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FORO CUBANO Vol 6, No. 55 – TEMA: CARTAS DE JOVENES QUE PARTICIPARON EN LA FILBO 2023

Conversaciones con mi otro yo sobre Cuba

Vistas

Por: Manuel Alejandro Vargas 

Abril 2023

En mi vida solo dos veces he tenido la siguiente experiencia: le digo lo difícil que es la vida dentro de Cuba y que éste me responda que ello se debe “al bloqueo económico”. Una de esas veces fue en la Feria del Libro. Todo empezó cuando se acercó al stand una mujer de aproximadamente entre cincuenta y sesenta años, ella estaba viendo el mapa puesto en la pantalla sobre el índice de hambre en Cuba. Me le acerqué a preguntarle si es que le interesaba Cuba, me respondió que sí. Me comentó sobre sus maravillosas experiencias en la isla, sobre como disfruto como nadie ahí, y que no conoció nunca gente tan amable y encantadora. Cedí con la cabeza y le saqué conversación porque se le veía contenta por hablar de Cuba, hasta que al final quiso saber quiénes éramos y qué es lo que hacíamos. 


Tan pronto ella preguntó le dije que éramos un centro de pensamiento e investigación sobre Cuba, que nuestra labor era recolectar y documentar información de como es la vida en Cuba desde la óptica de la sociedad civil. Y que era desde a la sociedad civil que enfocábamos nuestra atención debido a que era una tema mucho más censurado y poco conocido. A lo que proseguí a explicarle lo que contenían dos obras: ‘Los Mitos de la Revolución Cubana’ y ‘Cuba en breve: datos y relatos de una revolución desencantada’. A lo que quise añadir un comentario que había escuchado una vez de mi docente: “¿cómo hace un cubano para comprar pollo que vale cinco dólares cuando el salario mínimo son quince?”. 


Aunque ese tema no era abordado en los libros que mencioné, mi intención era dejarle saber que las obras iban dirigidas a la vida de los cubanos comunes y corrientes. Ella inmediatamente no dudo en replicarme: “es que Cuba está sometida a un bloqueo económico que no le permite desarrollarse ¿has estado en Cuba?”. 


Quiero cerrar aquí mi experiencia porque lo que siguió fueron cinco minutos de debate que no llegaron a nada. Quiero centrar mi atención a lo que pasó después: la gran crisis existencial que se apoderó de mí. Me decía a mi mismo ¿estaré equivocado sobre Cuba? ¿Será que lo que sé no es más que propaganda contra Cuba? Si como ella muchas otras personas creen que Cuba está así por culpa de Estados Unidos ¿Entonces significa que la democracia en mi país está en riesgo también por esa forma de pensar? ¿En Colombia la gente de verdad les creerá a personas con estas posturas? ¿Qué implicaciones tiene esto para la manera de ver la democracia liberal en el futuro? ¿Qué quería decirme ella cuando dijo que era a causa del bloqueo? En breves palabras, estas fueron algunas de las cuestiones que aborde en mi mente y que me causaron un dolor de cabeza. Y luego surgió otro temor. 


Hace dos años que tengo una postura diferente en términos políticos, económicos, sociales, filosóficos y éticos, los cuales me hacen estar fuertemente en contra del Gobierno Cubano, sus acciones y posturas. Pero no hace mucho yo también era una persona que también juraba que la situación en la isla era causa del “bloqueo económico”, y cuando alguien me hablaba de Cuba como un mal ejemplo de país yo me exacerbaba y entraba en cólera. Yo sabía bien las intenciones de las otras personas siempre que empezaban a hablar de la isla, y era que entrelíneas hablaban del riesgo de votar por cierto candidato.


Decir que Cuba y dicho candidato presidencial era sinónimos era una comparación poco realista. Y como es bien sabido, hacer analogías que no corresponden trae sus consecuencias. La respuesta del joven Alejandro era siempre enojarse porque comparaban su país con otro, y el debate realmente no llevaba a ninguna parte. 


Ya dicho que la comparación entre ambos no tenía mucho sentido, me di cuenta de que, si le hablase al joven Alejandro sobre la organización en la que trabaja el más adulto Alejandro, el joven Alejandro, como muchos otros miembros de su generación y personas de ideología similar, se habría molestado conmigo. Él, como muchos otros, pensarían que tengo la intención de que se ignoren las atrocidades que ocurren en Colombia, y que se concentre en lo malo que puede ser el “cambio” que él ve en su candidato. 


¿Y saben cuál es la peor parte? Que muy probablemente no podré explicarle o hacerle entender al joven Alejandro, y a muchísimos jóvenes y personas como él, que mi intención es legítima; que no pretendo hacerle ignorar la situación de su país; que no pretendo decirle que su candidato, Gustavo Petro, apoya estás cosas (aunque en el año 2023 pareciese); que no pretendo lavarle la cara a un sector; que de verdad tengo la intención de que se expongan y denuncien las violaciones a derechos humanos sin importar el lugar dónde se cometan, y que por simple casualidad de la vida lo estoy haciendo con las que ocurren en Cuba, que son ciertas y que no puedo hacer la vista gorda a ellas. Pero sé muy bien que no podré convencer a ese Alejandro, como tan poco lo lograré con muchas otras personas. 


No lo podré convencer porque él piensa que pertenezco a un bando político al que él repudia. Muchos otros también lo verán así. 


Aunque mi reflexión empezó muy diferente, quería mostrar como me sentí. Está claro que en mí yo pasado veo una sociedad fragmentada en Colombia, e imagino que tal vez en toda Latinoamérica. Una sociedad y generación que solo conocen dos bandos de blanco y negro, y que a falta de una educación más profunda (pido disculpas si sueno clasista) y la presencia de personas adultas que tengan mucho más conocimiento, no sabrán que el mundo es una escala de grises, que los hechos y la realidad son más complejos de lo que lo pintan las redes sociales, que no estar en un bando no es estar en contra del otro, y que si se ignoran las dimensiones del problema que sufre Cuba a causa de su gobierno ¿quién dice que no podría ocurrirnos lo mismo? 

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