron inmóviles viendo a los ‘locos esos’”. La actitud ambivalente de una población desciudadanizada se revela en las palabras de ID:

“No hubo una respuesta negativa por parte de la gente que estaba en sitios tan concurridos como el cine Yara, o la acera del Coopelia. Algunas personas preguntaban de qué iba la marcha, y la respuesta era simple: contra la violencia. Nadie quiere estar a favor de la violencia.”

La fuerza de la acción estatal -en sus modalidades de control, cooptación y represión-, antes y después del 27N9, es común en todos los testimonios. Dice AM:

“Las autoridades estaban muy presentes. Desde temprano detuvieron gente y enviaron a otros a convencer, por ejemplo a Aldo, de que no participara. Además habían muchos de la Seguridad del Estado filmando todo el proceso, tenían tremendas caras de susto. Como si esperaran mucho más que aquellos pocos metros caminados. (…) Después de esa tarde nos citaron, intimidaron y trataron de comprar a todos. Yo fui, obviamente, un blanco importante para ellos.”

Según LE:

“Las autoridades se presenciaron en el lugar a través del comisario político Fernando Rojas, León Jacomino y Alpidio Alonso. Ese trío sigue junto hoy frente al ministerio de Cultura. (...) A mi casa fueron a buscarme con varias patrullas de policía y gente de la Seguridad del Estado. (...) León Jacomino me llamaba constantemente por teléfono advirtiéndome que no asistiera a la marcha y que las consecuencias podían ser graves, como la de una gran represión a los asistentes”.

ID destaca que:

“La esquina de 23 y G estaba completamente tomada por la Seguridad del Estado de civil, y por policías uniformados. También la calle paralela (25) estaba llena de los pequeños buses y camiones que la policía usa para cargar personas. Pero no llegaron a usarlos. Allí se personaron funcionarios como el viceministro de Cultura Fernando Rojas, y el entonces presidente de la Asociación Hermanos Saíz Luis Morlote, con el ánimo de persuadirnos a que no realizáramos la acción. Pero no les escuchamos”.

Los legados

Al interrogar sobre los aprendizajes y legados del 27N9, las miradas de sus protagonistas arrojan luz sobre el estado actual -de mayor madurez y reflexividad- del alteractivismo cubano. Según YN, constituye un momento “divertido y esperanzador  del proceso imparable de distintas generaciones apostando por mayores libertades dentro de la isla”. Para AP, el saldo es ambiguo -crecimiento político y clausura de espacios de experiencia-, pero tiende a la maduración de los implicados, pues:

“(…) fue un ejercicio potente de civilidad y participación ciudadana y su legado fue definitivo entodos los aspectos. Demostró la fuerza que tienen las personas cuando quieren organizarse y tienen la voluntad de hacerlo. Sirvió para romper la inercia, el silencio en el que se sumergen y ahogan en Cuba las propuestas de cada joven generación que reclama algo por sí misma; con esa marcha rompimos una barrera abriendo la brecha para nuevas y futuras marchas. También marcó un antes y un después de lo que hoy llamamos alternatividad, pues fue el comienzo del exterminio de las relaciones que tuvimos todos con las instituciones. El gobierno se encargó de sembrar la desidia y la desunión. Los grupos que participaron en la Marcha poco después fueron desmantelados, diasporizados y expropiados de sus propios proyectos”. 

AM destaca la importancia de acciones imprevistas y creativas frente a la lentitud del Estado –“cuando haces algo rápido tienes más chance de ganar”-, de priorizar una estrategia y lidiar con los egos para seguirla.

LE recupera el valor del artivismo para la transformación de la Cuba actual al tiempo que cuestiona la incapacidad de la oposición y el exilio para aprovechar su empuje y aporte. “Los que hacen política dentro y fuera no están interesados en el arte. No significa nada para ellos. Los artistas que organizaron acciones como estas, y que movieron la conciencia de millones de jóvenes dentro y fuera de Cuba, están completamente inutilizados por los políticos. Los actos de la oposición y del exilio generalmente son secos de arte. Aunque marchas como aquella, que Omni Zonafranca generó muchas, y Festivales como Poesía Sin Fin o Rotilla,  activaron el arte en los espacios de activismo como los que existían en la casa de Yoani Sánchez, Estado de Sats o el Movimiento por la Integración Racial”.


ID hace un análisis ponderado de la utilidad del alteractivismo ligado a experiencias como la del 27N9 en contextos como el cubano:

“Es tal el grado de paranoia y falsa polarización política que el gobierno ha generado en la gente, que las estrategias excesivamente confrontacionales no parecen dar ningún resultado positivo. Sin embargo, los límites de lo posible pueden ir corriéndose a través de acciones de este tipo, con mensajes fuertes pero polisémicos, y que les hablen directamente a las personas de sus necesidades y carencias. El discurso de los Derechos Humanos tal cual, desafortunadamente no cala en nuestra gente, porque no hay una cultura de esos contenidos. Así, las personas no siempre pueden detectar, por ejemplo, que no tienen libertad de asociación, de prensa o de palabra. Por otra parte, es tal el estigma construido en torno a cualquier postura, o colectivo, o actividad de carácter político, que está condenada al fracaso si se plantea en esos términos. Hemos ido aprendiendo que es mejor ir lanzando lazos al poder establecido, rompiendo el sentido común que imponen, utilizando herramientas desconocidas por ellos (redes sociales), e ir construyendo nuestras propias agendas de debate. El arte, el ambientalismo, los derechos LGBT, no estaban en las agendas políticas impuestas por el gobierno: las hemos ido colocando nosotros. Y esa marcha es un ejemplo de ello.”

Una reflexión (in)concluyente

En su obra, Geoffrey Pleyers identifica un conjunto de sesgos epistemológicos (2018, pp. 92-93) dentro de la sociología de la acción colectiva. Entre estos, cuestiona la tendencia a acotar el quehacer de los movimientos sociales a sus impactos en la política institucional, en particular, en las formas de protesta y la oposicion. También insiste en la necesidad de atender el rol que juegan los llamados espacios de experiencia, nacidos del alteractivismo, sin que ello equivalga a romantizar o exagerar su impacto real en la sociedad, así como los riesgos de despolitización o neutralización de aquellos por Estados poderosos y/o autoritarios.

El alteractivismo toma distancia del pensamiento y práctica emancipatorios del siglo XX, cuyo modelo de cambio en dos etapas pasó por la toma del poder del Estado para, desde ahí, operar la transformacion de sociedad desde este. Modelo que, en su variante leninista -matriz vigente del orden cubano- generó la burocratización y militarización de las fuerzas revolucionarias. Frente a eso, insiste Pleyers, el cambio no puede ser solo horizonte sino rutas alternativas, toda vez que con medios hegemónicos -pensamientos únicos, verticalismo y silenciamiento- no se construye un mañana contrahegemónico.

 

Aún cuando el entorno político cubano continúa siendo restrictivo a cualquier forma de acción autónoma -con independencia de los contenidos sociales y orientación ideológica que de esta asuma- el último año ha demostrado que, segmentos de la ciudadanía, pujan por un mayor reconocimiento de sus identidades y derechos. Siendo que Pleyers reconoce (2018, p. 147) la existencia de cuatro movimientos dinámicos en la Latinoamérica actual es posible encontrar sus correlatos en las, repetimos, peculiares cirsunctancias de la Cuba actual. La agenda en pro de democracia, paz y justicia hace parte de esas luchas. Y la experiencia del 27N9 fue un hito, cuyo legado de logros, errores y fracasos tributa a la memoria colectiva del activismo cubano.

Los protagonistas de aquella jornada aún creen que algo hay de recuperable del 27N9 para los desafíos del presente. Y todos sostienen que, llegada la coyuntura, volverían a marchar por esas calles. YN piensa que “ser parte de una manifestación pública en Cuba ayuda a eliminar el miedo”. AP defiende que:

“la lucha no violenta en la calle es el espacio donde se exponen nuestras ideas con más vehemencia. Es en el espacio público donde el cuerpo se materializa como cuerpo/nación. Como mismo se manifiesta en las marchas religiosas, en los grandes festivales y conciertos, en los entierros de alguien querido, también en el clamor de libertades o, como en este caso, en un reclamo de paz”.

AM sostiene que “reconstruir la historia es megaimportante. También creo que tenemos mucha necesidad de reconocimiento”. LE insiste en que “los artistas estamos mucho más preparados para accionar una marcha definitiva en Unidad. Estoy seguro de que sería una marcha trascendente, y que lograríamos el despertar de un movimiento”, lo que coincide con la mirada de ID cuando señala “la marcha LGBTIQ del 11M, la marcha animalista en abril, la protesta hoy frente a Zoonosis, demuestran que es posible.”[ix]


Sobre las enseñanzas de la historia -donde antiguos movimientos radicales, una vez empoderados, devinieron inquisidores de otros sujetos sociales- y los desafíos del presente -con una época de recomposición de fuerzas políticas y alianzas a nivel global-, la propuesta teórica de Pleyers y los testimonios reflexivos de participantes del 27N9 delinean una vital mirada del alteractivismo cubano. Una que aprende de y con los actores, donde confluyen las teorías, el cambio social y la transformación personal. Y, donde la lucha por la democracia -en la combinación y coexistencia de sus diferentes formas- constituye un horizonte para sujetos y espacios de experiencia cuya existencia misma es un desafío dentro de contextos autoritarios.

[i] Agradezco en este punto los testimonios compartidos por Luis Eligio Pérez (LE, 8 de noviembre), Isbel Díaz (ID, 10 de noviembre), Adrián Monzón (AM, 14 de noviembre), Amaury Pacheco (AP, 19 de noviembre), Yanelys Nuñez (YN, 21 de noviembre). Sin ellos este texto no tendría sentido.

[ii] Para una lectura actualizada y plural del contexto cubano ver “Cuba pos-Castro: ¿espejismo o realidad? Miradas diversas sobre una sociedad en transición”, coordinadores Sergio Ángel y Armando Chaguaceda – Bogotá: Universidad Sergio Arboleda, 2019 en https://repository.usergioarboleda.edu.co/handle/11232/1231

[iii] Las identidades híbridas -no oficiales, no disidentes- de ese alteractivismo sale a la luz en los testimonios de algunos promotores del 27N9. Según AP “Muchos pertenecíamos a instituciones, principalmente a la Asociación Hermanos Sainz y llevábamos elgermen del espacio independiente. Las instituciones se convirtieron en núcleos donde se compartían las nuevas ideas.  Allí y en otros lugares de recreación y conciencia nos fuimos dando la voz, nos fuimos organizando de manera natural.”

[iv] Para el 27N09, los integrantes de este grupo, en especial Gorki Aguila, ya habían sido categorizados abiertamente como contrarrevolucionarios, siendo en consecuencia reprimidos por la Seguridad del Estado y censurados por las instituciones de Cultura oficiales y sus asociaciones paraestatales, como la Hermanos Saíz.

[v] Según Pleyers, dentro de los regímenes autoritarios internet ha operado como una suerte de espacio protegido, desde donde es posible construir redes de indignación y acción para transitar del espacio privado y virtual al espacio público de las plazas (2018:80). Rompiendo a la postre las falsas dicotomías entre el activismo clásico offline y la ciudadanía online, entre la vida pública comprometida y la vida privada pasiva.

[vi] Como señala Pleyers (2018: 69) la fiesta es parte del compromiso y accionar del alteractivismo. Situación visible para quienes compartimos las experiencias de Poesía Sin Fin y otras iniciativas emergentes en la Cuba de inicios de siglo.

[vii] Pleyers identifica (2018: 77) dento del panorama alteractivista la idea es enjambrar movimientos y espacios autónomos, aunque su multiplicacion no conduzca necesariamente a un cambio social global, como modo de compartir recursos, aprender colecticamente y defenderse mejor de los asedios del sistema. Los intentos de la red Voltus V (2006) y del Observatorio Crítico (2008) apuntan a esa dirección.

[viii] AM testimonia que, en las jornadas que desembicaron en el 27N9, la participación y la organización fueron increscendo: “El domingo me avisaron informalmente de que "si vamos a hacer el primer pellizco" (el primer pellizco era su nombre) el Lunes nos vimos unos 15 en H y 21. Ese día acordamos vernos en el parque de Paseo y 23 y asi fue el proximo miércoles éramos como 60, ya con los carteles que hizo no se quién con la frase No+Violencia (…) ese dia quedamos el viernes 6, alli fuimos como 200.

[ix] No obstante, ID llama la atención sobre la importancia de evaluar dinámicamente los contextos y estrategias del alteractivismo, pues “al igual que nosotrxs aprendemos, así mismo hace el poder. Hoy tendríamos que considerar nuevas variables como: más acceso a las tecnologías y las redes, crisis económica, recrudecimiento del bloque de EEUU, crisis con los aliados regionales del gobierno cubano, aumento de la represión por parte de la Seuridad del Esatado, etc…”

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