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TEMA: ESCRITORES Y ARTISTAS

El Caso Padilla y la encrucijada de los intelectuales  

Por: Caroll Cárdenas López*

Diciembre 2019

Vistas

*Estudiante de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda

Durante mucho tiempo se ha hablado acerca de la influencia, importancia e incluso del poder que tienen los intelectuales sobre los contextos en que se encuentran. Pero ¿quiénes son los intelectuales? Armando Chaguaceda (2015) señala que los intelectuales son un segmento de la población que, en determinados contextos, comprende aquellos creadores de sentidos, capaces de registrar, reformular y difundir los conocimientos del arte y las ciencias; elaboran y transmiten ideas fijando parámetros de debate cívico dentro de la esfera pública; y manejan una relación con ciertos valores asumidos por la sociedad como trascendentes, tales como la justicia, la libertad, la verdad y la razón.

En Cuba, uno de los intelectuales más relevantes ha sido el poeta Heberto Padilla, quien protagoniza lo que se ha conocido como el “Caso Padilla”, que, para algunos, significó el quiebre de la relación cercana de muchos intelectuales con la Revolución Cubana. En 1968, Padilla publica el libro “Fuera de juego”, el cual pese a ganar el premio de Poesía, fue catalogado como una obra ideológicamente contraria a la Revolución Cubana, de manera que queda en la mira del Régimen. Luego de ello, es arrestado en 1971 después de recitar fragmentos de su libro “Provocaciones” en la Unión de Escritores y artistas (UNEAC) y ser acusado de realizar actividades subversivas.

No obstante, su arresto llega a los oídos del resto del mundo por lo que escritores como Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Juan Goytisolo, Octavio Paz, Susan Sontag, Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, levantaron sus voces en contra de lo ocurrido y enviando una carta a Fidel. Así, después de 38 días, Padilla sale de prisión y se presenta nuevamente en la UNEAC para leer una “Autocrítica” en la que expresa arrepentimiento y repudio hacia su propio libro. Sin embargo, luego de lo sucedido Padilla es condenado al ostracismo por otros nueve años más dentro de la Isla, donde queda relegado de cualquier tipo de producción cultural, hasta que en 1980 sale de Cuba rumbo a los Estados Unidos donde seguirá escribiendo hasta su muerte en el año 2000.  

Por un lado, el Caso Padilla fue el fin de un ‘romance cubano’ dados los distanciamientos que comenzaron a surgir por parte de algunos de los intelectuales anteriormente mencionados que antes de lo sucedido tenían relaciones muy cercanas con Fidel y afinidad con la Revolución. Es así, como un descrédito internacional cae sobre el gobierno cubano al endurecer la represión ideológica al mundo de la cultura, censurando y blanqueando aquellas producciones que no fueran vistas como acordes la construcción y los valores del Hombre Nuevo, limitando la libertad de expresión [1]. Es por esto que la historia de Padilla tiene un revuelo tan importante, aunque su caso no fue el único ya que escritores como Antón Arrufat, Norberto Fuentes, José Lezama Lima, entre otros, también fueron condenados al ostracismo y al exilio.

Por otro lado, aun cuando se percibe a Padilla como uno de los intelectuales más importantes, y en cierto modo ejemplares en la historia cubana, también su actuar ha sido fuertemente criticado. Norberto Fuentes en su libro “Plaza Sitiada” señala que todo el proceso de la Autocrítica del poeta no fue más que el mayor acto público de cobardía que registre la historia de Cuba [2]. Esto debido a que Norberto fue uno de los acusados por Padilla en su Autocrítica de tener actitudes contrarrevolucionarias, hecho que Fuentes desmiente al afirmar que jamás fue así, que él era un escritor revolucionario que simplemente plasmaba cómo él vivió las cosas, de manera que, según Norberto, no tiene nombre el hecho de que Padilla lo haya embarcado de esa forma a él y a muchos otros más escritores [3].

Finalmente, pese a las diferentes percepciones, después de 48 años el Caso Padilla continúa siendo una de las más importantes muestras de la represión y la censura por parte del gobierno hacia la cultura y la libertad de expresión desde el momento de la Revolución hasta nuestros días. De igual forma, es un reflejo de la encrucijada en la que se han encontrado los intelectuales frente a este problema al tener que decidir entre callar para no perder ciertos privilegios o decidir mostrar su pensamiento y posición, aunque incomode al régimen y traiga consecuencias no deseadas como el arresto, el ostracismo o el exilio. Sin embargo, a diferencia del pasado, aquellos intelectuales que se están formando en la Isla, gracias a los avances tecnológicos y los diversos medios de comunicación, tienen la posibilidad de dar a conocer muchos más de estos casos de represión y censura y de hacer oír sus voces, vivencias y formas de pensar traspasando las fronteras con mayor facilidad.

Chaguaceda, A. (2015). Intelectuales, izquierda(s) y poder en Cuba: Oteando el horizonte en tiempos de cambio. Cuban Studies, (43), 151-168. Recuperado de: https://www.jstor.org/stable/24487278

[1]. Sosa, D. (21 de febrero de 2013). Heberto Padilla no hubiera entrado en el juego. Radio y Televisión Martí. Recuperado de https://www.radiotelevisionmarti.com/a/19738.html

[2]. Ferreira, R. (15 de agosto de 2018). El Caso Padilla: La verdadera historia. Recuperado 18 de diciembre de 2019, de Cuba encuentro website: https://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/el-caso-padilla-la-verdadera-historia-333513

[3]. De Llano, P. (17 de agosto de 2018). “Heberto Padilla quiso ser el Solzhenitsyn de Cuba. Un error fatal”. El País. Recuperado de https://elpais.com/cultura/2018/08/17/actualidad/1534458972_044062.html

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