FORO CUBANO Vol 4, No. 31 – TEMA: CRISIS SOCIAL Y REORDENAMIENTO ECONÓMICO–
Crisis en Cuba: percepciones, impacto emocional y malestar social
Por: Enrique Guzmán Karell
Abril 2021
Vistas
La crisis económica en Cuba, ha manifestado un recrudecimiento tras las medidas de ajuste económico denominadas “Tarea Ordenamiento”. El autor, bajo la premisa de “Cuba Duele”, expone como este contexto ha traído consecuencias para la población cubana, manifestadas en el malestar y el desencanto
En la primavera del 2003 el conocido escritor uruguayo Eduardo Galeano publicó en el diario argentino Página 12 un sentido texto bajo el título «Cuba duele»[1] en el que manifestaba su pérdida de confianza hacia un proyecto sociopolítico que había abrazado con entusiasmo y determinación durante décadas: la revolución cubana. El texto, que describe molestias y desacuerdos acumulados por «los signos de decadencia de un poder centralizado», fue en respuesta a la detención de 75 disidentes y el fusilamiento expedito de tres jóvenes que intentaron secuestrar una lancha para huir de la isla.
La reacción de Galeano no constituyó entonces un hecho aislado. Por esos días, numerosos escritores, artistas e intelectuales cercanos al proceso cubano manifestaron profundas insatisfacciones hacia lo que consideraban excesos, intolerancias, violaciones de derechos y violencias injustificadas practicadas por el Estado hacia los ciudadanos de ese país. La lista de inconformes y molestos incluía simpatizantes y adversarios; de José Saramago a Mario Vargas Llosa, de Joan Manuel Serrat a Günter Grass, de Pedro Almodóvar o Caetano Veloso a Jorge Edwards. Voces dispares que finalmente coincidían en algo frente al mismo fenómeno: el proyecto social cubano en su inflexibilidad y anquilosamiento maltrataba el camino a la justicia, la observancia de los derechos humanos y el sentido común.
Las percepciones y críticas de esos formadores de opinión también recordaron un proceso similar ocurrido treinta dos años antes, el Caso Padilla[2]. Un déjà vu. Y ambos casos pueden ser vistos hoy como antecedentes de los múltiples reclamos aun presentes en la sociedad cubana, demostrando que las deudas no resueltas en el ámbito social lejos de desaparecer se acumulan y eventualmente pudieran estallar si no encuentran salidas sensatas y aceptables.
Desde entonces ese “Cuba duele” se ha dicho y repetido muchas veces. Tanto por figuras reconocidas como por gente de a pie. Ya sea como frase de inicio a la descripción de esa realidad o como simplificación en el habla popular. Lo común a su uso es que en la mayoría de los casos se busca demostrar que detrás de ese país dolido o herido hay seres humanos concretos que no pasan sus mejores días, que están como atrapados en un estadio que ofrece pocas o muy escasas salidas, y por tanto, debería dar pie a que se profundice en las razones de ese dolor, no solo desde las categorías clásicas del desempeño económico y social del país, sino desde las percepciones de los sujetos que allí habitan.
Crisis y ajuste
Aunque el dolor de Galeano está expresado en términos más políticos e ideológicos que en otras dimensiones, en él se sintetiza buena parte de lo que muchos interpretan como una crisis o deterioro que incluye otros muchos ámbitos de la vida social, incluida la dimensión subjetiva de una ciudadanía que ha vivido en crisis prácticamente toda su existencia y que ve con angustia como cada uno de los planes y medidas implementadas no ofrecen soluciones reales a sus problemas concretos.
Así, y buscando reordenar e incentivar las variables económicas, el gobierno cubano ha puesto en marcha un nuevo grupo de acciones recogidas, primeramente, en los Lineamientos de la Política Económica y Social del PCC[3] en el 2011, y más recientemente en lo que se ha denominado Tarea Ordenamiento[4], que en la práctica no es otra cosa que «la unificación monetaria y del tipo de cambio, la eliminación gradual de los subsidios y la reforma en los salarios y pensiones.»[5]
Sin embargo, todos los planes y estrategias del gobierno siguen dando vueltas sobre los mismos ejes. Se mantiene y ratifica la propiedad y empresa socialista, la planificación centralizada, el control vertical y discrecional de los activos y las variables económicas, la estricta regulación de precios, el monopolio sobre el comercio exterior, los límites a los emprendimientos privados ya aprobados y la prohibición al ejercicio independiente o cooperativo de importantes sectores y actividades, etc. Razones suficientes para la comprensión de por qué no se ha logrado reactivar la economía ni revertir el alto costo social asociado a la crisis, y como una evidencia más de que estamos frente a un problema sistémico y estructural consustancial al modelo imperante en Cuba.
De esta forma, cuatro meses después de iniciada la unificación monetaria y la devaluación oficial del peso cubano frente al dólar, Cuba enfrenta un panorama desolador: el país continua con dos monedas y dos tipos de cambio; la pérdida de valor del peso cubano llega al 100% y se pronostica una inflación de 399,6% en 2021[6]; la ciudadanía experimenta un mayor costo de la canasta y los servicios básicos; los recortes en los gastos sociales son significativos; la venta de productos de primera necesidad se está realizando en tiendas en dólares casi de manera exclusiva, siendo esta una medida altamente impopular; se asiste a una disminución estrepitosa de las fuentes de ingreso, muy especialmente por concepto de turismo (-74.6% durante 2020 y -95.5% en 2021)[7]; se arrastra una caída del PIB en 2020 de -11.3; la producción de alimentos ha continuado su declive en un país que produce muy poco de lo que consume; el cierre al exterior producto de la pandemia, las medidas implementadas por la administración Trump aún vigentes y la poca flexibilidad del modelo, brindan un panorama poco alentador pues no se avizoran medidas paliativas de fondo.
Percepción de la crisis e impacto emotivo
En estos momentos son pocas las conversaciones con nacionales cubanos en las que no se haga referencia a la escasez de productos y el deterioro en los servicios, a la existencia de largas colas para obtener insumos básicos, a la significativa pérdida de poder adquisitivo, a la desaparición de medicamentos esenciales y de todo tipo, a la incapacidad de buena parte de la ciudadanía de valerse por sus propios recursos, capacidades y esfuerzos, a la desesperanza, los deseos de emigrar e incluso la ira. Esas opiniones también dan cuenta de profundas insatisfacciones por las medidas tomadas, ya sea porque se interpretan como tardías, insuficientes, de espalda a los problemas estructurales de fondo, o porque continúan reproduciendo los preexistentes límites a la creatividad, la productividad y los incentivos para producir y ofrecer bienes y servicios en cantidades superiores, a mejores precios y con mayor calidad.
Quizás durante demasiado tiempo hemos buscado explicar o superar las crisis económicas, de productividad, de empleo y precariedad laboral, de inversión y descapitalización, de pobreza, desigualdad y marginalidad, desde las categorías clásicas de las diferentes escuelas económicas, apelando a conceptos y valores técnicos, ideológicos y políticos; desde enfoques metodológicos que le dan más valor al desempleo que al desempleado, a las pensiones que al pensionado, y que le confieren más importancia al peso financiero y monetario que a su impacto en la vida concreta y las percepciones de los sujetos económicos.
Pocas veces le concedemos espacio o atención al costo emotivo asociado a las crisis económicas y políticas, aunque casi todos hemos experimentado desconfianza y temor hacia el futuro en medio de una situación de inestabilidad, preocupación ante el alto costo de la vida, hartazgo ante las decisiones tomadas o ante la desatención de las necesidades no cubiertas. Con demasiada frecuencia olvidamos que los seres humanos no solo somos lo que hacemos -o dejamos de hacer- sino lo que pensamos, sentimos y anhelamos, elementos anteriores y fundamentales para tomar una u otra determinación frente a la realidad.
Tal vez lo anterior se deba a lo complejo que resulta valorar y contrastar sentimientos, estados de ánimo, esperanzas, incertidumbres, hastíos, y las muchas sensaciones que tenemos los seres humanos a propósito de los problemas en el ordenamiento social. También, porque las ciencias sociales se han enfocado habitualmente más en lo que los sujetos sociales hacen y no en lo que perciben y sienten, aun cuando esos valores subjetivos son muchas veces la chispa para la acción, el incentivo para la coordinación de voluntades en la sociedad civil y el detonante de las protestas ciudadanas, los estallidos y revoluciones.
El caso específico de Cuba, ante lo que se percibe como profundización de una crisis preexistente, profunda y extendida en el tiempo, no es una excepción. Es un ejemplo bastante evidente si observamos los factores objetivos anteriormente mencionados y sus lógicas consecuencias, crisis, déficit, escasez, deterioro, atraso material y tecnológico, así como sus subsecuentes resultados en el plano subjetivo, en las percepciones y el humor general de la ciudadanía, evidentes en las crecientes muestras de desesperanza, hastío, inseguridad, molestia y de desconfianza hacia las decisiones del gobierno y de la vida en esa sociedad.
Una reciente encuesta[8] elaborada por sitio oficial CubaDebate, un ejercicio acotado y con problemas, pero útil, generó cientos de opiniones, quejas y estados de ánimo enviados por la ciudadanía, en las que se puede valorar el impacto de la crisis y los ajustes en la vida concreta de los cubanos. En ellas destacan la sensación de vulnerabilidad, las profundas preocupaciones por el bienestar, la declaración de que la inmensa mayoría de las personas tienen ingresos que no alcanzan, muchos otros que consideran que la distribución de los nuevos ingresos y tarifas son injustas, y variadas y crecientes muestras de malestar y poca confianza respecto al orden socioeconómico y político existente en el país.
Malestar social
El análisis de las percepciones ciudadanas sobre la realidad inmediata ha adquirido una mayor importancia recientemente. Al punto, que el más reciente informe de la CEPAL le confiere todo un capítulo a lo que ha denominado «El malestar social: claves para un nuevo pacto social»[9].
En su estudio, la CEPAL analiza y toma de ejemplo las graves protestas ocurridas en Chile, Colombia y Ecuador en 2019 y advierte que la magnitud de esos eventos no tenía una clara correlación con las decisiones que provocaron esos estallidos ni se explicaban solo a partir de las variables objetivas del desempeño económico. O sea, en esos países también podían ser constatables otros problemas de fondo, otras causales de tipo subjetivo, que habían sido poco o nada atendidas y que explicaban el malestar y la ira popular presentes en esas protestas.
Para la CEPAL el malestar social está estrechamente vinculado a las percepciones negativas que tienen los sujetos sociales sobre las distintas dimensiones de la vida en un contexto social, y se expresa a través de la insatisfacción ciudadana hacia el ejercicio del poder público, por la desconfianza y los sentimientos de inseguridad. Constituye una importante señal de alerta sobre el deterioro de las condiciones que se consideran esenciales para la vida en sociedad, de ahí la importancia de su incorporación a los estudios, los análisis socioeconómicos y políticos y el manejo de crisis.
Esas percepciones o ese malestar se pueden examinar mediante encuestas de opinión y de la evaluación negativa que la ciudadanía hace de sus condiciones objetivas, reflejadas al menos en tres dimensiones: la estructura socioeconómica, la política e institucional y las relaciones sociales interpersonales.
Cuba duele
Como mismo ocurre en otras realidades, en Cuba no solo existen razones objetivas para explicar la crisis o lo que perciben de ella los ciudadanos. Allí también podría medirse el costo emocional de la crisis y su profundidad por el aumento del deseo o la necesidad de emigrar, los muchos videos e intervenciones en redes sociales de cubanos haciendo referencia a la magnitud del deterioro económico y social, los incontables casos de enfrentamiento ciudadano a las fuerzas del orden público, el mal humor social, el maltrato cotidiano entre cubanos, las muestras cada vez más claras de divorcio entre el discurso oficial y lo que dice la población, las burlas y agresiones verbales hacia la dirigencia del país, etc..
Las percepciones negativas y el malestar que se observan en buena parte de esa sociedad son una consecuencia directa del impacto de la crisis, su permanencia en el tiempo, la desatención de las causas, las medidas de ajuste que buscan paliar consecuencias y los valores negativos que se han ido asentando en el plano social durante décadas.
Como se ha visto en las encuestas, consultas y los cotidianos contactos con personas en la isla, ese costo emotivo es altamente perceptible en el hecho de que hoy son pocos los que no hablan de estos temas con una mezcla de desencanto, inseguridad, vulnerabilidad, tristeza e incluso vergüenza pues la pobreza, la falta de recursos y de derechos a trabajar, crear y vivir en un orden justo hieren la dignidad humana y tienen un impacto devastador en los estados de ánimo de los seres humanos.
De la misma forma que un día Eduardo Galeano consideró superado su límite ético y político con su «Cuba duele» y el comunista José Saramago sintió lo mismo hacia esa realidad con su «Hasta aquí he llegado»[10], puede que ese orden social esté muy cerca o haya ya superado la confianza y oportunidades que la ciudadanía les ha concedido por tan largo tiempo.
[i] Galeano, E. (2003). Cuba Duele. Pagina 12. Recuperado de: https://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-19058-2003-04-20.html
[ii] Diaz Martinez, M. (s.f). Intrahistoria abreviada del caso Padilla. Recuperado de: http://www.ub.edu/aulapoesiabarcelona/auna01/Mdiaz.PDF
[iii] CubaDebate. (2017). Lineamientos de la Política Económica y Social del PCC. Recuperado de: http://media.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2017/07/PDF-321.pdf
[iv] Marín Álvarez, O. (2021). Todo lo que necesitas saber de la Tarea Ordenamiento. Periodismo de Barrio. Recuperado de: https://www.periodismodebarrio.org/2021/01/todo-lo-que-necesitas-saber-de-la-tarea-ordenamiento/
[v] Bahamonde Pérez, T. (2021). Balance y perspectivas de la reforma cubana. Agenda Pública. Recuperado de: https://agendapublica.es/analistas/tbahamonde/
[vi] Economist Intelligence Unit. (2021). Cuba Recuperado de: https://higherground.mt/wp-content/uploads/2021/03/Country_Report_Cuba_1st_Quarter_2021.pdf
[vii] Oficina Nacional de Estadisticas e Información (2021). Turismo. Llegadas de visitantes internacionales. Información preliminar. Recuperado de: http://www.onei.gob.cu/sites/default/files/llegadas_de_visitantes_diciembre_2020.pdf
[viii] Cubadebate. (2021). ¿Cómo ha vivido estos dos meses de ordenamiento monetario? Recuperado de:
[ix] CEPAL. (2021). Panorama Social en América Latina. Recuperado de: https://www.cepal.org/sites/default/files/publication/files/46687/S2100150_es.pdf
[x] Saramago, J. (2003). Hasta aquí he llegado. El País. Recuperado de: https://elpais.com/diario/2003/04/14/internacional/1050271222_850215.html