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FORO CUBANO Vol 6, No. 52 – TEMA: LECCIONES PARA EL SOSTENIMIENTO DE LA DEMOCRACIA

Lecciones para el sostenimiento de la Democracia

Vistas

Por: Sergio Alejandro Rojas Fajardo

Enero 2023

Recientemente, la Universidad Sergio Arboleda llevó a cabo el primer congreso sobre Democracia y DD.HH. en el hemisferio sur del continente americano. Entre sus principales expositores, estuvo el profesor de Ciencias Políticas, Aníbal Pérez Liñán, que, por medio de una rigurosa metodología de investigación, sustentó los riesgos que está enfrentando la democracia en tiempos modernos.

 

Pérez Liñán, sostuvo que este sistema de gobierno tiene un factor diferencial y es que el debilitamiento institucional era el caldo de cultivo para aumentar la polarización en distintos países latinoamericanos. La polarización es el móvil sobre el cual la democracia está erosionando sus bases políticas y culturales, porque siempre se debe tener en cuenta que este sistema, más allá de ser abordado como algo político, es cultural, pues es en sí un estilo de vida sobre el cual muchas comunidades se desarrollan, cooperan y evolucionan. El cuerpo humano, además de estar compuesto por carne y huesos, se sostiene gracias a un complejo sistema de venas y tejidos nerviosos cuya función es garantizar el pleno funcionamiento de este, así mismo, los sistemas democráticos requieren de un tejido esencial que garantice su pleno funcionamiento, tejido que es entendido por académicos como Aníbal o Samuel Huntington, como las instituciones.

 

Samuel Huntington, considera que las instituciones políticas son la piedra fundamental que juegan un papel crucial al moldear el comportamiento de los actores políticos, garantizando que estos cumplan las reglas de juego; así mismo, Pérez Liñán considera que en las instituciones está la génesis normativa que provee los límites al constante peligro de los abusos del poder, abusos, que inician un proceso de destrucción de los sistemas democráticos modernos.

 

Una palabra crucial para entender el impacto y la importancia de vivir en democracia es la libertad, pues es el fin último de este sistema. El rol de las instituciones es ser el guardián de la libertad y que ésta no sea vulnerada por sociedades o individuos sedientos de control y poder. El profesor Stiven Levitsky, es consciente de ello, ya que considera que el abuso de las instituciones formales puede ser usada para operar fuera de las normas y consolidar el poder. Dicho de otro modo, Napoleón Bonaparte, un día cualquiera antes de irse a una campaña militar, mencionó que solo por su propia espada iba a morir, esta analogía es útil para afirmar que el virus de la democracia está en la misma democracia. La democracia puede morir por la propia democracia.

 

Aquí es donde la situación se pone más interesante para el lector, porque sumando la variable explicativa propuesta por Aníbal, considero que las democracias están muriendo por el exceso de información abierta y el modo en que esta información, muchas veces sin filtrar, está impactando en el imaginario colectivo, formando una nueva realidad que puede deformar la opinión de los individuos y llevar al poder a personas sin un ánimo más allá que el autoritarismo. La pasada crisis sanitaria, derivada de la COVID–19, fue el escenario perfecto para ejemplificar el alcance e impacto de la información pues las personas, encerradas en casa, tenían el tiempo necesario para consumir información, para entender lo que estaba pasando fuera de sus hogares. Por ejemplo, vimos como surgieron hipótesis descabelladas respecto al origen del virus, que llevaron a las comunidades a tomar decisiones poco razonables como inundar las llantas de los autos en alcohol. Un ejemplo simple, pero con gran alcance.

 

Si, es cierto que la libertad es ideal en las democracias modernas, pero también esta libertad puede ser el verdugo de la democracia. Latinoamérica puede sentirse orgullosa de tener una tradición de gobernanzas democráticas; sin embargo, la historia está dando un nuevo giro, un giro peligroso fruto de la pérdida de confianza, muchas veces razonable, conforme a la evaluación de la gestión de gobiernos, pero, en otras muchas ocasiones, por el consumo de información de dudosa reputación que busca aumentar la radicalización de las bases electorales. Todo es un ciclo, pues la polarización fruto de malos gobiernos, información falsa o instituciones débiles, tiene por resultado la división en la sociedad, aumentando la dificultad para los gobiernos al momento de implementar políticas que estén en la capacidad de responder las necesidades de los ciudadanos. Como resultado, la estabilidad ya empieza a ponerse en duda y más cuando gobiernos democráticos empiezan a verse rodeado por líderes autoritarios.

 

El incremento de la polarización se ve potenciada, entre otras cosas, por la creciente distribución desigual de la riqueza, la baja capacidad de representación política para grupos marginados y el aumento de la influencia de las redes sociales. Estos factores siempre serán la materia usada por políticos cuya retórica consta de catalizar el odio y la inconformidad para que aquellos grupos civiles se sientan “escuchados”. Esta reacción es natural del ser humano pues siempre busca alguien que guie los rebaños en momentos de oscuridad, por mero instinto de supervivencia. Retomando al rol crucial de las instituciones, si estas son débiles, se verán contaminadas por estas narrativas revanchistas, por grupos de comunicación poderosos o por una legislación suave. Si las reglas anteriores se dan en el ambiente ideal, serán usadas por gobernantes con intenciones dudosas para actuar por fuera de la ley.

 

Después del anterior análisis, el estado de las cosas radica en que el sistema democrático es tan débil que puede destruirse desde adentro y desde los mecanismos ideados en un principio para salvaguardar el mismo. Es un sistema cuya toma de decisiones afecta desde las personas más ricas hasta las personas más restringidas en la sociedad, esto quiere decir que es algo que lo involucra a usted, a mí y a todos. En este sentido, la buena salud de este sistema de gobierno, dependerá de la fortaleza de las instituciones con un alto grado de inclusividad y penetración en la sociedad civil. Entre más apropiados estén los ciudadanos y más conscientes sean de los riesgos, mayor será la intensidad a la hora de velar por el mantenimiento de un modelo democrático, alejando los fantasmas de viejos modelos autoritarios.

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