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FORO CUBANO Vol 4, No. 35 – TEMA: REFLEXIONES DE LA GUERRA FRÍA–

La Guerra Fría: Una articulación entre bipolaridad y geopolítica

Por: Valentina Duarte Salazar
Agosto 2021

Vistas

En un contexto bipolar, la geopolítica se convirtió en un componente esencial para generar presión sobre el enemigo, aquí un abordaje desde las alianzas promovidas por cada una de las potencias, en aras de aumentar el alcance en sus zonas de influencia.

 

La Guerra Fría ha sido uno de los nichos académicos más reconocidos por la pululación de autores importantes en la historia de las humanidades que han entablado diversas discusiones sobre como este período de la historia llego a redefinir las múltiples narrativas de las Relaciones Internacionales. Partiendo de un punto como lo es la geopolítica, que es definida por Weigert, H (1942), como una ciencia que procura entablar una dependencia de los hechos políticos con respecto al suelo; podemos partir de la noción sobre como la geografía política en la historia ha llegado a impactar per se a la estructura espacial de los organismos políticos llegando a proporcionar elementos y dispositivos necesarios para la consecución de determinados objetivos políticos. Partiendo de la invención de imperios cuyo fin principal era el expandirse a toda costa, llegamos a la conformación de Estados que evolucionaron hasta el punto de extralimitar su poder soberano hacia otras fronteras ajenas a las de su pertenencia. De esta forma, entramos a una etapa del mundo que bifurcaría a las distintas naciones conforme a las categorías designadas por el bloque capitalista y por el bloque comunista, los cuales, incursionarían en una bipolaridad tanto territorial como imaginaria sobre sus distintas zonas de influencia en un conflicto que terminó impactando principalmente a las periferias.

Cabe señalar que, la importancia de la bipolaridad como concepto según Sodupe, K. (2002) parte de una estrategia subyacente a un juego por el poder, donde los Estados que poseen un peso relativo en el sistema internacional, tienen la posibilidad de modificar su estructura imponiéndose de manera hegemónica con la suficiente potestad como para partir al mundo en dos, dando cabida a el nacimiento de múltiples bloques geopolíticos. En la Guerra Fría, los bandos hegemónicos que regirían el designio del mundo se dividieron conforme a la premisa de la “destrucción mutua asegurada” la cual tuvo dos efectos. El primero, disuadir durante casi cuarenta años a cualquiera de las dos partes a emprender un ataque directo nuclear a su contraparte, y el segundo incursionar como un elemento estratégico, en esta época de distención, donde las alianzas militares hacían parte de una de las cartas más relevantes en el póker de la competencia internacional. Todo este proceso se llevó a cabo conforme a lo que Hobsbawn, E. (1995) entendió como el reparto global de fuerzas, establecido al finalizar la segunda guerra mundial y que le daría un equilibrio de poderes desigual al mundo.

El impacto de la bipolaridad

La bipolaridad del mundo se vio impactada por dispositivos como la Doctrina de Seguridad Nacional que fue utilizada principalmente para designar la defensa militar y la seguridad interna a las distintas naciones frente a las diversas amenazas de revolución vinculadas al comunismo, la inestabilidad del capitalismo y la capacidad destructora de los armamentos nucleares. Esta doctrina tuvo variantes especialmente en América del Sur donde permitió entrever, de acuerdo a Leal, F. (2003), la bipolaridad del mundo donde los dos campos de Occidente y el Comunismo se dividieron nuevamente a partir de esta doctrina, identificando al primero como el ecosistema donde se primaba la Doctrina de la Seguridad Nacional. Lo anterior refleja de igual forma una especie de “tendencia de los distintos actores a agruparse en torno a alianzas o acuerdos más o menos estables” (Sodupe, 2002, p. 54). Asimismo, los enclaves estratégicos no tardaron en manifestarse. Una prueba de ello fue la estrategia de la contención la cual tuvo como fin librar al mundo del avance comunista y que fue acogida como la línea programática exterior de Estados Unidos durante este período (Rivas, P, & Rey, P, 2008).

Así fue como el mundo fue repartido bajo una lógica expresada por Rivas, P, & Rey, P. (2008), donde el “señor de los mares” sería Estados Unidos, mientras que el “señor de la tierra” sería la Unión Soviética. De este modo, quedo proyectada una herencia antigua de la historia donde, por un lado, Estados Unidos gozaría del poderío naval británico y todo su imperio, mientras que, por otro lado, la Unión Soviética se jactaría de ser poseedora de toda la tierra desde Europa Central hasta Vladivostok, en la costa del Pacífico.

El impacto de la geopolítica.

Como fue mencionado anteriormente, la geopolítica se convirtió en un instrumento primordial durante el transcurso de este conflicto para las diferentes potencias hegemónicas que ameritaban la constitución de aliados en aras de diversificar su alcance a lo largo y ancho de las naciones. Es por ello que, los bloques estratégicos incidieron en el entendimiento de Estados racionales que versarían sus conexiones con base en razonamientos de costo-beneficio sobre sus distintas alianzas. De antemano, esto se visualizó con estrategias como el Plan Marshall, donde Estados Unidos promulgaría un programa económico de reconstrucción pos Segunda Guerra Mundial a las naciones de Europa Occidental a cambio de que estos países le brindasen su apoyo como el hegemón del nuevo orden mundial. Bajo este mismo orden de ideas, versa el surgimiento de Organización de Estados Americanos donde gran parte de los países América Latina, (a excepción de Cuba y Nicaragua), se unen a la organización debido a la oportunidad que brindó la misma en su momento para fortalecer los procesos políticos de los Estados miembros en transición que aspiraban a una democracia. Otro beneficio que planteó este mecanismo estadounidense disuasorio de la amenaza comunista fue brindar a los Estados una accesibilidad más amplia para operar en el comercio internacional.

Asimismo, la ANZUS surgió en como una alianza conformada entre Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda, la cual permitió a los Estados miembros protegerse ante un posible ataque armado en la zona del pacífico que atentara contra su paz y seguridad. Así, nace el compromiso a “actuar para hacer frente al peligro común”. Este último acuerdo, perpetuó el poder de influencia de Estados Unidos que se prolongó mucho más allá de su propio territorio actuando en zonas aledañas a la Unión soviética, en una suerte de disuasión ante un posible ataque nuclear. Bajo este orden de ideas, la URSS también planteo una organización de carácter económico en póstumas de mantener a sus aliados de Europa Occidental. La COMECON, conocida también como el Consejo de Ayuda Mutua Económica nace como una respuesta alternativa al Plan Marshall donde la Unión Soviética tuvo como objetivo seguir encuadrándose como hegemón en sus zonas de influencias que se extendía entre los países de Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Bulgaria, Rumania, Alemania Oriental, Albania, Mongolia, Cuba y Vietnam. La organización tuvo como objetivo unir a los países comunistas en una serie de alianzas económicas donde los Estados Satélites de la URSS no ameritarían de la ayuda estadounidense para sostener a sus regímenes. De la misma forma, la COMECON planteo una exportación del modelo comunista a distintos países donde, pese a que su éxito fuera limitado, generó un instrumento político esencial para exaltar la prevalencia del régimen soviético, dentro de la órbita mundial.

Referencias

Hobsbawn, E. (1995). Historia del siglo XX. Crítica. 

Leal, F. (2003). La doctrina de seguridad nacional: Materialización de la Guerra Fría en América del Sur. Revista de Estudios Sociales, 15.

Rivas, P, & Rey, P. (2008). Bipolaridad y Guerra Fría en Iberoamérica. La Doctrina de Seguridad Nacional en el mundo de bloques. Espacios Públicos 12.

Sodupe, K. (2002). La estructura de poder del sistema internacional: el final de la Segunda Guerra Mundial a la posguerra fría. Fundamentos.

Weigert, H. (1943). Geopolítica. Generales y geógrafos. Fondo de Cultura Económica.

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