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Cuba ante las puertas de una nueva crisis económica

Por:  Mauricio de Miranda Parrondo           

Abril  2019

LO MÁS LEÍDO

Introducción.

 

En 2018, la economía cubana creció solo un 1,2%[1] en su Producto Interior Bruto (PIB), inferior al 2% planificado. De tal forma, se observa una situación cercana al estancamiento, ya que en el período 2012-2018, el crecimiento promedio anual fue de solo 2,1%, muy por debajo de las necesidades de desarrollo del país y de las cifras planificadas por el gobierno. La industria manufacturera tuvo un desempeño negativo en el período 2012-17, con una variación promedio anual de -0,2%, afectada por la obsolescencia tecnológica y la descapitalización. El sector agropecuario tuvo un crecimiento promedio anual, en el mismo período de sólo 2,4%. Mientras tanto, la formación bruta de capital osciló en 12,9% y 15,6% del PIB, lo cual representa una cifra excesivamente baja para cualquier economía en desarrollo y es ilustrativa de una situación de estancamiento, cercana a la recesión.

 

Los ingresos por exportaciones de bienes han estado cayendo en los últimos años, debido a la caída de la producción y de los precios tanto de azúcar como de níquel. Por otra parte, se ha producido una reducción de los ingresos en divisas por servicios, debido a la suspensión del programa Más Médicos, de Brasil, lo cual significaría una pérdida de alrededor de 336 millones de dólares al año[2], a lo que se suman las dificultades de Venezuela para cumplir sus compromisos con Cuba. De igual forma, también se reducen los ingresos del turismo.

 

Esta situación de escasez de liquidez de divisas, dificulta las importaciones que resultan necesarias para el funcionamiento de la economía y para el consumo de la

[1] Todas las cifras tienen como base los anuarios de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información de Cuba. www.one.cu

[2] Estimaciones a partir de informaciones de la prensa cubana e internacional.

TEMA: ECONOMÍA Y SOCIEDAD 

Vistas

Como se observa en el Cuadro 1, la balanza comercial cubana es crónicamente deficitaria. La reducción en el déficit no es el resultado de una sustitución de importaciones sino de la necesidad de disminuir compras externas debido a la escasez de liquidez en divisas, la cual resulta más evidente ante la contracción de las exportaciones de servicios.

Además de indicadores negativos desde el punto de vista macroeconómico, la crisis que se avecina se manifiesta ya en una escasez generalizada de bienes y mayores dificultades en el sistema de transportes, entre otras cuestiones.

 

Factores externos de la crisis.

 

La economía cubana, históricamente, ha sido altamente dependiente de factores externos, debido a su alto grado de apertura. Pero, adicionalmente, su inserción internacional ha sido históricamente ineficiente por su alto grado de concentración tanto geográfica (altamente dependiente del mercado de un solo país, Estados Unidos en los años 50’s, la Unión Soviética en los 60’s-80’s y en los últimos años, Venezuela) como mercantil (dependencia respecto al azúcar, luego del níquel y del turismo y más recientemente de los ingresos que provienen de los servicios profesionales) en su comercio exterior. En la actualidad, el apoyo que Cuba recibe de Venezuela no solo por el suministro de petróleo sino también por la demanda de profesionales cubanos por los que Cuba recibe la mayor parte de sus ingresos en divisas. Aunque en la actualidad existe una gran incertidumbre por el desenvolvimiento de los acontecimientos en ese país, es evidente que la crisis venezolana tiene efectos colaterales en Cuba. China y Rusia ya no tienen con la isla unas relaciones basadas en cercanías ideológicas sino en cuestiones comerciales, aunque en los últimos tiempos ambas potencias tratan de reafirmar sus intereses geoestratégicos globales que rivalizan con los de Estados Unidos.

 

A esto se debe añadir que el gobierno estadounidense ha pasado de la retórica a la acción eliminando la suspensión del artículo III de la ley Helms-Burton y endureciendo con ello el ya largo e ineficaz embargo hacia Cuba.

 

Finalmente, las corrientes de inversión extranjera directa resultan aun insuficientes para las necesidades de desarrollo del país y difícilmente repunten en el contexto actual de crisis y de endurecimiento del embargo.

 

Factores internos de la crisis.

 

La economía cubana padece de una serie de limitaciones estructurales que le otorgan ese carácter al estancamiento económico del país. Entre los principales problemas que pueden mencionarse se encuentran; 1) descapitalización de los sectores productivos, 2) crisis en la producción industrial y agropecuaria que producen una escasez generalizada de bienes de consumo, 3) excesiva centralización de las decisiones económicas, lo que conduce a que las empresas estatales carezcan de autonomía en sus decisiones de carácter microeconómico, 4) las microempresas y pequeñas empresas privadas sufren excesivos controles y restricciones para su funcionamiento, lo que conduce al desaprovechamiento de sus inmensas potencialidades de crecimiento, de generación de empleo y de satisfacción de necesidades de consumo, 5) existe una considerable brecha entre los niveles de ingreso de la población, a partir de sus salarios, y el costo de la vida, lo cual desestimula el trabajo y conduce a una baja productividad del trabajo, 6) la persistencia de la dualidad monetaria y cambiaria está impidiendo que puedan establecerse los precios relativos que permiten conectar el mercado doméstico con el internacional, a lo cual debe añadirse la persistencia de una sobrevaloración de la moneda cubana, que afecta la competitividad de la producción nacional y 7) los problemas demográficos que plantea una población que envejece de forma acelerada, por la reducción de la tasa de natalidad y por la sangría permanente que produce la emigración.

 

¿Posibles soluciones?

 

En primer lugar, Cuba necesita una profunda reforma del sistema de funcionamiento de su economía. Para ello, es necesario: 1) comenzar con la creación de las condiciones que permitan el funcionamiento de mercados eficientes de bienes, servicios, trabajo y capitales, 2) una mayor autonomía de las empresas estatales que permita el impulso al emprendimiento y la gestión empresarial a partir del adecuado manejo de sus propios recursos, 3) el reconocimiento explícito del papel y establecimiento de garantías para el desarrollo de empresas privadas y cooperativas y 4) la apertura de nuevos sectores a la inversión privada extranjera y la inversión privada doméstica.

 

En segundo lugar, la reforma del sistema monetario es imprescindible. Es necesario eliminar la dualidad monetaria y los tipos de cambio múltiples, producir una devaluación y el establecimiento de un tipo de cambio flexible. Sin embargo, el peligro de esa medida es que se produzca una estampida inflacionaria, por lo que esta reforma monetaria debería estar apoyada por un crédito de gran magnitud y condiciones relativamente concesionarias. Este requisito resulta prácticamente imposible sin la membresía en los organismos internacionales, especialmente el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

 

Finalmente, las medidas de urgencia pasan por el desarrollo de un nuevo margo legal que establezca normas claras, perdurables en el tiempo necesario para garantizar estabilidad, así como transparentes y que conduzcan a la institucionalización del mercado.

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