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Otra revolución que se quedó corta 

Por: Alejandra Guerrero

Mayo  2019

TEMA: LIBERTADES Y DERECHOS

Llegó el primero de enero de 1959 la revolución a Santiago de Cuba. Llegó junto con la ilusión de unas mejores condiciones de vida para todos. No obstante, si bien la calidad de vida para la población en general no mejoró, para una población en específico la revolución significó un retroceso en cuanto a lo que su día a día significaba. Los derechos y libertades de la comunidad LGBTIQ fueron una de las tantas víctimas que dejó esa entrada triunfante del Ejército Rebelde.

Según Bejel, en su ensayo Antecedentes de la homofobia cubana contemporánea, una parte fundamental del discurso nacional cubano se construyó alrededor del culto a la virilidad del “guerrero”, lo cual generó que el hombre afeminado se concibiera como una “amenaza” a la nación y su misión revolucionaria. Es así como desde aquel primero de enero el Estado cubano demostró una fuerte aversión hacia la población homosexual masculina. Redadas masivas fueron lanzadas en 1961 en algunas zonas de La Habana con el simple objetivo de ejecutar una limpieza social, la cual persiguió a todo tipo de alteridad que se manifestara dentro de la isla, sobre todo a los maricas[1]. Con esta historia a muchos nos llega a la mente el agrio recuerdo de lo que fueron las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, que, si bien duraron no más de un par de años funcionando, permanecen hoy como una gran mancha en la historia de la Revolución. En estas unidades fueron internadas las personas consideradas como indeseables para el Estado, católicos militantes, testigos de Jehová y personas pertenecientes a la comunidad LGBTIQ, para realizar trabajos forzados en línea con la ideología revolucionaria.  

Y es que la persecución adquirió un carácter legal desde el Congreso de Educación y Cultura de 1971 y la “parametración”, a la cual se le dio cuerpo y forma cuando en dicho encuentro Fidel condenó toda forma de intelectualismo, homosexualismo, práctica religiosa y otras “aberraciones sociales”. Según él, estas podían llegar a contagiar la juventud cubana, a la cual se le había prometido unas mejores condiciones de vida. Pero si eran homosexuales el manto de la revolución no los alcanzaba a cubrir. El mismo Estado se encargó de crear espacios de exclusión y otredad dentro del constante discurso de quienes podían conformar la nación cubana. Ser parte de la comunidad LGBTIQ los inhabilitaba automáticamente para participar en una Revolución que, como cualquier estructura creada por el hombre, es patriarcal y heteronormativa.

Después de la oscura época de los inicios de la revolución, la caída del muro de Berlín también trajo cambios para esta población históricamente marginada. En la segunda mitad de los 90s empieza una lenta transformación en materia de derechos, libertades y calidad de vida de la comunidad LGBTIQ, paradójicamente la revolución les terminó cumpliendo a su manera.

Y es que las pequeñas victorias ganadas por la comunidad han estado llenas de paradojas. El proceso para que se iniciara un diálogo entre esa otredad y su ente opresor se empezó a gestar desde una institución gubernamental. Para aumentar la ironía, es la misma hija de fidel la abanderada de esta segunda Revolución. Mariela Castro dirige actualmente el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), que desde 1989 se desempeña como una institución docente e investigativa en temas concernientes a la sexualidad humana. Según lo que dice la página del CENESEX, el propósito de esta institución es gestionar la aplicación de la política cubana de educación sexual. Es claro que el hecho de que el CENESEX se abanderara de esa lucha dio legitimidad a distintas batallas que se estaban librando de forma dispersa. De la completa penumbra política, jurídica, social y económica, la comunidad ha llegado a escenarios de debate que antes se pensaban imposibles.

Desde que un muy enfermo Fidel delegó varios de sus cargos a su hermano Raúl, en Cuba empezaron a ocurrir diversos cambios. En este contexto, Mariela Castro se convirtió en una figura política que comenzó a adquirir gran visibilidad por impulsar una serie de eventos legislativos y sociales en respaldo a la misión desarrollada por CENESEX. La iniciativa más importante generada por Mariela es la celebración del Día Mundial Contra la Homofobia en Cuba, el cual se celebró por primera vez el 17 de mayo de 2008 y tuvo un alcance nacional. Por primera vez en Cuba la diversidad sexual, y sus defensores, se tomaban los edificios estatales, ya que estas mismas instituciones patrocinaron espacios para que estos maricas, que habían sido tan perseguidos y asediados hace unos años, pudieran encontrarse, a sí mismos y entre ellos, a través de distintos actos culturales. Por muchos factores este fue un día histórico. El presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Ricardo Alarcón, hizo presencia en algunos eventos que se llevaron a cabo en la capital. Asimismo, un acto muy recordado de esta jornada fue el momento en que la bandera gay ondeó libremente en la entrada del Pabellón Cuba.

Tras la visibilidad alcanzada aquel 17 de mayo los “otros” dejaron de luchar y aguantar solos, pues la hija de Raúl Castro empezó a abanderar esas luchas de sectores marginados por el Estado. Incluso Rufo Caballero, el crítico de arte, académico y narrador cubano, definió al CENESEX como la institución que encabeza las fuerzas democráticas de una Cuba abierta al cambio, y que reconoce que la Revolución quiere decir que la gente viva, sin exclusiones, prohibiciones y silencios. Pero esta histórica jordana no solo conllevó a halagos al CENESEX y su directora, sino también conllevó cambios materializados. Menos de un mes después se establecieron las normas para la atención sanitaria de las personas transexuales, incluida la reasignación sexual gratuita, a través de la Resolución 126 del Ministerio de Salud Pública.

En una entrevista otorgada a la BBC en mayo de 2017, a Mariela se le preguntó sobre cómo percibía el hecho de que Cuba está transitando de ser un lugar intolerante hacia los homosexuales a convertirse en un destino turístico gay. Ante esto, ella respondió que se sentía orgullosa ya que de alguna manera su trabajo en el CENESEX ha contribuido a que la comunidad LGBTIQ en Cuba se sienta relajada y tranquila; además, también se ha logrado que cada vez más personas participen como activistas con más conocimiento y con más consciencia de que los derechos se conquistan haciendo.

Al parecer a esa Cuba que describe Mariela Castro, como un lugar seguro e inclusivo, se le olvidó ese repetitivo discurso que su directora ha abanderado, cuando el pasado mes de mayo el Ministerio de Salud Pública de Cuba canceló el desfile anual por el Día Mundial Contra la Homofobia. Según una nota publicada por el CENESEX, dicha cancelación se debió a las nuevas tensiones en el contexto internacional y regional que están afectando de manera directa e indirecta al país. No obstante, en el comunicado aclaraban que esto no implicaba que el desfile no se pudiera retomar el año que viene. Obvio, porque la seguridad y tranquilidad de una comunidad históricamente oprimida pueden esperar un año más.

Pero la Marcha de las Antorchas llevada a cabo el 27 de enero, en la cual se honra el natalicio de José Marti, no pudo esperar un año o no significó un riesgo para Cuba en un momento tan coyuntural. Lo mismo con la marcha del Primero de Mayo. Una vez más es necesario preguntarse, ¿cuál es el riesgo que representa la comunidad LGBTIQ para el Estado cubano?, ¿por qué de sus derechos sí podemos prescindir?

Los trágicos hechos ocurridos en la marcha alternativa del movimiento LGBTIQ que se llevó a cabo el 11 de mayo ya son ampliamente conocidos. La manifestación no oficial, que se fraguó después de que el CENESEX cancelara la otra, terminó cuando agentes uniformados y también vestidos de civiles irrumpieron para agredir físicamente a los manifestantes. Las acusaciones lanzadas por Mariela de que esta marcha alternativa era un boicot planeado desde Miami fueron muy poco creíbles. Para muchos lo que esto significó es la confirmación de lo que ya sospechaban: así como el capitalismo instrumentaliza la lucha de la comunidad LGBTIQ el socialismo no se queda atrás y puede hacer lo mismo con el fin de simular la transición a un gobierno más moderno.

Si bien el Gobierno ha estado desarrollando estrategias inteligentes para tratar de enmendar hechos como los de las UMAP o el hecho de que la homosexualidad haya sido considerada como un delito por el Código Penal, esto no significa que estas instituciones, como el CENESEX, realmente representen los intereses de las personas que pertenecen a la comunidad. ¿Revolución y cambio sí pero no así? Tal vez esto nos debió haber quedado claro cuando después de ese esperanzador 17 de mayo de 2008 varias organizaciones LGBTIQ trataron de marchar por su cuenta y fueron abordados por la policía, tal como los hechos ocurridos este año. Pareciera que la estrategia del CENESEX es reconocer y empoderar, pero no lo suficiente como para que se abanderen de su propia lucha.

Si bien esta entidad ha demostrado ser capaz de generar una discusión en la esfera pública sobre temas que antes se consideraban impensables, con la cancelación del desfile del Día Mundial Contra la Homofobia, la cual equivale al Desfile del Orgullo Gay en otros países, demostró que probablemente en esas luchas no todos son aliados y que, al final de cuentas, los maricas se cuidan mejor entre ellos.

 

 

[1] En este texto se usará el término “marica” de forma deliberada porque el objetivo del mismo es evidenciar cómo el gobierno de Cuba ha instrumentalizado a la comunidad LGBTIQ para simular un avance en materia de derechos y libertades que a la hora de la verdad no existe.

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