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FORO CUBANO Vol 5, No. 51 – TEMA: INSEGURIDAD ALIMENTARIA 

La inseguridad energética y la alimentación en la familia cubana. Entrevista a Amelia Calzadilla

Vistas

Por: 4Métrica 

Diciembre 2022

La energía es un motor de oportunidades económicas que transforman y desarrollan la sociedad. Según el Programa Mundial de Alimentos la energía empleada para cocinar representa aproximadamente el 90 por ciento del consumo de la energía doméstica en los países en desarrollo, por tanto la capacidad de acceder a esta es un factor fundamental para lograr una alimentación segura y sostenible.[1] Entre las energías para una cocina eficiente, asequible y confiable, se encuentra la energía eléctrica. La electricidad es crucial en lo doméstico, para producir, procesar y conservar alimentos, para la iluminación que requiere la cocción, para la refrigeración de los productos perecederos, para el funcionamiento de electrodomésticos, incluso para el almacenamiento y el fluido del agua potable necesaria para la elaboración de la comida. En lo comunitario, la electricidad garantiza la cocina institucional (de escuelas, centros laborales, entre otros institutos oficiales), así como la comercial (cafeterías y otros puestos de venta), además de ejercicios de sobrevivencia y resiliencia en tiempos de crisis e incertidumbre.

Cocinar es una actividad central en la cultura cubana, que dispone tradicionalmente dos platos calientes al día, además de una cocción mayormente lenta. Sin embargo, en la actual crisis energética nacional las diferentes formas de elaboración de alimentos en la familia cubana se han visto seriamente afectadas. Ya desde el 2016 Cuba presentaba problemas en la disponibilidad de petróleo que demandaba “un estricto ahorro y un uso eficiente de la energía y los combustibles” (Granma, 08.07.2016). En el verano de este año, de una capacidad instalada de 6 558 MW, la disponibilidad fue solo de unos 2 500 MW. Esta cifra representaba el 38% de la capacidad programada, y fue similar a la que estuvo disponible en 1994 durante el Período Especial. Actualmente, la inseguridad energética en Cuba ocasiona afectaciones que implican hasta cuatro cortes de electricidad semanales en el sector residencial, en horario diurno o nocturno, con una duración de cuatro hasta ocho horas en cada caso. A consecuencia de estos apagones, que a menudo coinciden con horarios picos, familias sobre todo en distritos apartados de provincias como Mayabeque, Cienfuegos, Las Tunas, Holguín y Granma han visto limitada su capacidad para cocinar, y han recurrido a alternativas como cocinar por adelantado y preservar, o cocinar con leña o carbón vegetal.

 

De la revolución a la inseguridad en la energía

 

El acceso a la energía está estrechamente vinculado a la justicia social, y en relación al acceso a los alimentos y al agua como condicionantes para elevar el nivel de vida y reducir las desigualdades de género. En su ausencia, la inseguridad energética se entiende como la falta de acceso a fuentes de energía adecuadas, asequibles y confiables para un sustento saludable y sostenible, y es un desafío sobre todo para subgrupos como mujeres y niños, particularmente vulnerables. La inseguridad alimentaria puede tener una percepción más grave en casos como el de Cuba, donde los hogares ya habían adoptado por décadas energías modernas para la cocción y por tanto, tienen menor capacidad de improvisación, experiencia, recursos o espacio para la usabilidad de soluciones alternativas frente a los cortes de electricidad o “apagones”.

La adopción de electrodomésticos se realizó en Cuba de forma casi mecánica hace veintidós años, durante la llamada “Revolución Energética”. Desde entonces, alimentos tradicionales en su cocina, como el arroz o los frijoles han requerido en buena parte del país de mayor dependencia de energía eléctrica, con el uso de electrodomésticos como arroceras, ollas reinas y cocinas eléctricas o de inducción, entre otros menajes entregados bajo supervisión del Estado. La principal consecuencia del programa al interior de los hogares cubanos fue la transición de la forma de cocción del gas licuado a la energía eléctrica. Mientras que, hasta principios de 2006, la gran mayoría de los hogares cocinaban con gas licuado y combustibles contaminantes como el queroseno, en pocos meses unos tres millones de hogares, poco menos de un tercio del país, se convirtió casi totalmente a la cocción eléctrica. Los hogares se equiparon con hornillas eléctricas, una olla arrocera (eléctrica), una olla a presión (eléctrica), así como calentadores de inmersión entre otros enseres. Este cambio modernizó la forma de cocción, reduciendo y optimizando el tiempo requerido para ello. Las cocinas familiares abandonaron las antiguas ollas de presión y comenzaron a depender de los nuevos equipos electrodomésticos, sobre todo aquellos hogares con distribución regulada de gas manufacturado. Como resultado, se creó un aumento de la demanda pico de electricidad con dos puntos pronunciados en el día durante los horarios de comida. Tres años después, la demanda total de electricidad había aumentado en un 33%.

Impacto de la inseguridad energética en el derecho a la alimentación

En una cocina modificada y dependiente, por decisión estatal, de energía eléctrica, los apagones impactan gravemente en los productos alimenticios. La necesidad de conservar la frescura a través de frigoríficos es una prioridad no siempre al alcance de todas las familias. La incapacidad para almacenar alimentos de forma segura tiene una serie de consecuencias. La disminución de aprovisionamiento y la pérdida económica son las más inmediatas. Si a esta situación se le suma la imposibilidad de conservar o almacenar alimentos de mayor perdurabilidad o fácil cocción dado el desabastecimiento y la inflación de los precios, las implicaciones entre cortes eléctricos y alimentación se agravan. También debemos tener en cuenta que las ventas de módulos de cocina con energía eléctrica actualmente se realizan de forma preferencial para familias atendidas por la Asistencia Social [2]. Entonces son los grupos más vulnerables y con limitados ingresos los que mayor inciden en un acceso inseguro a la energía para cocinar, y por ende, a la alimentación.

 

Podemos concluir que la seguridad energética, por muy revolucionaria que sea, no garantiza a largo plazo la seguridad alimentaria. Irónicamente, la búsqueda de la primera puede frustrar la ambición por la segunda. La pérdida de alimentos perecederos y la inhabilidad de utilizar estufas y otros utensilios domésticos, sumado a los altos precios de los alimentos implica serias consecuencias como la modificación de la dieta por la ausencia de alimentos frescos, o estrés del grupo trabajador al no poseer el tiempo de cocción necesario. Cuba carece de otras iniciativas vecinales que podrían ayudar en la subsistencia en estas condiciones, como bancos de alimentos en el vecindario, recaudaciones de productos perecederos, comedores vecinales. En general, estas circunstancias no parecen ser sostenibles cuando existe inacceso generalizado a factores básicos para una vida digna. Los apagones sistemáticos pueden dañar o empeorar la salud de las personas a través de la inseguridad nutricional. Si a esto se le agrega las inequidades socio-económicas de sectores ya vulnerables, podemos estar hablando no solamente de un serio desamparo, también de una difícil solución a mediano plazo.

 

Amelia Calzadilla Hernández no es más una desconocida para los cubanos. Su nombre y rostro se hicieron virales cuando encontró en las redes sociales, como último recurso, una vía para hacer escuchar sus reclamos. La habanera de 31 años vive en el Cerro junto a sus padres ancianos, su esposo y sus hijos de tres, seis y ocho años.

 

Amelia es una profesional que ha ocupado cargos de responsabilidad en instituciones oficiales, en específico en el sector de la recreación y el turismo. Su padre es jubilado del Ministerio del Interior (Minint) y combatió junto al Che Guevara. Aunque ella afirma que su postura política es «ser madre» y sus reclamos se centran en la garantía de recursos básicos para su familia, el hecho de ser visible en las redes la ha puesto en la mira de reprobación de autoridades locales y de la Seguridad del Estado. Un medio oficial incluso criminalizó su imagen y afirmó que sus directas forman parte de «un manual para promover la acción que se quiere promover, (...) vender al país o salir a las calles».

 

Food Monitor Program (Monitor de Seguridad Alimentaria) conversó con Amelia como parte de un estudio sobre la inseguridad energética y la afectación a la seguridad alimentaria en los hogares cubanos.

 

¿En qué proporción (de “muy importante” hasta “nada importante”) utilizas los siguientes recursos energéticos para la cocción y la potabilización del agua en el hogar: gas licuado (balita), el gas manufacturado (de la calle), electricidad, carbón?

 

Evidentemente en mi casa los recursos energéticos son de suma importancia. Al tener un núcleo compuesto por siete personas la cocción de los alimentos requiere de mayor tiempo, son más cantidades de alimentos. En mi caso cocinamos con electricidad, porque a pesar de encontrarnos en la red de gas manufacturado llevamos más de 10 años intentando tramitar el servicio, pero hasta este momento no se nos ha asignado ningún servicio de gas, ni manufacturado ni licuado. ¿Por qué es importante para nosotros la cocción con gas?….Sencillo, porque los gastos por concepto de uso de electricidad aumentan muchísimo dado que, para poder cocinar nuestros alimentos, utilizamos una hornilla de inducción. Esta hornilla la tenemos por más de 14 horas en uso, y consume más de 450 kW mensuales. Al resultar la electricidad más cara que el servicio de gas mi familia tiene innecesariamente gastos mayores.

 

Además, en mi casa todos tomamos agua hervida por una variedad de razones: por hábito, porque tenemos niños pequeños, porque sabemos que el sistema de acueductos no impide por roturas en la estructura que te puedas afectar con enfermedades transmisibles por el agua, como el cólera, por ejemplo. Entonces, en mi casa por la cantidad de personas que somos en el núcleo, tenemos que hervir diariamente alrededor de 10 a 15 litros de agua. Eso implica que tengamos la hornilla de inducción prendida, solo para hervir el agua, al menos tres horas al día.

 

¿Consideras el gasto destinado a la energía eléctrica en tu hogar asequible y estable?

 

Ahora mismo no hay una correlación estable ni normal en lo que nosotros ingresamos como familia. Esto incluye los ingresos por concepto de pensión de mi papá, que tiene 80 años y que trabajó por 58 años primero en el Ministerio del Interior y después en lo civil, y por otro lado lo que ingresa mi esposo; esto para poder pagar la electricidad que consumimos. Porque nosotros llegamos a consumir alrededor de 7000 pesos de luz en los meses de verano. Y tenemos un consumo de alrededor de 1000 kW mensuales, de ellos 450 son únicamente por la hornilla de inducción.

 

Entonces realmente no tenemos una buena relación entre ingresos y pagos por concepto de corriente. Por tratarse de un núcleo que tiene tres menores, que ninguno de ellos ingresa dinero, pero por supuesto consume electricidad, considero que en las últimas regulaciones se debieron haber ajustado las tarifas teniendo en cuenta los componentes del núcleo familiar, y no generalizar la misma tarifa como si todo el mundo tuviera el mismo nivel de gastos y de ingresos.

 

¿Se ha visto afectada la eficiencia de la cocción en tu hogar por el uso mayoritario de gas o corriente eléctrica en horarios picos? ¿Cómo?

 

En mi caso, el mayor problema que presento a la hora de cocinar los alimentos son los cortes de electricidad continuos. Al no tener una fuente de cocción que sea de gas, yo tengo que someterme a los programas de apagones oficiales. Pero esto pasaba antes incluso de estos apagones programados y “solidarios”, en el mes de mayo, por ejemplo, cuando hubo seis días donde tuve cortes de ocho horas continuas por vía libre por poda. En esos casos, en los días en que en mi casa no hay electricidad, sencillamente no se come porque la única forma de cocción de los alimentos es la electricidad, no tengo una forma alternativa. Ahora, ante el creciente déficit de energía, donde cada vez hay más apagones, mi mayor preocupación es que yo no pueda cocinar para mi familia porque no tengo otra fuente para poder cocinar en mi casa.

 

Ante la situación energética que vive el país yo me siento sinceramente desesperada. Por demás, tú sabes que aquí surgen todo tipo de ideas de los “antiprogresos”, de la gente que “no le gusta el progreso y el desarrollo”, pues pueden surgir ideas de otras formas de cocción como cocción con leña, o con luz brillante como cuando yo era una niña, durante la crisis de los años noventa, que se cocinaba con cocina de pique o de luz brillante. Pues bueno por las características del apartamento donde yo habito eso es imposible porque se trata de un tercer piso, de microbrigada, que no cuenta con un patio. El espacio pequeño donde lavamos tiene solo dos lavaderos y la lavadora. No tiene la estructura física ni comprende la posibilidad de tener una fuente alternativa como pudieras tener, por ejemplo, en las áreas rurales donde tú puedes cocinar con carbón en el patio de una casa. No es el caso de nuestra familia. Además, al tener niños pequeños correríamos con el riesgo de un accidente en el hogar, así que tampoco tenemos esa opción.

 

¿Se ha visto afectada tu capacidad para recoger y almacenar agua potable ante esta situación? ¿Cómo?

 

Realmente con el tema del agua potable nosotros no hemos tenido problemas para almacenar agua debido a que la construcción del edificio tiene un sistema de cisternas donde se acumula el agua que viene de la calle. ¿Dónde está el problema? En elevar el agua a los tanques, o sea almacenarla para el consumo directo por la pila. Si tenemos un corte de electricidad, en ese espacio no podemos utilizar el motor para subir el agua a los tanques y el agua se queda abajo hasta que volvamos a tener corriente. Puede pasar que en los días estos que te mencionaba donde había una vía libre por poda y cortes durante 8 horas continuas, nosotros no podíamos subir agua. Entonces, por ejemplo, si se acababa el agua de los tanques antes de que volviera la luz, no teníamos la opción de cocinar, de fregar, de bañar a los niños, las cosas que son obligatorias con el uso del agua.

 

Muchas veces como los días en los que nos afectó el huracán, si te pasas varios días seguidos sin corriente, tu única alternativa tiene que ser cargar agua. Y cargábamos a cubo, los tres pisos, desde el agua de la cisterna hasta el apartamento donde no tenemos depósitos de agua. En el apartamento no tenemos tanques de agua, los tanques están elevados en la azotea del edificio y son para todos los vecinos. Entonces teníamos que recoger a cubo agua para fregar, volver a bajar a recoger más agua, y bueno eventualmente esto conduce a un problema de salud también. No es un problema solamente de almacenamiento de agua para su uso más cómodo, sino que conduce a un problema para la salud de la persona que tiene que cargar el agua en estas condiciones.

 

¿Cómo ha afectado el paso del huracán Ian y la caía del sistema eléctrico nacional su capacidad para conservar los alimentos perecederos? ¿Se ha quedado, por ejemplo, sin alimentos o agua potable? De ser el caso, ¿por cuánto tiempo?

 

El huracán Ian con nosotros acabó. Nosotros fuimos de las personas en el Cerro que estuvimos alrededor de 4 días sin corrientes. Nos quitan la luz el martes, unas horas después de entrar el huracán; y en la madrugada del jueves para el viernes es cuando nos vuelven a restablecer el servicio. La comida que tenía en el frío se me echó a perder. No era que tuviera mucha comida porque ya por la precariedad del acceso a los alimentos en Cuba ya una nunca tiene suficiente comida y nosotros somos un núcleo muy numeroso que verdaderamente yo casi compro el alimento de la semana. Pero sí tuve comida que perdí, sobre todo proteína, comida que no pude utilizar con mi familia.

 

Por otra parte, ya te expliqué la situación del agua. Nos quedamos sin agua completamente en la casa. El agua estaba en la cisterna almacenada pero no podíamos bombearla con el motor hacia los tanques. Teníamos que bajar dos y tres veces al día mi esposo y yo que somos los únicos jóvenes en nuestra familia. Mi mamá es cardiópata y mi papá tiene 80 años así que era imposible que ellos pudieran subir los tres pisos y los niños necesitaban bañarse y comer, la casa había que mantenerla limpia, teníamos al menos que lavarnos las manos, etc. Mi esposo padece de escoliosis y yo estaba en ese momento con una hepatitis reactiva resultado de un dengue hemorrágico, así teníamos que bajar con cubos a cargar agua.

 

Además, con el tema de que no tenemos servicio de gas, yo no podía cocinar la comida para mi familia. O sea, la comida se me estaba echando a perder y yo no tenía siquiera la opción de cocinarla. Una locura. Tuve que irme de mi casa con los niños para la casa de mi prima en 10 de Octubre que tampoco tenía electricidad ni agua. Entonces cocinábamos en su casa con gas y regresábamos para la mía con la comida, para luego volver a cargar agua para poder fregar.

 

La situación fue precaria, sin contar con que yo vivo en un área que pertenece al Ministerio de la Construcción, el edificio está en un solar yermo que pertenece a esta institución, y que supuestamente se convertirá en viviendas. Pero no construyen viviendas porque siempre hay una historia por la que nunca entregan los terrenos y este lugar se ha llenado de yerba, es un herbazal horrible donde proliferan los mosquitos. Entonces estábamos sin corriente, sin agua, sin gas y los mosquitos comiéndose vivos a los niños. Era desesperante. Y los primeros dos días no pudimos salir de la casa por el temor a la etapa posterior del paso del huracán donde los árboles estaban caídos, los cables eléctricos tirados en el piso, estaba lloviendo y los niños además son asmáticos. O sea no podíamos salir por las condiciones climatológicas, no podíamos estar en la casa por las otras condiciones que te describía, y al final de la historia vimos que toda la comida que teníamos se nos echó a perder.

 

¿Qué variantes y recursos alternativos has utilizado ante estas dificultades?

 

Mi variante siempre es irme de mi casa, vivir como un nómada en Cuba. Yo creo que nosotros vivimos un nivel de retroceso que ya la población es nómada, ya no van a existir siquiera los asentamientos fijos, eso se va a acabar.

 

Mi prima y yo, que vivimos relativamente cerca, más menos un kilómetro y medio o dos kilómetros, ambas tenemos niños. Ella tiene una niña que va a cumplir 10 años. Cuando ella no tiene corriente viene para mi casa con su familia, y entonces ahí ella, su niña y su esposo se bañan y comen en mi casa. Gracias a Dios no estamos en el mismo circuito, por lo que cuando soy yo la que no tengo corriente nos vamos para su casa, cocino, hiervo el agua, baño los niños. No tengo otra manera de hacerlo, estoy obligada a abandonar mi vivienda. Es una vivienda que no está habitable. De hecho, no es por casualidad que el Instituto Nacional de la Vivienda te obliga, para dar concepto de habitable un inmueble, que tenga servicio de corriente, gas y agua. Eso no es un invento salido de la nada, eso está pensado así porque se sabe que las condiciones de la vivienda tienen que incluir esos servicios para que sea en efecto habitable. Yo en cambio, me veo obligada a salir de mi casa cada vez que no tengo corriente, y no es por no poder aguantar el calor, es porque, ¿cómo le cocino a mi familia? No puedo ni calentar agua en un jarro para bañar a mis niños, ¿de qué manera si no tengo gas?

 

Irme de mi casa, es la única alternativa que he encontrado, y porque los cortes de electricidad no han comenzado a ser masivos para el caso de la Habana, pero cuando empiecen a serlo y toda la Habana se apague en un horario determinado como ha pasado en otras provincias, no sé que será de nosotros, porque nosotros nos mudamos como nómadas con los muchachos para acá y para allá para poder hacer las cosas básicas.

 

¿Conoces de alguna iniciativa en tu comunidad para ayudar a las personas más vulnerables en estas condiciones?

 

¿Iniciativas en mi comunidad? No que va, si no fuera porque la figura del delegado de la circunscripción está más comprometida con el Estado y con el Partido Comunista que con el pueblo, yo misma ya me hubiera propuesto para delegada. No existen iniciativas, no las hay. Todas las personas tienen problemas, incluidos los dirigentes a nivel de base. Hay una precariedad económica, que ha conllevado a problemas sociales de gravedad, ante esto, la verdad, no existen iniciativas. Las personas andan completamente descerebradas, andan tratando de resolver un pedacito de pollo y entonces no hay pensamiento como comunidad o como colectivo.

 

El tema este de mi familia ha sido tratado, más bien “atendido”, por toda la influencia mediática que generaron mis distintas intervenciones en las redes sociales, en las diferentes ocasiones que lo hice. Y con el objetivo de “callar al mensajero”, han escuchado el mensaje, pero no le han dado solución. Yo no veo iniciativas por parte de esas instancias. Las iniciativas son mías.

 

A mí tienen que dar el servicio porque es lo que establecen las leyes del Socialismo, según la cual los medios de producción están en manos del pueblo. Si tú no cumples con esa ley, mira… hay que enjuiciarte. A mí no tienen porqué interesarme los problemas e interioridades administrativas de los ministerios; eso no es asunto que deba ocupar mi mente. El servicio me lo tienen que dar, ya sea licuado o manufacturado porque es un servicio básico y porque tengo ese derecho.

 

Entre tanto ellos solucionan sus problemas para poderme brindar ese servicio deberían al menos aceptar mi propuesta de ajustar las tarifas eléctricas y que estas sean según el núcleo, teniendo en cuenta que estoy obligada a pagar el servicio de la corriente con unas tarifas que no se ajustan a mi consumo real porque no puedo cocinar con gas. Partiendo del punto en el que estoy forzada por el Ministerio de Energía y Minas a utilizar la corriente como alternativa al servicio de gas, se me deben reajustar las tarifas teniendo en cuenta la cantidad de personas en el núcleo. Ahora, la pregunta del millón es, de los tantísimos trabajadores que tiene el Ministerio, ¿a nadie se le puede ocurrir esto? ¿No hay gente inteligente pensando en esas cosas? Seguro a alguien se le debe haber ocurrido, porque yo no soy una eminencia en la materia, pero yo siento que es conveniente obligarme a cocinar con corriente, no cabe duda.

 

Para mí es una muestra irrefutable de doble moral el hecho de que tratándose de un Estado donde lo más importante aparentemente es el hombre tú me obligues a elegir el servicio que más llena tus bolsillos, sin considerar siquiera el nivel ocupacional de la vivienda. Y yo sé que la naturaleza del problema no es política, pero es un hecho que le toca a los políticos resolver. El día que se reunieron conmigo en el Gobierno del Cerro, me dieron la respuesta más fácil y cerrada que pudieron encontrar: NO TENEMOS GAS. Pero resulta que han estado trabajando para solucionar el tema de los salideros en la ciudad, y para mi sorpresa están remplazando las actuales tuberías de 4 pulgadas de diámetro por tuberías de 8 pulgadas. Ante esto yo me pregunto, ¿si usted no tiene gas, ¿cómo piensa tener la misma presión por la línea si está aumentando la capacidad de la tubería? Porque evidentemente para mantener la misma presión por una tubería con mayor capacidad tienes que aumentar el volumen del combustible que significa literalmente utilizar más gas.

 

O sea, que el problema no es el gas. El problema es que primero, nunca se hizo bien el trabajo. Segundo que da más negocio que se cocine con electricidad porque es significativamente más cara y no hay que invertir en la instalación de un nuevo servicio para 11 000 familias que no tienen gas en la capital. Tercero, como mi reclamo tocó demasiados oídos y puertas, también me están castigando

 

¿Qué recursos o asistencias has recibido por parte del gobierno local o nacional ante estas dificultades?

 

Me tengo que reír. ¿Qué recursos? Ninguno. En mi experiencia el gobierno lo único que sabe es dialogar, bueno, intentar persuadir, con un montón de vocablos vacíos, que no conducen a respuestas reales. Dar una respuesta no es pararse ante un ciudadano y decirle “no tengo”, “no puedo”, “te tendré en cuenta cuando pueda”. Esto es sencillamente un ejercicio barato de demagogia, porque se creen que cuando salgo de esos encuentros saldré conforme. ¿Conforme con qué? ¿Con que cuando no haya corriente mis hijos no vayan a comer? ¿Con que yo tenga que pagar la electricidad tres veces más que lo que paga un hogar porque se me niega el servicio que como ciudadano yo tengo todo el derecho de tener? ¿Cómo se podría estar conforme con eso? Yo siento que los gobiernos locales no tienen ningún tipo de poder para darle solución a esos problemas. A mí no me han ofrecido alternativas. Yo fui la que propuse reajustar las tarifas y ni siquiera ante eso me han dado respuesta ya casi cinco meses después. Por eso mismo se ha perdido la credibilidad. Yo digo que yo no creo, porque yo para creer necesito hechos, evidencias. Mátame con el detalle, empieza a cambiar las cosas y yo ahí cambiaré de opinión.

 

¿Has recibido alguna vez información sobre políticas de ahorro energético y recursos renovables? ¿Por qué medio?

 

Todo lo que yo sé sobre energías renovables lo aprendí como estudiante, pero esto te va a sorprender. Hace muy poquito tiempo, hace un año más o menos, cuando se retoman los cursos escolares después de la pandemia, a los estudiantes de preuniversitario y de secundaria los mandan a hacer unos proyectos finales con este tema. Y ahí fue donde yo aprendí muchísimo porque ayudé a varios estudiantes a hacer sus trabajos. Aprendí por ejemplo sobre la energía nuclear, la solar, etc.

 

Después que estudié para estos proyectos me di cuenta que en Cuba estas energías se emplean en algunos lugares porque yo trabajaba como guía de turismo y recuerdo en Viñales casi todas las casas tenían en los techos celdas fotovoltaicas, y la electricidad de las familias las asumían esos paneles solares. Pero yo no sé si eso sea una alternativa inteligente para las áreas de ciudad también, porque en el valle, que es un parque nacional, no existen grandes edificaciones, pero igual es una tremenda idea porque no son dañinos al medio ambiente y en Cuba hay sol de sobra. Ahí el mecanismo de control y consumo es diferente, más independiente. Yo no sé si en un edificio como el mío que es multifamiliar, se puedan instalar paneles solares, cómo, de qué tipo, hay mucho desconocimiento en ese sentido. Lo que es una realidad es que tienen que empezar a buscar fuentes alternativas, y no puede ser cocinar como en el Barrio de los Quemados, con una latica de luz brillante. Eso en zonas urbanas supone un peligro real, un peligro inmenso. En mi apartamento yo no puedo cocinar con carbón. Las fuentes alternativas deben ir aparejadas con las condiciones reales de la vivienda.

 

Muchas gracias Amelia por tu tiempo y tu colaboración. ¿Algo más que te gustaría agregar?

 

Yo lo único que realmente agradezco de haberme metido en todos estos problemas es haber dicho la verdad y que le diera impulso a otros a decir la verdad también. Yo seguiré pagando miles por corriente, mudándome de casa cuando no tengo servicio y haciendo maravillas para alimentar a mi familia. Pero ya esto es premio de sobra.

 

 

[1] https://www.wfp.org/energy-for-food-security

[2] https://www.granma.cu/cuba/2015-04-22/facilidades-que-entran-por-la-cocina?page=4

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